Reciba cordiales saludos amable oyente. Soy David Logacho, dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Lucas. En el estudio bíblico de hoy veremos al Señor Jesucristo haciendo su obra maestra de rescatar a personas proscritas por la sociedad judía de su tiempo.
Si tiene una Biblia le invito a abrirla en Lucas 5:27-39. Este pasaje bíblico comienza con el llamamiento de Leví, más tarde llamado Mateo. Lucas 5:27-28 dice: Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme.
Luk 5:28 Y dejándolo todo, se levantó y le siguió.
Es posible que este evento haya tenido lugar poco después del milagro que realizó el Señor Jesús al sanar al paralítico que fue bajado por unos hombres por el tejado de una casa. Al salir, el Señor Jesús vio a un publicano llamado Leví. Un publicano era un judío que estaba a servicio del imperio romano. En el caso de Leví, su ocupación consistía en recaudar los tributos que los judíos, en su calidad de pueblo dominado, tenían que pagar al gobierno romano. No es extraño por tanto que los publicanos sean muy mal vistos por la sociedad judía. Se los consideraba como traicioneros. Los publicanos por su parte, hacían todo lo posible para merecer el odio y el desprecio de sus paisanos. Eran corruptos hasta la médula. El Señor Jesús tomó la iniciativa, en lugar de distanciarse de Leví, como haría cualquier otro judío, el Señor Jesús se acercó a Leví. El texto dice que lo vio. Leví se habrá quedado frío. Nadie jamás le había dirigido una mirada así. No era una mirada de desprecio ni de recriminación, sino una mirada de amor. La mirada lo decía todo. El Señor Jesús simplemente le dijo una palabra: Sígueme. Lo que sucedió a continuación fue asombroso. Dice el texto que Leví, dejándolo todo, se levantó y le siguió. Maravilloso, que magnífico ejemplo de entrega al Señor. Toda la fortuna de Leví, que seguramente era mucha, aunque mal habida, perdió su resplandor, cuando Leví miró a los ojos del Señor Jesús. A partir de este momento, Leví era un nuevo hombre, inclusive su nombre fue cambiado. Comenzó a llamarse Mateo, nombre que significa el regalo de Dios. En segundo lugar, vamos a considerar el desacuerdo de los escribas y fariseos. Lucas 5:29-32 dice: Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos.
Luk 5:30 Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?(E)
Luk 5:31 Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
Luk 5:32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Leví, o Mateo, estaba tan gozoso por haber sido transformado por el Señor Jesús, que ni bien se presentó la ocasión invitó a su casa a todos los publicanos que conocía, y a otros, para participar de un banquete en honor del Señor Jesús a quien debía su nueva vida. De seguro que Leví quería que muchos otros publicanos tengan también la oportunidad de ser transformados por el Señor Jesús así como él fue transformado totalmente. El gozo de tener al Señor Jesús en la casa debe haberse percibido a la distancia. Lamentablemente, así como había muchos que se gozaban alrededor del Señor Jesús, había otros, los escribas y los fariseos, que estaban en total desacuerdo con lo que estaba haciendo el Señor Jesús. Estos escribas y fariseos eran los mismos que habían visto al Señor Jesús perdonando los pecados y sanando totalmente al paralítico que fue bajado por el tejado de una casa. Estos escribas y fariseos eran los mismos que en esa misma ocasión quedaron sobrecogidos de asombro y glorificaban a Dios y llenos de temor decían: Hoy hemos visto maravillas. Pero este fervor se terminó muy pronto y ahora los tenemos cuestionando al Señor Jesús y a sus discípulos. El reclamo fue: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? El Señor Jesús y sus discípulos no encajaban en el molde de los escribas y fariseos, porque éstos despreciaban tanto a los publicanos y pecadores que jamás pensarían acercarse a ellos, peor comer con ellos. No olvide que en la sociedad judía, el comer con alguien era máxima muestra de comunión. ¿Cómo es posible que alguien que supuestamente era el Cristo, el Mesías de Israel, esté comiendo con la gente más despreciada y pecadora de Israel. No lo podían comprender. El Señor Jesús utilizó una ilustración muy clara y directa como respuesta. Dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Si una persona piensa que está sana, no tiene por qué recurrir a un médico. Pero si una persona sabe que está enferma, más vale que recurra a un médico. Esto explica por qué los publicanos y pecadores estaban tan gozosos alrededor del Señor Jesús. El propósito del Señor Jesús para venir a este mundo no fue para llamar a los justos al arrepentimiento, porque los justos no tienen nada de qué arrepentirse. El problema es que no existen justos en el mundo, excepto uno, el Señor Jesucristo. Los escribas y fariseos se creían justos, pero en realidad eran tanto o más pecadores que los publicanos, pero en su orgullo se resistían a reconocerlo. El propósito del Señor Jesús para venir a este mundo es llamar a los pecadores al arrepentimiento y por eso el Señor Jesús estaba en medio de publicanos y pecadores. Esta respuesta del Señor Jesús, no tapó la boca de los escribas y fariseos. Ahora van a la carga con el asunto del ayuno. Lucas 5:33-35 dice: Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben?
Luk 5:34 El les dijo: ¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos?
Luk 5:35 Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán.
Viendo el gozo de los discípulos del Señor Jesús y de los publicanos y pecadores, los escribas y fariseos hicieron una pregunta al Señor Jesús: ¿por qué los discípulos de Juan el Bautista ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero tus discípulos comen y beben? Es obvio que los escribas y fariseos que preguntaron esto al Señor Jesús, pensaban que tener la cara larga es sinónimo de santidad. El Señor Jesús respondió esta pregunta con otra ilustración. Esta vez con una boda. Las bodas judías duraban una semana y era un tiempo de gozo desbordante y felicidad. Al usar esta ilustración el Señor Jesús estaba diciendo a sus detractores: Yo he venido para que mis discípulos estén tan gozosos como si estuvieran en fiesta de bodas, y no tristes como si estuvieran en un funeral. Sin embargo, llegará un momento, cuando yo seré quitado, refiriéndose a su muerte, y en ese momento, mis discípulos ayunarán. En el Antiguo Testamento se nota que algunas fiestas judías incluían el ayuno, pero el Nuevo Testamento no ordena ayunar a los creyentes. Sin embargo, el ayuno era una de las prácticas de los creyentes de la iglesia primitiva. Los escribas y fariseos querían que el Señor Jesús se acomode o se amolde a sus prácticas, algunas derivadas del Antiguo Testamento, pero muchas otras inventadas por ellos. En respuesta, el Señor Jesús usa dos parábolas. La primera tiene que ver con remendar un vestido viejo sacando el remiendo de un vestido nuevo. Note lo que dice Lucas 5:36. Les dijo también una parábola: Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo.
Sería absurdo que una persona pretenda remendar un vestido viejo cortando un pedazo de tela de un vestido nuevo. El resultado sería tener un vestido nuevo pero con agujero, y un vestido viejo con un remiendo que no armoniza. De la misma manera es absurdo que los escribas y fariseos pretendan, remendar su vieja y anticuada doctrina, sacando un remiendo de lo que el Señor Jesús estaba enseñando. Es una forma de decir a los escribas y fariseos: Lo que ustedes practican no puede adaptarse de ninguna manera a lo que yo estoy enseñando. Desechen lo viejo y tomen lo nuevo. Desechen sus vetustas enseñanzas y adopten lo que yo estoy enseñando. La segunda parábola tiene el mismo propósito, pero usa los odres viejos y los odres nuevos. Lucas 5:37-39 dice: Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán.
Luk 5:38 Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan.
Luk 5:39 Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor.
Los odres eran recipientes de cuero para guardar el vino. Sería absurdo que una persona eche vino nuevo en odres viejos. Si lo hiciera, el vino nuevo se fermentaría y los gases producto de la fermentación harían explotar los odres viejos y el vino se derramaría y se perdería. Lo sensato es echar el vino nuevo en odres nuevos, de modo que cuando el vino nuevo se fermente, los odres nuevos también se expandan sin explotar. Igualmente, si alguien prueba un vino añejo no querrá probar un vino nuevo, porque el vino añejo es de mejor calidad. Todo esto es una forma clara y precisa de mostrar que lo que el Señor Jesús estaba enseñando no se puede adaptar a la caduca enseñanza de los escribas y fariseos. Esto explica el rechazo que tenían los escribas y fariseos a lo que el Señor Jesús estaba haciendo y enseñando.
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