Doy gracias al Señor por la oportunidad que me brinda de estar junto a Ud., amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Este estudio bíblico es parte de la serie titulada Dinero y Posesiones a la luz de lo Eterno. En esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca de un enfoque extremista sobre el dinero y las posesiones. Este enfoque se llama ascetismo.
Saludos amable oyente. En nuestro estudio bíblico anterior quedó claro que el dinero y las posesiones en general son muy importantes para Dios, al punto que una buena parte de la Palabra de Dios trata este tema. Dando esto por sentado, ahora miremos cuál es la actitud del ser humano hacia el dinero y los bienes en general. Antes de adentrarnos más en el tema, es necesario comprender la naturaleza del dinero. ¿Qué es el dinero? Pues dinero es más que rodelas de metal llamadas monedas y papeles impresos llamados billetes. Dinero es simplemente una herramienta para simplificar el intercambio de bienes y servicios. Si no hubiera dinero, tendríamos que entrar a un engorroso sistema de intercambio de cosas para sobrevivir. Por ejemplo, si yo fuera granjero y necesitara adquirir alguna herramienta para trabajar en el campo, tendría que buscar quien tiene esa herramienta que yo necesito y ponerme de acuerdo con esta persona para cambiar esa herramienta por algo que yo posea y que el dueño de la herramienta quiera a cambio, como una oveja, o un asno o una vaca, o algo parecido. Imagine lo engorroso que sería. Pero justamente para simplificar el intercambio de bienes y servicios es que existe el dinero. El dinero no tiene valor en sí mismo, solamente tiene un valor atribuido. El dinero no es riqueza, solamente simboliza riqueza. Siendo así, el dinero en sí mismo es moralmente neutro, no es ni bueno ni malo. El uso que lo demos puede ser bueno o puede ser malo. Si una persona usa el dinero, digamos para ayudar a la obra del Señor está haciendo algo bueno, pero si una persona usa el dinero para satisfacer cualquier vicio, está haciendo algo malo. ¿Ve? El uso que damos al dinero puede ser bueno o malo, no el dinero en sí mismo. La voluntad de Dios es, por supuesto, que los que somos suyos usemos el dinero para lo bueno, conforme a la voluntad de Dios. El dinero amigo oyente, puede llegar a ser un siervo dócil o un amo despiadado, dependiendo como lo usemos. Por eso es que en la Biblia encontramos textos como Lucas 16:13 donde dice: Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Cuando permitimos que el dinero sea nuestro amo, automáticamente estamos destronando a Dios como nuestro amo. Así que, catalogar al dinero como algo malo es absurdo. De igual manera, catalogar al dinero como algo bueno, pero ignorar sus potenciales peligros es algo absurdo. La idea no es entonces deshacernos del dinero sino aprender a usarlo adecuadamente conforme a lo que Dios dice en su Palabra. En resumen entonces, la manera como usamos el dinero es de importancia capital para nuestra vida espiritual. Esto tiene un fuerte impacto en dos esferas, en la presente, y en la por venir. Vistas así las cosas, básicamente existen dos enfoques extremistas: El ascetismo y el materialismo. Ambos extremos son muy peligrosos. Por ahora nos vamos a ocupar del ascetismo. Los ascéticos practican una estricta auto negación, privándose de todo excepto de lo estrictamente esencial para sobrevivir. El ascetismo tiene sus raíces en el dualismo, una filosofía impulsada por Platón según la cual la esfera o el mundo espiritual es bueno, mientras que la esfera o el mundo material es malo. Esto explica por qué los dualistas, que valoran tanto el mundo espiritual, llegan a ser ascéticos. Al evitar los placeres físicos, y las cosas materiales que producen comodidad, piensan que están evitando el pecado. Muchos ascéticos del pasado han rehusado casarse, o si se han casado han rehusado tener relaciones sexuales con sus esposas, pensando que la abstinencia sexual les hace más espirituales. Otros, como uno de los llamados padres de la iglesia, cuyo nombre fue Orígenes, se mutilaron para evitar caer en los males de la lujuria, la fornicación y el adulterio. Algunos se azotaban, otros se recluían en lugares solitarios con el fin de evitar la contaminación de este mundo. ¿Qué dice la Biblia acerca de esto? En esencia, la Biblia contradice frontalmente la filosofía dualista. Dios es el autor tanto del mundo espiritual como del mundo material y tanto lo uno como lo otro es para nuestro bien. Excepto por una pequeña secta, llamada de los Esenios, los judíos jamás tuvieron la errada noción que todo lo material fuera malo. Al contrario, los judíos consideraban a lo material como bendiciones provenientes de Dios, como la amorosa provisión de un Padre para sus hijos. Inclusive la Ley de Moisés establecía que un 10% de sus productos sea llevado a Jerusalén para comerlo en una celebración festiva. Note lo que dice Deuteronomio 14:22-23 Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. Y comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días.
Si las cosas materiales fueran malas, Dios se hubiera equivocado al pedir que su pueblo disfrute de las cosas materiales que Él mismo les había dado. De igual manera, los judíos siempre entendieron que el sexo es un don de Dios, cuyo uso fuera del matrimonio es condenable pero cuyo uso dentro del matrimonio es fuente de supremo gozo. Observe lo que dice Proverbios 5:18-19 Sea bendito tu manantial,
Y alégrate con la mujer de tu juventud,
Como cierva amada y graciosa gacela.
Sus caricias te satisfagan en todo tiempo,
Y en su amor recréate siempre.
También el Nuevo Testamento exhorta a que un hombre se una sexualmente a su esposa y una mujer se una sexualmente a su esposo para evitar la inmoralidad sexual. Eso es lo que encontramos en 1 Corintios 7:1-5. La Biblia dice: En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.
Si el placer que resulta de una relación sexual sana entre el esposo y su esposa fuera algo malo, Dios jamás hubiese ordenado por medio del apóstol Pablo lo que acabo de leer. Así que, amable oyente, la Biblia de ninguna manera apoya la idea que lo material sea malo o que el placer legítimo fuera malo, como sostiene el ascetismo. Los puritanos sostenían lo siguiente: Las cosas terrenales son los buenos dones de Dios, los cuales, si alguien los condena con ligereza, está lastimando la mano dadivosa de Dios y su providencia. Así que, por el sólo hecho de privarse voluntariamente de las cosas básica para vivir con comodidad, no necesariamente una persona se torna piadosa. La espiritualidad no depende de las circunstancias materiales sino de la actitud del corazón. Alguien podría tener pocas posesiones y aún así tener un corazón materialista. Los ascéticos corren el riesgo de confiar más en su auto-negación que en la persona de Cristo. Pero otro peligro del ascetismo es que consciente o inconscientemente pretende ganar el favor de Dios o el favor de los hombres. El hombre jamás puede ser aceptado por Dios por el sólo hecho de auto negarse las cosas materiales. Dios nos acepta no por auto negarnos las cosas materiales sino por confiar en Cristo como Salvador. Escogiendo vivir la vida ascética puede conducir a una persona a juzgar y condenar a otras personas que no han adoptado el mismo estilo de vida. Si todos los creyentes escogieran el estado de vida ascético, ¿quién ganaría lo suficiente para sustentar iglesias, misioneros y ministerios cristianos? Pero más todavía. El Señor Jesucristo es nuestro máximo modelo de conducta y él jamás optó por un estilo de vida ascético. A todas luces, el ascetismo es un enfoque extremista del dinero y los bienes materiales en general y por tanto los creyentes deben evitar caer en sus garras.
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