Damos gracias a Dios por la oportunidad de compartir este tiempo con Usted. Estamos estudiando el libro de Proverbios, en la serie titulada: Proverbios, sabiduría celestial para la vida terrenal. En esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca del peligro de ceder a la presión del mundo para obtener ganancias mal habidas.
En 2 Timoteo 3:1-5 se nos presenta la condición moral de la humanidad, a medida que se acerca la segunda venida de Jesucristo. Dice así: «También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.»
En los actuales momentos, no importa hacia donde dirijamos la mirada, allí encontraremos personas cuyo carácter se ajusta a lo que dice el pasaje leído. Sin lugar a dudas que estamos viviendo ya los tiempos peligrosos de los cuales habló el apóstol Pablo.
Una de las particularidades del carácter de estas personas es que son desobedientes a los padres. Este mal es justamente lo que confronta con firmeza el pasaje bíblico que nos corresponde estudiar en el libro de Proverbios.
Se encuentra en el capítulo 1 versículos 8-19. El pasaje bíblico está dirigido a los hijos. Lo primero que se nota es un llamado a los hijos a atesorar la enseñanza de sus padres. Proverbios 1:8 dice: «Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre»
Una de las debilidades de todo hijo, es la tendencia a ignorar la instrucción de su padre y despreciar la dirección de su madre. Aun los hijos creyentes pueden adolecer de este mal. La misma inmadurez les conduce a pensar que son más sabios y más expertos que sus padres. Por este motivo ignoran la enseñanza de sus padres y desprecian la dirección de sus madres.
Esto contradice la clara enseñanza de la Biblia, porque en el quinto mandamiento del decálogo, en Éxodo 20:12 dice: «Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.»
Este mandato es recogido en el Nuevo Testamento cuando, por ejemplo, Efesios 6:1-3 dice: «Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.»
En segundo lugar, encontramos el beneficio que los hijos obtendrán al atesorar la enseñanza de sus padres. Proverbios 1:9 dice: «Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello.»
Cuando este proverbio habla de adorno de gracia, se está refiriendo a la diadema que se ceñían los reyes sobre su cabeza. Así como la diadema en la cabeza y los collares en el cuello adornan a quien los usa, así también el someterse a la instrucción del padre y a la dirección de la madre, son el adorno que engalana el carácter de los hijos ante Dios.
El mundo en general desprecia y se mofa de los hijos que se someten a los padres y ensalza a los hijos que se rebelan hacia sus padres, pero esta actitud del mundo no debería desalentar a los hijos a someterse a los padres, porque Dios dice que la sumisión de los hijos a los padres es el adorno ideal del carácter de los hijos. En tercer lugar, encontramos una advertencia a los hijos, para que no cedan a la presión que ejercen los impíos para obtener riquezas mal habidas. Proverbios 1:10 dice: «Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas»
Los pecadores utilizan el engaño para arrastrar a otros hacia el pecado. Hablarán de lo bien que se siente en el pecado. Hablarán de que no pasa nada cuando se peca. Es la carnada que esconde el filo anzuelo para atrapar al incauto.
Hace algún tiempo vino a mi oficina una joven que apenas estaba saliendo de la adolescencia, entre lágrimas me contó el terrible drama que estaba viviendo. Con su voz entrecortada por la emoción, repetía sin cesar: Él dijo que me amaba. Él dijo que no pasaría nada. Él dijo que pronto nos casaríamos. Fue la carnada que escondía el anzuelo. Hoy se encontraba embarazada, rechazada por su familia, abandonada por quien le juró estar con ella para siempre y luchando terriblemente contra la idea de abortar. Los pecadores usan el engaño para atrapar a sus víctimas.
El consejo de la palabra de Dios es muy sencillo: No consientas. Si alguna vez alguien le pide hacer algo contrario a la palabra de Dios, por más que le ofrezca el oro y el moro, como se dice, no lo consienta. Es un engaño. Pero los pecadores no siempre recurren al engaño para atrapar a los incautos. Muchas veces, exponen sus planes criminales de manea clara y directa, sin siquiera ruborizarse.
De eso trata Proverbios 1:11-12 donde dice: «Si dijeren: Ven con nosotros; pongamos acechanzas para derramar sangre, acechemos sin motivo al inocente; los tragaremos vivos como el Seol, y enteros como los que caen en un abismo»
La invitación es a matar. A eso se refieren las palabras «derramar sangre» La víctima será una persona inocente. El crimen será perfecto. No quedará el mínimo rastro para saber donde está el cuerpo de la víctima, peor la identidad de los victimarios. ¿Qué se ganará con todo esto? El botín debe ser tentador.
Proverbios 1:13 dice: «Hallaremos riquezas de toda clase, llenaremos nuestras casas de despojos»
¿Qué le parece? Todo lo mejor, en calidad y en cantidad. La casa no será lo suficientemente grande para guardar tanta abundancia. La codicia por la riqueza es una de las armas preferidas de Satanás para tentar al pecado.
Una famosa actriz rehusó por mucho tiempo posar desnuda para una revista. Pero lo hizo cuando le ofrecieron una cantidad exorbitante de dinero. Como afirma el dicho: Por la plata baila el perro. Cuidado con caer en la trampa de hacerse rico por medios que no son legítimos.
El joven de la historia en Proverbios, está siendo tentado por la codicia a la riqueza. Los pecadores eran insistentes en su invitación a pecar. Note lo que dice Proverbios 1:14 «Echa tu suerte entre nosotros; tengamos todos una bolsa»
Es una manera de decir: Juégate con nosotros. No te arrepentirás. Esta es tu oportunidad. Repartiremos equitativamente todas las ganancias. Bueno, la invitación se ha hecho, los detalles se han desplegado. La trampa está lista para atrapar a una víctima. ¿Cuál es el consejo de Dios en estas circunstancias?
Ponga mucha atención. Se encuentra en Proverbios 1:15 donde dice: «Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas»
Con un trato afable, como un padre que se acerca al lado de su hijo y pone su brazo sobre sus hombros, el Proverbista dice: Hijo mío, y luego le da dos mandatos que aparecen como un paralelismo sinónimo, porque comunican la misma idea: No andes en camino con ellos y aparta tu pie de sus veredas.
El consejo de Dios es claro y directo. Demanda un corte total con los pecadores que incitan a algo malo, aun cuando parezca algo tan encantador. El profeta Isaías enfatizó lo mismo. El apóstol Pablo lo citó en 2 Corintios 6:17 cuando hablaba de la necesidad de que los creyentes se aparten del mal. Note lo que dice: «Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré»
Interesante que la acción de alejarse de los impíos debe complementarse con la acción de acercarse a Dios. Ahora bien, cuando los hijos oyen este tipo de discurso, inmediatamente piensan que Dios es aburrido, o que Dios es egoísta porque está oponiéndose bien sea a la diversión o a que el hijo sea próspero materialmente. Pero todo lo contrario. Lo único que Dios quiere hacer es proteger el bienestar de los suyos.
Observe lo que dice Proverbios 1:16-19 «Porque sus pies corren hacia el mal, y van presurosos a derramar sangre. Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave; pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas, y a sus almas tienden lazo. Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, la cual quita la vida de sus poseedores.»
Es muy interesante lo que está diciendo el autor de Proverbios. Los impíos están prestos para hacer lo malo. Sienten una urgencia por asesinar a un inocente y arrebatar sus pertenencias. Les parece tan fácil. Pero no se dan cuenta que en realidad están preparando su propia trampa.
Las aves se alejan cuando ven que alguien está armando una trampa, pero estos impíos están ciegos a que ellos mismos están tendiendo su propia trampa y por eso es que siguen empeñados en hacer el mal y derramar sangre. Piensan que van a hacer mal a otro, pero no saben que ellos van a ser los más afectados. Les va a salir el tiro por la culata, como afirma el dicho.
Por eso el proverbista dice: Pero ellos acechan su propia vida y acabarán por destruirse a sí mismos. Ese es el fin de todos aquellos que persiguen ganancias mal habidas. A la larga terminarán por perder la vida. Lo que Dios está buscando al exhortar a los jóvenes a alejarse de los caminos de los impíos, es proteger a los jóvenes, para que no terminen con sus vidas destruidas.
Es posible que alguno de nuestros amables oyentes, hoy mismo esté percibiendo el suave susurro de los pecadores diciendo: Ven hagamos esto, o esto otro. Va a ser buenísimo. Te vas a divertir a lo grande. Pues, si quiere preservar su integridad, no consienta. Este mismo instante propóngase alejarse de las malas amistades. Recuerde, es por su propio bien.
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