Nuevamente llegamos hasta usted para compartir algo mas del interesante tema que estamos desarrollando “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo” en contados instantes David Logacho estará frente a este micrófono para seguir compartiendo con nosotros este estudio.
I. Introducción. Saludos y bienvenida. La serie se titula: La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo. Lo último que estudiamos fue el poderoso mensaje que Pedro predicó el día de Pentecostés, cuando nació la iglesia de Cristo. Pedro mostró evidencia irrefutable para comprobar que Jesús nazareno es el Salvador, el Cristo el Mesías de Israel. Terminó su mensaje con estas contundentes palabras: Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Veamos qué es lo que pasó a continuación. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos 2 a partir del versículo 37.
II. En primer lugar tenemos la reacción de la gente al mensaje que predicó Pedro. Hechos 2:37 dice: Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro habló en el poder del Espíritu Santo y fue muy claro y directo en cuanto a que los judíos habían entregado al mismísimo Cristo a los romanos para que lo crucifiquen. Al oír esto, los varones israelitas se compungieron de corazón. Compungir tiene que ver con punzar. Habla de contristarse o dolerse uno por alguna culpa o pecado propio. Tal vez podríamos decir que al reconocer su error, los varones israelitas se sentían como si se les hubiera clavado un puñal en el corazón. Esto les condujo a algo práctico. Los varones israelitas no se conformaron solo con la emoción. Con su corazón compungido dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Era el mismo Espíritu Santo llevando a los varones israelitas al punto de la decisión.
III. Veamos cual fue la réplica de Pedro y los otros apóstoles. Hechos 2:38-40 dice: Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Pedro exhorta a hacer dos cosas, las cuales, una vez realizadas producen un resultado. La primera cosa que tenían que hacer es arrepentirse. El verbo aparece conjugado en modo imperativo, indicando que se trata de un mandato. El verbo arrepentirse significa un cambio en la forma de pensar que resulta en un cambio en la forma de actuar. En este caso, los varones israelitas tenían que cambiar su forma de pensar acerca de Jesús nazareno, y dejar de pensar que era un hombre cualquiera, y comenzar a pensar que él es el Hijo de Dios, el Cristo, el Mesías de Israel, el Salvador, quien murió y resucitó y hoy está vivo a la diestra de Dios. Este arrepentimiento tenía que manifestarse en un cambio en la forma de actuar. Los varones israelitas arrepentidos tenían que hacer algo. ¿Qué es lo que tenían que hacer? Esto nos conduce a la segunda cosa que tenían que hacer. Tenían que bautizarse cada uno en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados. Detengámonos aquí momentáneamente, porque estas palabras de Pedro han sido muy mal utilizadas para apoyar doctrinas erradas. No reviste dificultad el entender que Pedro está hablando de ser bautizados en agua, por inmersión, para los que tenemos esta convicción. La dificultad radica por un lado en pensar que se trata de un bautismo en agua diferente del que el Señor Jesucristo enseñó en Mateo 28:19-20 cuando dijo: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Pero no es así. No se trata de un bautismo diferente. Pedro dijo a los varones israelitas que se habían arrepentido que se bauticen en el nombre de Jesucristo, en el sentido de identificarse públicamente con alguien a quien antes lo catalogaron como un criminal, digno de morir crucificado. Además los varones israelitas que se habían arrepentido, no tenían problema en identificarse con el Padre y con el Espíritu Santo, pero hasta ese momento tenían mucho problema para identificarse con Jesús nazareno, aceptándolo como el Señor, o Jehová, o el Cristo o el Mesías. Por eso tenían que bautizarse en el nombre de Jesucristo. Además, por otro lado, leyendo superficialmente las palabras de Pedro, parecería como si estuviera diciendo que el hecho de bautizarse en el nombre de Jesucristo da como resultado el perdón de pecados. Si fuera así, los que creen que el perdón de pecados resulta de bautizarse en agua, estarían en lo correcto, pero no hay tal. El perdón de pecados resulta de recibir al Señor Jesucristo como Salvador, mas no de bautizarse en agua. Si el perdón de pecados fuera resultado de bautizarse en agua, el ladrón que se arrepintió estando en la cruz nunca hubiera sido perdonado de sus pecados, porque jamás fue bautizado en agua, sin embargo la Biblia dice que fue perdonado de pecados porque el Señor Jesús le dijo: De cierto, de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lo que Pedro en realidad está diciendo a los varones israelitas arrepentidos es que por el hecho de ya haber sido perdonados de sus pecados, deben proceder a bautizarse en agua, identificándose públicamente con Jesús nazareno, quien en realidad es el Señor, Jehová, el Mesías, el Cristo. Así que los varones israelitas que estaban compungidos de corazón al oír el mensaje de Pedro, tenían que arrepentirse y bautizarse en el nombre de Jesucristo. ¿Qué es lo que iba a resultar cuando lo hagan? Pedro les dijo: Y recibiréis el don del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es un don, o un regalo, porque es dado gratuitamente a todos aquellos que reciben al Señor Jesucristo como Salvador. Seguramente Usted habrá notado, que en este caso, el don del Espíritu Santo iba a ser dado después que los varones israelitas creyentes se bauticen en el nombre de Jesucristo. Este hecho ha conducido al error a no pocos creyentes al pensar que hoy en día también, los creyentes primeramente deben bautizarse en agua, para luego recibir el don del Espíritu Santo. Pero no es así. Lo que pasa es que el libro de Hechos es un libro transicional. Esto se hace evidente en la forma como se recibió el don del Espíritu Santo. En el caso de Hechos 2:38 los actores fueron creyentes judíos exclusivamente. En este caso el orden para recibir el Espíritu Santo fue el siguiente: Primero arrepentimiento, segundo, bautismo en agua y tercer la recepción del Espíritu Santo. En Hechos 8:14-17, los actores fueron creyentes samaritanos, una mezcla de judío y gentil. En este caso, el orden para recibir el Espíritu Santo fue el siguiente: Primero, creyeron; segundo, fueron bautizados en agua; tercero, los apóstoles oraron por ellos; cuarto, los apóstoles les impusieron las manos; quinto, recibieron el Espíritu Santo. En Hechos 10:44-48, los actores fueron gentiles creyentes. En este caso, el orden para recibir el Espíritu Santo fue el siguiente: Primero, creyeron; segundo, recibieron el Espíritu Santo; tercero, fueron bautizados en agua. Finalmente, en Hechos 19:1-7, los actores fueron los discípulos de Juan el Bautista. En este caso, el orden para recibir el Espíritu Santo fue el siguiente: Primero, creyeron; segundo fueron bautizados en agua; el apóstol Pablo les impuso las manos; cuarto, recibieron el Espíritu Santo. Esto no significa que hoy en día también existen estas cuatro maneras de recibir el don del Espíritu Santo. Como la iglesia ya no está en sus inicios, hoy en día, el orden para la recepción del Espíritu Santo es el mismo que operó para los creyentes gentiles, en Hechos 10:44-48, esto es: primero, creer; segundo, recibir el Espíritu Santo y tercero, ser bautizado en agua. Volviendo al sermón de Pedro en el día de Pentecostés, Pedro da a conocer que recibir el don del Espíritu Santo era el cumplimiento de la promesa que hizo el Señor a los varones israelitas que justamente estaban escuchando el mensaje y para sus hijos. Interesante que poco antes de que el Señor Jesús fueran entregado para ser crucificado, los judíos dijeron: Sea su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos. Estaban asumiendo plena responsabilidad por haber entregado injustamente al Señor Jesús para que sea crucificado. En su gracia y misericordia, ahora Dios les está concediendo una oportunidad de perdón para ellos y también para sus hijos. La oportunidad de perdón también se extiende para todos cuantos el Señor nuestro Dios llamare. El pasaje bíblico prosigue diciendo que con otras muchas palabras, Pedro les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Esto significa: Reciban al Señor Jesucristo como su Salvador y de esa manera líbrense de la condenación que Dios derrama sobre los incrédulos. ¿Cuál fue el resultado de todo esto?
IV. El resultado en la gente que oyó el mensaje de Pedro fue maravilloso. Note lo que dice Hechos 2:41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.
Qué maravilla, los que fueron tocados por la palabra de Dios y recibieron al Señor Jesucristo como Salvador, fueron como tres mil personas. Todas estas personas fueron inmediatamente bautizadas en agua. El mismo día que nació la iglesia de Cristo, llegó a tener más de tres mil personas. Fue la obra maravillosa de Dios por medio de su Espíritu. En nuestro próximo estudio bíblico vamos a ver lo que sucedió después.
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