Qué grato es saludarle amable oyente. Le habla David Logacho, dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el evangelio según Lucas. En esta oportunidad vamos a estudiar el relato del nacimiento de Juan el Bautista y los eventos que acontecieron en esa ocasión.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 1 a partir del versículo 57. Este pasaje bíblico tiene que ver exclusivamente con Juan, a quien se le conoce como Juan el Bautista. Lo primero que notamos es el nacimiento de Juan. Permítame leer el texto en Lucas 1:57-58. La Biblia dice: Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo.
Luk 1:58 Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella.
Por lo que vimos en nuestro último estudio bíblico, la virgen María estuvo de visita en la casa de Elisabet y Zacarías, en las montañas de Judea, durante los tres últimos meses de gestación de Elisabet. Esto hace pensar que la virgen María, quien para entonces ya debe haber concebido del Espíritu Santo al niño Jesús, debe haber estado presente cuando Elisabet dio a luz a su hijo. Lucas se limita a relatar que cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. Fue el cumplimiento de lo que Dios anunció nueve meses antes al sacerdote Zacarías, cuando ofrecía el incienso en el templo. El ángel Gabriel también dijo a Zacarías que el nacimiento de su hijo producirá gozo y alegría y muchos se regocijarán de su nacimiento. Esto igualmente se cumplió tal como lo anunció el ángel. Lucas dice que cuanto oyeron los vecinos y los parientes que el niño había nacido, se regocijaron con Elisabet. Familia y vecinos sabían que había acontecido un milagro, porque tanto Zacarías como Elisabet eran viejos y encima de eso, Elisabet era estéril. Pero para Dios nada es imposible. La gente que se regocijaba llegó a la única conclusión sensata: Dios ha engrandecido su misericordia, o su amor leal, para con Elisabet y ciertamente también para con Zacarías. Inmediatamente Lucas relata los hechos que acontecieron cuando los padres del niño le llevaron al templo para ser circuncidado conforme al mandato de Dios. Lucas 1:59-63. La Biblia dice: Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño;(K) y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías;
Luk 1:60 pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan.
Luk 1:61 Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.
Luk 1:62 Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le quería llamar.
Luk 1:63 Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
A los ocho días de nacido, Zacarías y Elisabet llevaron a su hijo al templo para que sea circuncidado. Todo esto era conforme a lo que Dios había ordenado para su pueblo. Levítico 12:2-3 dice: Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda.
Lev 12:3 Y al octavo día se circuncidará al niño.(A)
La costumbre de la época entre los judíos era que al momento de la circuncisión del niño se le asignaba también el nombre y lo natural era que el nombre del primogénito sea idéntico al de su padre o al de algún pariente cercano. Esto explica por qué la gente que estaba presente en la circuncisión del niño le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías. Es entonces cuando intervino la madre Elisabet diciendo: No; se llamará Juan. Zacarías debe haber compartido a señas, o por escrito, con Elisabet su esposa, lo que el ángel Gabriel le dijo cuando le anunció el nacimiento de su hijo. El hijo debía llamarse Juan, nombre que significa: Dios es grande. Al oír lo que dijo Elisabet, la gente mostró su extrañeza, diciendo: ¿Por qué? No hay nadie entre tus parientes que se llame con ese nombre. Como la gente no logró convencer a la madre, consultaron al padre. La comunión con el padre, Zacarías, no era nada fácil, porque quedó mudo hace más de nueve meses atrás cuando manifestó duda en cuanto al anuncio del ángel Gabriel y pidió alguna prueba. De manera que a señas se hicieron entender para preguntar a Zacarías cómo quería llamar al niño. Ante el requerimiento, Zacarías pidió una tablilla para escribir. Allí escribió las memorables palabras: Juan es su nombre. Las dudas en Zacarías desaparecieron. Tuvo que pagar un alto precio. Estar mudo como por nueve meses no debe haber sido sencillo para él, peor todavía siendo un sacerdote como era. Un sacerdote mudo es simplemente inconcebible. A veces Dios trae a nuestra vida situaciones complejas para ayudarnos a confiar en Él. Zacarías aprendió su lección y con su propio puño y letra escribió: Juan es su nombre. La respuesta de Zacarías causó asombro a todos los asistentes. Ahora todos sabían que estaban ante una obra sobrenatural que sólo Dios puede hacer. Ni bien Zacarías terminó de escribir en la tablilla, aconteció lo que Lucas registra entre los versículos 64-66. La Biblia dice: Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios.
Luk 1:65 Y se llenaron de temor todos sus vecinos; y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas.
Luk 1:66 Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.
Dios cumplió una vez más su palabra. El ángel dijo a Zacarías que quedaría mudo a causa de su incredulidad hasta que nazca su hijo. Dios hizo otro milagro. Hizo que un mudo hable. A esto se refiere Lucas cuando dice que fue abierta su boca y suelta su lengua. ¿Qué fue lo que primero pronunció Zacarías después de más de nueve meses de estar mudo? El texto dice que habló bendiciendo a Dios. Qué interesante. ¿Recuerda las circunstancias cuando Zacarías quedó mudo? Era cuando estaba en el lugar santo del templo de Jerusalén ofreciendo el incienso. Lo que todos esperaban de él una vez que termine su tarea, era que salga del lugar santo y proclame la bendición sacerdotal que aparece en Números 6:24-26. La Biblia dice: Jehová te bendiga, y te guarde;
Num 6:25 Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
Num 6:26 Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.
Pero Zacarías no pudo expresar esta bendición porque estaba mudo. Cuando Zacarías recuperó el habla, lo primero que hizo fue bendecir a Dios. Algo que tuvo que esperar tanto para poder hacerlo. La gente que estaba presente se llenó de temor. Era obvio que quien estaba detrás de todo esto era Dios. Al reconocerlo la gente se llenó tanto de un temor de miedo, como de un temor reverencial. Cuando la gente contempla algo que no es natural y que Dios es su autor, se llena de temor porque toma conciencia de su propia limitación y toma conciencia de la grandeza y poder de Dios. La noticia se debe haber regado como pólvora sobre las montañas de Judea. Era el tema de conversación de todos los vecinos de Zacarías y Elisabet. Todos tenían la oportunidad de exaltar a Dios por sus maravillosos hechos. Esto es lo que sucede cada vez que Dios se manifiesta de una manera sobrenatural. El nombre de Dios es admirado aún por aquellos que no quieren saber nada de Él. Pero estos hechos en el templo de Jerusalén no sólo hicieron llenar de temor a la gente que estaba allí presente. Lucas pone especial cuidado en mencionar que todos los que oían estas cosas, las guardaban en su corazón. Esto significa que tenían mucho para pensar y reflexionar. La manifestación sobrenatural de Dios, no debe haber sido algo accidental. Dios jamás hace cosas por accidente. Dios seguramente estaba preparando algo grandioso. Lo que la gente no sabía por el momento era que aquel niño que había nacido en la vejez de Elisabet era nada más y nada menos el precursor de Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios, el Rey de Israel. Dios es un Dios de orden. Lo que Él hace siempre obedece a un plan soberano para que se cumpla su voluntad. Al ver todo lo que había pasado, la gente que estaba en el templo se hacía una sola pregunta: ¿Quién, pues, será este niño? La forma como se anunció su nacimiento, la forma como fue concebido por un hombre de edad avanzada en una mujer que era estéril, la forma como su padre tuvo que pagar el precio por haber dudado, y tantas otras cosas más, condujo a la gente a la conclusión que Juan no era un niño común y corriente. Mas tarde, el Señor Jesús dijo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan. El pasaje bíblico que estamos estudiando finaliza con una declaración llena de significado. Dice que la mano del Señor estaba con Juan. A partir de este momento, la Biblia no dice nada más de Juan, hasta cuando, ya adulto, aparece predicando en el desierto, preparando el camino para la venida del Señor Jesucristo. Dios está desplegando su maravilloso plan para la salvación del pecador.
Leave a comment