Es un gozo saludarle nuevamente amable oyente y darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el libro de Colosenses. Este estudio bíblico es parte de la serie titulada: La supremacía de Cristo. Todo equipo de fútbol profesional se identifica con un uniforme. Cuando dos equipos de fútbol están jugando en la cancha, es fácil distinguir a qué equipo pertenece determinado jugador, con tan solo mirar su uniforme. En la vida cristiana debería suceder algo similar. En la Biblia encontramos el uniforme de un creyente. Si todos los creyentes usáramos nuestro uniforme, debería ser fácil identificar a un creyente con tan solo mirar su uniforme. Pero desgraciadamente, en la realidad existen muchos creyentes que no se han puesto el uniforme de creyente y por tanto se confunden con los miembros del equipo contrario. ¿Se ha puesto su uniforme? Si es un hijo de Dios debería estar usando el uniforme de los hijos de Dios. En el estudio bíblico de hoy veremos algunas características del uniforme de los hijos de Dios.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en la carta del apóstol Pablo a los Colosenses, capítulo 3 versículos 12 a 15. En este pasaje bíblico encontramos el mandato a vestirse y el modelo del vestido de los hijos de Dios. En cuanto al mandato a vestirse, Colosenses 3:12 en su primera parte dice simplemente: “Vestíos, pues…” La preposición “pues” nos lleva a pensar en algo que el autor mencionó anteriormente. Lo que dijo fue que Dios creó un nuevo hombre en el creyente, con capacidad de dominar al viejo hombre con sus obras perversas. Por esto el creyente debe vestirse en la práctica de este nuevo hombre. Además de esto, notemos también en esta frase la conjugación del verbo vestirse. Está en modo imperativo tiempo presente. El modo imperativo del verbo nos da a entender que se trata de una orden. Cuando se presenta una orden de por medio, sólo corresponden dos opciones: Obedecer y cosechar el fruto de la obediencia, o desobedecer y cosechar el fruto de la desobediencia. El tiempo presente del verbo, nos da a entender que se trata de una acción continua. Esto significa que todo creyente constantemente debe vestirse de este nuevo hombre que fue creado por Dios. Muchos creyentes se portan bien mientras están en alguna reunión de la iglesia, pero tan pronto salen de la iglesia, se quitan ese vestido de piedad y se ponen ese otro vestido de impiedad, el vestido del mundo, hasta la próxima reunión de la iglesia cuando nuevamente se pondrán por un corto tiempo el vestido de piedad. Pero la Biblia dice: Constantemente, no sólo en las reuniones de la iglesia, vístase del nuevo hombre. Una vez que hemos visto el mandato a vestirse, veamos el modelo del vestido. Este es el uniforme de todo hijo de Dios. Note los distintivos. La segunda parte de Colosenses 3:12 dice: como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;
El modelo del vestido de los hijos de Dios es distinto al modelo del vestido del mundo, porque los hijos de Dios hemos sido escogidos por Dios de entre millones de seres humanos en el mundo. Los equipos profesionales de fútbol escogen a sus jugadores sobre la base de sus méritos, pero Dios no, Él nos escogió, no sobre la base de algún mérito en nosotros, sino por pura gracia, o por puro favor no merecido. Además de esto, el modelo de vestido de los hijos de Dios es santo, esto significa puesto aparte. Por el hecho de haber confiado en Cristo como nuestro Salvador, los creyentes hemos sido puestos aparte del mundo para Dios. Ya no pertenecemos al mundo ni a nosotros mismo, pertenecemos totalmente a Dios. El modelo de vestido de los hijos de Dios es también amado. Entre el creyente y Dios existe una relación de profundo amor. El vestido del creyente es por tanto amado. El amor es el poder motivador más fuerte en el mundo. A medida que el creyente va creciendo en amor a Dios, ira creciendo también en su deseo de obedecer y caminar en novedad de vida, la vida que posee en Cristo. Otra característica del modelo de vestido de los hijos de Dios es la entrañable misericordia. Una traducción literal de esta frase es “entrañable compasión” Los creyentes debemos ser compasivos con los demás. Una característica adicional del modelo de vestido de los hijos de Dios es la benignidad. Benignidad es esa disposición a hacer lo que es bueno. La palabra de Dios nos exhorta a no cansarnos de hacer bien. Luego tenemos la humildad. Humildad es esa virtud que todos necesitamos, y que cuando pensamos que la tenemos es justamente cuando la perdimos. La humildad es algo que otros deben ver en nosotros, no nosotros en nosotros mismos. No sea que nos volvamos orgullosos de nuestra humildad. Jesucristo es nuestro ejemplo de humildad. Humildad no es sentirse inferior a los demás, humildad es un acto voluntario de poner a los demás sobre uno mismo. Después tenemos la mansedumbre. Mansedumbre no es sinónimo de debilidad. Mansedumbre es en realidad poder bajo control. La persona mansa es aquella que tiene a su disposición un enorme poder, pero no abusa de este poder para dañar o herir a otros. Después tenemos la paciencia. La palabra griega utilizada significa en realidad largura de ánimo. Esto habla de una persona que no se exalta ante cualquier provocación, que no pierde el control de sí mismo ante circunstancias adversas. El creyente puede airarse ante ciertas situaciones injustas, pero lo criticable es perder los estribos por cualquier razón y en cualquier momento. Colosenses 3:13 continua con la descripción del modelo de la vestimenta de un creyente. La Biblia dice: soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Aquí tenemos dos características más del modelo de vestido del creyente. Soportándoos unos a otros. Todos los creyentes tenemos nuestras particularidades. A veces podemos ser una carga para otros creyentes con nuestra manera de ser, nuestra manera de hablar, nuestros gestos. Nuestra responsabilidad es soportar estas diferencias. No debemos odiar a los hermanos por el solo hecho que no piensan o actúan exactamente como nosotros queremos. También dice el texto: Perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. No es suficiente que el creyente soporte a los demás y mantenga su control ante la provocación. Se necesita también que esté dispuesto a perdonar a los que le ofenden. Note que este texto está hablando de que el ofendido debe perdonar al ofensor. ¿Aunque el ofensor no pida perdón? Sí. Aunque el ofensor no lo pida, el ofendido tiene la responsabilidad de perdonar. Quizá usted dirá: Pero ¿aún por lo que me hizo tal o cual persona? Usted no sabe lo mucho que me lastimó. Es mucho como para perdonar. Bueno, mire lo que dice el texto leído: De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Cristo es nuestro modelo de perdón. ¿De qué nos perdonó Él? Fue algo tan grave que para poder perdonarnos de eso, tuvo que morir en la cruz del Calvario. De manera que, los creyentes debemos perdonar a otros sin importar cuan severa o cuan leve haya sido la ofensa. En el versículo 14 de Colosenses 3 tenemos un detalle más del modelo de vestido de los hijos de Dios. La Biblia dice: Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.
Este es el detalle más importante del modelo de vestido de los hijos de Dios. Actúa como el cinto que mantiene a todos los otros detalles en su lugar. Todo lo que anteriormente hemos visto parte del amor que debemos tener entre los hermanos. Para los gnósticos, lo más importante era el conocimiento que podían adquirir, pero para los creyentes, lo más importante es el amor. Analice 1 Corintios 13 y verá que cuando existe amor, todas las demás virtudes estarán también presentes. Por último, el modelo de vestido de los hijos de Dios incluye lo que dice Colosenses 3:15. Permítame leerlo. La Biblia dice: Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.
Cuando el creyente se ha vestido como un hijo de Dios, tendrá la paz de Dios en su corazón. Cuando el creyente anda en desobediencia a Dios no tendrá la paz de Dios en su corazón. De esta manera, la paz de Dios en corazón del creyente se transforma en un árbitro de nuestro andar en la vida cristiana. Pablo termina exhortando a los creyentes a ser agradecidos. Creyentes amargados son un mal ejemplo de creyente. Aún en las pruebas o la aflicción el creyente debe tener un espíritu de agradecimiento a Dios sabiendo que todas las cosas ayudan a bien a los que a Dios aman. Hemos visto el mandato a vestirnos y el modelo del vestido de los hijos de Dios. Si usted es un hijo de Dios por haber recibido a Cristo como su único y personal Salvador, no debe vestirse con el uniforme del mundo, sino con el uniforme de los hijos de Dios.
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