Cordiales saludos amable oyente. Gracias por su sintonía. Estamos estudiando el modelo de oración que el Señor Jesús enseñó a sus discípulos, lo que comúnmente se conoce como el Padrenuestro. En nuestro último estudio bíblico, vimos que la oración se dirige a Dios en su función como Padre. Esto enfatiza la relación íntima y personal que debe existir entre quien hace la oración y Dios quien recibe la oración. Es una relación de Padre a hijo. Quien no tiene esta relación íntima y personal con Dios no puede hacer esta oración. La única forma de que un pecador pueda llegar a ser hijo de Dios es por medio de recibir por la fe al Señor Jesús como Salvador. Los que somos hijos de Dios nos acercamos al Padre reconociendo que somos parte de una hermandad de hijos de Dios y por tanto debemos mirar los intereses de los demás y no solo los nuestros. Dios, el Padre es soberano en los cielos, no sólo el que rodea la tierra, sino en el universo y en su misma morada eterna. Que privilegiados que somos los hijos de Dios al poder entrar a la misma presencia de un Padre tan extraordinario. En esta oportunidad vamos a estudiar el primero de los motivos de oración: Santificado sea tu nombre.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Mateo 6:9-13. En este pasaje bíblico tenemos la oración modelo que el Señor Jesús enseñó a sus discípulos. En cuanto a los pedidos de oración, encontramos siete de ellos, divididos en dos grupos. Los primeros tres pedidos tienen que ver con los intereses de Dios y los segundos cuatro pedidos tienen que ver con los intereses del hombre. Esto es digno de notar. Al orar debemos poner por delante los intereses de Dios y después los intereses nuestros. Sin embargo, pocas veces lo hacemos porque cuando oramos, la mayoría de las veces nos enfocamos exclusivamente sobre nuestros intereses y si por acaso nos acordamos de los intereses de Dios, los ponemos al último. La oración modelo da prioridad a los intereses de Dios sobre nuestros intereses. El primer motivo de oración dice lo siguiente: Santificado sea tu nombre. El verbo santificar significa hacer santo, o poner aparte algo para un propósito especial. El nombre de Dios encierra todo lo que él es. Es la expresión de su carácter. Uno de sus nombres más utilizados en el Antiguo Testamento es Jehová, la forma Castellana de las cuatro consonantes YHWH que significa: Yo soy el que soy. El Dios cuyos propósitos son ciertos, cuya voluntad es soberana, cuya palabra es irrevocable. Pero a medida que pasaba el tiempo su pueblo comenzó a usar varias combinaciones de este maravilloso nombre. Uno de ellos, Jehová-jireh, o Jehová proveerá. Con este nombre fue conocido por Abraham en el monte Moriah cuando ofreció a su hijo Isaac en un acto de máxima sumisión a la voluntad de Dios. Allí Dios proveyó el carnero para el holocausto en lugar de Isaac. Otro nombre fue Jehová-nisi, cuyo significado es Jehová mi estandarte. Moisés usó este nombre para Dios cuando hubo una batalla de Israel contra Amalec en Refidim. Sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Así Dios dio una formidable victoria a Israel. En agradecimiento, Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-Nisi, Jehová mi estandarte. Otro nombre fue Jehová-Salom, cuyo significado es Jehová es mi paz. Cuando Dios llamó a Gedeón y le sacó de sus tareas rutinarias para liderar una obra para la cual se sentía totalmente incapaz, la liberación del pueblo de Israel, Gedeón edificó un altar a Jehová y lo llamó Jehová-Salom, Jehová es mi paz. Otra vez Jehová se dio a conocer como Jehová-Tsidkenu, nombre que significa Jehová justicia nuestra. Con este nombre se reveló a Jeremías en los días del cautiverio cuando el pueblo estaba en la desgracia más grande que se pueda imaginar. La situación no iba a ser siempre así, porque había un Dios que traería justicia plena y perdurable, Jehová justicia nuestra. Así es amable oyente, Dios ha dado a conocer su carácter por medio de estos y muchos otros nombres más. El nombre encierra todo lo que Dios es. Cuando en la oración modelo decimos al Padre: Santificado sea tu nombre, estamos afirmando que todos los que somos hijos de Dios reconocemos que Él es único, que no hay nada ni nadie ni en este mundo ni fuera de él, que se le parezca ni de lejos. Él es el eterno Yo Soy, Él es mi todo proveedor, Él es el único que me puede dar victoria en las luchas más enconadas de la vida, Él es lo único que me puede otorgar paz en medio del vaivén de la vida, Él es el único que puede garantizar justicia absoluta, y tantas otras cosas más. Cuando oramos al Padre y le decimos: Santificado sea tu nombre, es un deseo de que todos los que somos sus hijos nos despojemos de todos nuestros ídolos que conciente o inconscientemente nos hemos fabricado. Muchas veces confiamos más en nuestra propia capacidad que en Dios. Muchas veces confiamos más en lo que las personas puedan hacer por nosotros que en Dios. Muchas veces confiamos más en nuestros propios recursos que en Dios. Al decir al Padre: Santificado sea tu nombre estamos derribando todos esos altares sagrados a los ídolos. Pero existe algo más que está implícito en ese pedido. Santificado sea tu nombre tiene también que ver con que el anhelo más ardiente de mi ser debe ser manifestar el nombre del Señor Jesús y el carácter de Dios. De manera que debo estar supremamente interesado en que cada detalle de mi vida sea para la gloria del Señor Jesús. En otras palabras, por el hecho que puedo mirar a Dios y llamarle Padre y por el hecho que entiendo lo más posible todo lo que encierra su nombre, es decir su carácter, entonces debo honrar esa relación por medio de vivir de acuerdo con esa alta dignidad. De manera que, cualquier cosa que pensamos hacer, antes de hacerla, debemos hacernos la pregunta: ¿Es esto para la gloria de Dios? ¿Puedo escribir: Santificado sea tu nombre, sobre los planes que estoy diseñando? ¿Están todas las actividades dentro de ese plan orientadas a traer gloria al nombre del Señor Jesús? En cuanto a los libros que leo, ¿puedo sinceramente decir: Santificado sea tu nombre, en todos ellos? Si detecto algo que de alguna manera no está trayendo gloria al nombre de Dios, debo desecharlo inmediatamente. Esto se aplica también a los amigos que hago y a la manera como los trato. Si detecto algo que no trae gloria al nombre el Señor Jesús en las amistades que tengo o que pienso tener, debería cortarlas inmediatamente caso contrario no podría dirigirme al Padre diciendo: Santificado sea tu nombre. Esto se aplica también a los hábitos que tengo. Si hay algo que con sinceridad no veo que trae gloria al nombre del Señor Jesús entonces debo cortar ese hábito. Piense por ejemplo en las cosas que mira en la televisión. Usted debería ser muy selectivo en lo que ve. Si hay escenas o programas que de ninguna manera traen gloria al nombre del Señor Jesucristo, debería apagar el televisor o al menos cambiar de canal. Lo mismo podríamos decir sobre todas nuestras actividades recreativas. ¿Están dando gloria al nombre del Señor Jesús? Si no lo están, debería evitarlas. Todo esto está implicado en el pedido: Santificado sea tu nombre. Pero no olvide que en no pocas ocasiones, Dios nos prueba con circunstancias difíciles que nosotros no hemos buscado, como una enfermedad, una pérdida de trabajo, un fracaso económico, la muerte de un ser querido, y tantas otras cosas más. ¿Cómo reaccionamos cuando somos probados de estas o de algunas otras maneras? ¿Verdad que muchas veces reaccionamos negativamente y pensamos que Dios se ha equivocado o que es injusto al tratarnos de esa forma? Pero si queremos en realidad decir: Santificado sea tu nombre, deberíamos ver a Dios en todo lo que nos sucede, tanto en las cosas que consideramos placenteras como en las cosas que nos causan dolor y aflicción. Dios jamás hará algo para lastimarnos o destruirnos, entonces nuestra actitud en medio de las pruebas debería ser de dar gloria al nombre del Señor Jesús. Deberíamos decirle: Señor, aunque me duele esto que me está pasando, sin embargo sé que tú estás en control de todo y de alguna manera que por lo pronto yo no entiendo, tú usarás esta situación para que tu nombre sea glorificado. Señor dame sabiduría para entender lo que tú estás haciendo. Esto también está implicado en ese pedido: Santificado sea tu nombre. En conclusión amable oyente, la primera y más importante petición de oración, en la oración modelo que el Señor Jesús enseñó a sus discípulos es: Santificado sea tu nombre. Esto significa un reconocimiento de que nada ni nadie debe competir con la gloriosa persona del Padre, en quien encontramos todo lo que necesitamos, y además que todo lo que hacemos debe buscar siempre que el nombre del Señor Jesús sea glorificado.
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