Qué bendición es estar nuevamente junto a Usted, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Proverbios en la serie titulada: Proverbios, sabiduría celestial para la vida terrenal. Hoy nos corresponde estudiar la última parte del capítulo 22.
En nuestro estudio bíblico último examinamos la introducción que hizo Salomón, a los treinta dichos de los sabios. Hoy vamos a comenzar a estudiar los cinco primeros.
Proverbios 22:22-23 dice: «No robes al pobre, porque es pobre, ni quebrantes en la puerta al afligido; porque Jehová juzgará la causa de ellos, y despojará el alma de aquellos que los despojaren.»
El enfoque de este dicho sabio está sobre el pobre. El mandato es a no robar o a no explotar al pobre. ¿Cuál es la razón? Simplemente porque es pobre. El pobre ya tiene una pesada carga por ser pobre, peor si sobre eso se le pone el pesado yugo de la explotación.
Cuando el pasaje bíblico dice que no se debe quebrantar en la puerta al afligido, se está refiriendo a no oprimir en los tribunales al necesitado. En ambos casos, el propósito es proteger la causa del pobre. ¿Por qué tanto interés en los pobres? La razón es porque Jehová aboga por ellos. Jehová es, por decirlo así, el abogado de los pobres. ¿Piensa que alguien saldrá bien librado al enfrentarse en un litigio en el cual Jehová es el abogado?
Por supuesto que no. Nadie puede imponerse sobre Jehová. Quien intente hacerlo saldrá perdiendo. Por eso el pasaje bíblico dice que Jehová despoja a los que intentan despojar al pobre. Debemos tener mucho cuidado con la manera como tratamos a los pobres, amable oyente. Puede ser que los pobres no tengan el valor para reclamar por el trato que reciben, pero su silencio no significa que Dios también se va quedar en silencio. Dios llamará a rendir cuentas a todos los que maltratan a los pobres.
Vamos ahora al segundo dicho de los sabios. Se encuentra en Proverbios 22: 24-25 donde dice: «No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma.»
La sabiduría popular dice que quien con lobos se junta, a aullar aprende. Justamente sobre esto nos está hablando este dicho de los sabios. No te entremetas con el iracundo, dice. El iracundo es aquel que no ha aprendido a controlar su ira y cada vez que es airado, explota violentamente. No debemos asociarnos con este tipo de personas.
También afirma el dicho: No te acompañes con el hombre de enojos. El hombre de enojos es aquel que está dispuesto a armar una pelea ante la más mínima provocación. Decimos que un hombre así se enoja hasta por ver volar a una mosca. No te asocies con este tipo de personas nos aconseja este dicho de los sabios.
¿Cuál es la razón para esto? El dicho sabio afirma: No sea que aprendas sus maneras. Esto significa, para que no te contagies de los defectos de ellos. Los defectos son muy contagiosos amable oyente. Si anda con iracundos, aprenderá a ser iracundo. Si anda con personas de mal carácter llegará a tener mal carácter. ¿Cuál es el problema con esto? Dice la palabra del Señor: Para que no tomes lazo para tu alma. Esto es una forma de decir: Para que no caigas en tu propia trampa.
El reaccionar con violencia cuando estamos airados, o el enojarse por cualquier causa, siempre será muy peligroso. Puede afectar a otros, pero de seguro nos afecta a nosotros primeramente. Personas de mal carácter, personas propensas a airarse sin control son una rica veta de ingresos económicos para los médicos.
Ahora tenemos el tercer dicho de los sabios. Se encuentra en Proverbios 22:26-27 donde dice: «No seas de aquellos que se comprometen, ni de los que salen por fiadores de deudas. Si no tuvieres para pagar, ¿por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?»
Este dicho de los sabios tiene que ver con el peligro de ser garante de alguien. Cuando habla de aquellos que se comprometen, está usando una expresión que literalmente significa, estrechar las manos, en señal de haber llegado a un acuerdo. Quienes estrechan manos en señal de acuerdo son el deudor y su garante, seguramente ante el acreedor, o el que hace el préstamo. No hagas esto, aconseja la sabiduría celestial.
Confirmando lo dicho, el pasaje bíblico dice: No seas de aquellos que salen por fiadores de deudas. Un fiador de deudas es aquel que garantiza un préstamo a alguien. ¿Por qué es que la Biblia advierte en cuanto a los peligros de ser garante de alguien? Pues porque puede ser que el deudor no pueda pagar el préstamo y en ese caso ¿A quién le tocará pagar ese préstamo? Exactamente, al garante.
Cuando eso pase, el garante estará en un gravísimo aprieto. Tendrá que responsabilizarse por esa deuda. Más vale que tenga con qué pagar, porque si no tiene con qué pagar, le tocará desprenderse de las cosas de valor que tenga, inclusive de las cosas indispensables para el bienestar, como la cama, para reunir el dinero para pagar la deuda.
¿Por qué correr este riesgo? El dicho de los sabios pregunta por tanto: ¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti? Debe ser muy triste quedarse prácticamente en la calle por haber actuado ligeramente al garantizar el préstamo a alguna persona.
Al tocar este asunto, no puedo evitar pensar en un conocido mío quien garantizó un préstamo bancario a su hija. No es que la hija quería hacer un daño a su padre, o algo por el estilo, sino que simplemente la situación económica del país se deterioró tanto, que era imposible cumplir con los pagos mensuales al Banco. Cuando cesaron los pagos, el Banco no hizo el reclamo al deudor, sino al garante, es decir al padre. Lamentablemente, lo único de valor que tenía el padre era su casa. El Banco por tanto embargó la casa y de esta manera esta persona perdió el único bien que tenía. Por algo ha de ser que la Biblia advierte en contra de ser garante de alguien. Vamos adelante.
Tenemos el cuarto dicho de los sabios. Se encuentra en Proverbios 22:28 donde dice: «No traspases los linderos antiguos que pusieron tus padres.»
Especialmente en el pasado, aunque también, en menor escala, en el presente, se demarcaba las propiedades de la gente utilizando piedras o estacas o cercas. Cuando los dueños originales morían, las propiedades pasaban al poder de sus herederos. De vez en cuando ocurría que los herederos controlados por su codicia, se las ingeniaban para mover las piedras, o las estacas o las cercas, para agrandar sus propiedades a expensas de sus vecinos. Si el vecino no era muy observador, tal vez ni se daba cuenta de que la noche anterior su vecino le había arrebatado unos cuantos metros de terreno al mover los linderos.
Puede ser que el vecino no se dé cuenta, pero Dios sí se da cuenta. Nada se puede esconder de Dios. Dios condena esta práctica malévola cuando dice: No cambies de lugar los linderos antiguos que establecieron tus antepasados. Pero detrás de esta enseñanza que es muy obvia, existe otra enseñanza que no es tan obvia. Los linderos antiguos pueden ser también el legado espiritual que recibimos de nuestros antepasados. El dicho de los sabios nos aconseja a no cambiar ese legado espiritual que hemos recibido.
En mi caso personal, yo nací en un hogar cristiano. Mis padres conocían ya al Señor cuando yo llegué a este mundo. Desde que tengo uso de razón recuerdo a mis padres poniendo esos linderos antiguos que formaron mi carácter. A los catorce años recibí a Cristo como mi Salvador. La sabiduría divina me aconseja respetar el legado espiritual que recibí de mis padres. Debo mantenerme firme en la fe, debo mantenerme firme en los principios morales en los que fui educado. Debo transmitir esos valores espirituales y morales a mis hijos, para que ellos los entreguen a las generaciones futuras. No traspases los linderos antiguos que pusieron tus padres.
Pero además del legado espiritual, los linderos antiguos podrían también entenderse en el sentido de la palabra de Dios tal cual como aparece en la Biblia. Mi responsabilidad es mantener la integridad de la palabra de Dios tal cual como aparece en la Biblia. Es triste constatar hoy en día como se cambia con tanta ligereza lo que antes se consideraba principios bíblicos fundamentales. Esto ha llevado a personas a aseverar que la salvación ya no es por gracia por medio de la fe, que la Biblia contiene errores, que los milagros no existen, que Jesucristo no es Dios, etc., etc. Pensar así es equivalente a traspasar los linderos antiguos que pusieron los padres. Cuidado con esto, amable oyente.
Muy bien. Llegamos al quinto consejo de los sabios. Se encuentra en Proverbios 22:29 donde dice: «¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición.»
Este dicho de los sabios incentiva el trabajo diligente. Un trabajador responsable y diligente siempre encontrará que se le abren las puertas de las oportunidades para mejorar en todo sentido. Por eso es que el proverbio dice que el hombre solícito en su trabajo llegará a codearse con los reyes o con los poderosos.
No son pocos los casos de personas que comienzan en la categoría más baja en una empresa, y debido a su diligencia, van ascendiendo constantemente de categoría hasta llegar a las posiciones más elevadas de la empresa. De cualquier manera, un hombre solícito en su trabajo jamás se verá dentro del montón de los mediocres. Por eso dice el proverbio que el hombre solícito en su trabajo no estará delante de los de baja condición. Ciertamente es muy beneficioso ser diligentes en nuestros trabajos.
¿Qué tal empleado es Usted amable oyente? ¿Se atrasa con frecuencia? ¿Falta a menudo? ¿Necesita supervisión constante? ¿Pierde el tiempo en cosas no relacionadas con sus responsabilidades? ¿Critica constantemente a sus superiores? ¿No se cansa de demandar mayores beneficios laborales? Si su respuesta es sí a la mayoría de estas interrogantes, entonces Usted no es un trabajador solícito y será muy difícil que llegue a codearse con los grandes.
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