Qué gozo saludarle, amiga, amigo oyente. Soy David Logacho, dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el Evangelio según Lucas. En esta ocasión, vamos a considerar el poder del Señor Jesús sobre Satanás y sus demonios.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 8:26-39. Este pasaje bíblico tiene que ver con la liberación de un hombre endemoniado. Satanás y sus demonios son seres espirituales, que tienen intelecto, pueden pensar, tienen emociones, pueden sentir, y tienen voluntad. Los demonios están sometidos a la voluntad de Satanás. La Biblia llama a los demonios espíritus inmundos porque su carácter es impuro y promueven la impureza en todo sentido. La función de los demonios es oponerse al plan de Dios, bajo la supervisión de Satanás. La posesión demoníaca significa que uno o más demonios residen en una persona incrédula, ejerciendo control e influencia directa sobre tal persona, causando algunos trastornos tanto en su mente como en su cuerpo. Los demonios no pueden poseer a un genuino creyente, no obstante, un creyente genuino puede ser el blanco de actividad demoníaca, ejercida desde fuera del creyente. Con esto en mente, vayamos al pasaje bíblico que nos corresponde estudiar el día de hoy. Lo primero que notaremos son las circunstancias en las que el Señor Jesús se encontró con el endemoniado. Lucas 8:26 dice: Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea.
Luego de una maravillosa manifestación del poder del Señor Jesús sobre la naturaleza, al poner en calma a un mar embravecido, la embarcación en la que navegaba el Señor Jesús junto a los doce, tocó tierra a orillas del mar de Galilea en una región conocida como la de los gadarenos. En este lugar, una vez más, el Señor Jesús iba a mostrar que es más poderoso que Satanás y sus huestes de demonios. El Señor Jesús va a mostrar que él es más fuerte que el hombre fuerte que tiene secuestrada una casa. Mateo 12:29 dice: Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.
En segundo lugar, tenemos el encuentro del Señor Jesús con el hombre endemoniado. Lucas 8:27 dice: Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros.
También en este caso es obvia la providencia del Señor Jesús, me refiero a esto de llegar al puerto justo en el momento que este desdichado endemoniado estaba allí. Para el Señor Jesús no existen accidentes, pues en su soberanía lo arregla todo para que se cumpla con su santo propósito. Este hombre endemoniado tenía aterrada a la región de los gadarenos, porque no tenía un lugar para vivir sino que se refugiaba en los sepulcros y andaba desnudo. Su mente estaba totalmente controlada por los demonios. Según el relato de Mateo, eran dos los endemoniados que se encontraron con el Señor Jesús, pero uno solo hizo uso de la palabra. Mateo también dice que estos endemoniados eran feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Por esto dije que estos endemoniados sembraban el terror en la región de los gadarenos. Nadie se podía poner al frente de ellos, excepto el Señor Jesús y no para jactarse de su poder sino para librar a este pobre hombre del poder maligno que lo controlaba. En tercer lugar tenemos al Señor Jesús confrontando a los demonios. Lucas 8:28-29 dice: Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.
Luk 8:29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.)
Cuando el endemoniado puso su mirada en el Señor Jesús, lanzó un grito estremecedor. Eran los demonios que habitaban a él utilizando las cuerdas bocales del endemoniado. El Señor Jesús no salió corriendo como seguramente lo hicieron algunos que lo acompañaban. Ante esto, el endemoniado se postró o se acostó a los pies del Señor Jesús y a voz en cuello exclamó: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. Nuevamente aquí, era uno de los demonios quien hablaba por boca del hombre endemoniado. Interesante que el demonio sabía a ciencia cierta que el Señor Jesús es Dios, por eso le dijo: Hijo del Dios Altísimo. Los demonios creen en Dios y tiemblan, pero su creencia es puramente intelectual, porque rehúsan someterse a él. Mucha gente también, dice que cree en Dios, pero la falsedad de esta declaración queda en evidencia cuando esta gente no obedece lo que Dios dice. El demonio se sentía amenazado por la presencia del Señor Jesús. Por eso decía: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Además, el demonio se sentía atormentado por la presencia del Señor Jesús, por eso dijo: Te ruego que no me atormentes. Es el temor que se genera en los demonios cuando se ven cara a cara con el Señor Jesús. Lucas provee de información adicional para entender mejor el pánico que tenían los demonios al estar cara a cara con el Señor Jesús. Lo que pasa es que el Señor Jesús estaba ordenando al demonio que salga de ese pobre hombre. La condición de este hombre era desastrosa. Los demonios se habían apoderado de él desde hace mucho tiempo atrás. La gente lograba atarle con cadenas y grillos, pero inmediatamente los demonios por medio del hombre rompían las cadenas e impulsaban al hombre a escapar a los desiertos. En cuarto lugar tenemos el diálogo del Señor Jesús con el endemoniado. Lucas 8:30 dice: Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él.
Note que ahora el Señor Jesús no está hablando a los demonios sino al hombre endemoniado. Le hizo una pregunta: ¿Cómo te llamas? La respuesta del hombre endemoniado añade un elemento más a su triste condición. La respuesta del hombre fue: Legión. Este pobre hombre usaba un nombre que hacía alusión a su terrible condición. La palabra legión la usaban los militares romanos para referirse a una fuerza de 3.000 a 6.000 hombres. El pobre hombre estaba poseído por una legión, entre 3,000 a 6,000 demonios. Con razón que la situación de este hombre era en extremo trágica. En quinto lugar, tenemos al Señor Jesús expulsando los demonios de este hombre. Lucas 8:31-36 dice: Y le rogaban que no los mandase ir al abismo.
Luk 8:32 Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio permiso.
Luk 8:33 Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó.
Luk 8:34 Y los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos.
Luk 8:35 Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo.
Luk 8:36 Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.
Los demonios se resistían ser confinados en el abismo, y por eso rogaron al Señor Jesús que les permita entrar en un hato de muchos cerdos que pacían en el monte. El Señor Jesús accedió al pedido y los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos. Los cerdos endemoniados se volvieron locos, y todos ellos se precipitaron por un despeñadero al mar y se ahogaron. Todo esto en presencia de los que apacentaban a los cerdos. Al ver todo esto, los que apacentaban a los cerdos salieron en precipitada carrera y llevaron la noticia por la ciudad y los campos. Cuando lo oyó la gente, salió a confirmar la noticia y se encontraron con un cuadro inesperado. El ex endemoniado estaba vestido, en su cabal juicio, y más hermoso todavía, sentado a los pies de Jesús, me imagino, aprendiendo de él. Esto les infundió gran temor. El temor se acrecentó cuando los que vieron todo lo que pasó contaron como habían sucedido las cosas. En sexto lugar, tenemos la absurda decisión de los habitantes de la región de gadara. Lucas 8:37 dice: Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se marchase de ellos, pues tenían gran temor. Y Jesús, entrando en la barca, se volvió.
En lugar de sentirse bendecidos, por lo que el Señor Jesús había hecho con el endemoniado, llenos de temor, los habitantes de Gadara se juntaron para pedir al Señor Jesús que se vaya de sus contornos. De esta manera despreciaron al Hijo de Dios. El Señor Jesús por tanto, entró en la barca y se dispuso a volver al lugar del cual había venido. Pero antes de partir, tenía que hacer un encargo al ex endemoniado. En séptimo lugar tenemos el encargo del Señor Jesús al endemoniado. Lucas 8:38-39 dice: Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él; pero Jesús le despidió, diciendo:
Luk 8:39 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.
Libre de los demonios, el hombre tenía tanta gratitud al Señor, que no quería separarse de él, pero el Señor Jesús tenía algo mejor para él. Le pidió que vaya a su casa y cuente a todos las grandes cosas que Dios ha hecho con él. El hombre obedeció el encargo al pie de la letra. Gran ejemplo para todos aquellos que hemos sido librados de la condenación y del poder del pecado, por la obra de nuestro Salvador. Debemos contar a todos cuan grandes cosas ha hecho Dios con nosotros.
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