Saludos cordiales amigo oyente. Es un gozo para nosotros compartir con Ud. estos pocos minutos. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. Uno de los innumerables beneficios que podemos recibir de la Biblia es el conocimiento de lo que está por venir, o lo que se conoce como los eventos futuros. Hemos considerado ya el arrebatamiento de la iglesia, el tribunal de Cristo, las Bodas del Cordero, la tribulación y actualmente estamos estudiando la segunda venida de Cristo. David Logacho nos ha mostrado que la segunda venida de Cristo fue un evento profetizado en el Antiguo Testamento y un evento prometido en el Nuevo Testamento. Prosiguiendo con el tema de la segunda venida de Cristo, hoy añadiremos una enseñanza más sobre este fascinante tema.
La segunda venida de Cristo fue prometida en el Nuevo Testamento, pero no solo eso, sino que también fue proyectada en el Nuevo Testamento.
Quien tuvo la oportunidad de mirarla en visión fue el Apóstol Juan, quien ha dejado para nosotros su recuento en el libro de Apocalipsis, capitulo 19 versículos 11 a 19.
Lo primero que extraeremos de este pasaje es una invitación de Dios a las aves de los cielos para que vengan a gran cena de Dios. Apocalipsis 19:17-19 dice: “Y vi un ángel que estaba en pie en el sol, y clamo a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes y de capitanes y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes”
La cena es para las aves de rapiña. La comida de la cena son las carnes de los millones que morirán cuando venga el Señor Jesucristo por segunda vez. No habrá distinción de personas. Morirán reyes y plebeyos, capitanes y soldados rasos, fuertes y débiles, gente de a caballo y gente de a pie, libres y esclavos, pequeños y grandes. Aun los caballos no serán perdonados.
De una forma pictórica, Apocalipsis 14:19-20 nos habla de esta matanza en estos términos: “Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas e el gran lagar de la ira de Dios. Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios”
La gente es vista como uvas maduras en una viña. El labrador que es Jesucristo ordena al ángel que corte con una hoz esos racimos y los arroje en un lagar fuera de la ciudad. Luego él mismo procede a pisar el lagar.
Esto lo sabemos por lo que dice Apocalipsis 19:15: “y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso”
Lo que normalmente sale de un lagar es el jugo de las uvas, pero de este lagar fuera de la ciudad saldrá sangre. Tanta sangre que llenará, un gran valle hasta más dé un metro de altura. Con razón que las aves de rapiña tendrán un gran banquete.
En segundo lugar, encontramos una invasión militar sobre Israel. Apocalipsis 19:19 dice: “Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército”
Haciendo algo de memoria sobre lo que ya estudiamos al tratar la campaña de Armagedón, recordemos que el ejército del Anticristo, la bestia, se encontraba sobre Jerusalén para repeler el inminente ataque de un numeroso ejército, de doscientos millones de jinetes a caballo, que avanzaba desde el Oriente sobre el lecho seco del rió Eufrates. Pero justo antes que se traben en batalla, algo acontecerá, por lo cual, como que olvidarán que son enemigos y juntarán sus fuerzas para hacer frente a un enemigo común, el que viene montado sobre un caballo y sus ejércitos. La Guerra de Armagedón habrá comenzado.
Esto justamente es lo que encontramos en Apocalipsis 19:11-16 donde dice: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenia un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”
Lo que tenemos aquí es justamente la descripción del preciso instante cuando ocurre la segunda venida de Cristo. El relato muestra el cielo abriéndose; y de allí apareciendo el Señor Jesucristo como un insigne conquistador acompañado de su pueblo para conquistar a sus enemigos y establecer su reino.
El conquistador viene montado en un caballo blanco, esa era la costumbre de los conquistadores al entrar en el territorio conquistado. La tierra será territorio conquistado para él. El nombre del jinete es Fiel y Verdadero. Un nombre adecuado para él, porque el Anticristo también aparecerá montado en un caballo blanco al inicio de la tribulación, prometiendo paz y prosperidad, pero en cortos siete años demostrará que es infiel y falso. En cambio el Señor Jesucristo es Fiel a lo que ha prometido en su palabra y Verdadero en todo lo que ha hecho, por eso con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, indicando su ira encendida para juzgar a todos los que han afrentado a él mismo y a su pueblo.
Las muchas diademas sobre su cabeza indican su deidad y su soberanía sobre todas las cosas. Tiene un nombre escrito sobre sí mismo que es tan glorioso, tan apropiado para describir su carácter que ningún hombre puede entenderlo sino él mismo. Qué grandioso. El carácter de Cristo es tan excelente que no hay palabras en ningún idioma que lo puedan describir con propiedad. Su ropa teñida en sangre nos muestra que él es quien pisa el gran lagar de la ira de Dios, del cual sale sangre hasta los frenos de los caballos por mil seiscientos estadios.
Su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Este es uno de los nombres, de Cristo, que aparecen en el Nuevo Testamento. Él es la Palabra de Dios. Es un nombre muy sugestivo, porque así como nosotros podemos comunicar lo que somos por medio de las palabras que decimos, Dios comunica lo que él es por medio de Cristo Jesús. Él es la palabra encarnada de Dios. Pero él no viene sólo, sino que viene acompañado de los ejércitos celestiales vestidos de lino finísimo, blanco y limpio montados en caballos blancos.
Estos ejércitos celestiales somos su pueblo. La vestidura de lino finísimo, blanco y limpio denota la perfecta posición que tenemos ante Dios. El cabalgar en caballos blancos denota que ya somos vencedores. Nuestra venida con el Verbo de Dios no será para pelear al lado de El. El es suficiente para derrotar a todos sus enemigos. Nosotros vendremos con él para reinar juntamente con él.
Dice el texto que de la boca del Verbo de Dios sale una espada aguda, con la cual herirá a las naciones. La herida será de muerte porque nadie se sostendrá en pie ante su presencia. Además él regirá a las naciones con vara de hierro. Cuando Juan, el Apóstol quien veía la visión dirige su mirada a la vestidura del Verbo de Dios, nota que en su muslo tiene este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Este título ilustra la soberanía del Señor Jesucristo.
El está sobre los reyes y poderosos de la tierra. Como Señor él es el amo y el dueño de todo lo que existe en el universo. Entonces se cumplirá la profecía de Zacarías 14:9 donde dice: “Y Jehová será rey sobre toda la tierra”.
Así es amigo oyente. Está cercano el día cuando todo este mundo será gobernado por el Rey de Reyes y Señor de Señores. Lo hermoso es que él está deseoso de que Ud. amigo oyente reine juntamente con él. Todo depende de qué es lo que Ud. haga hoy con él. Si ya lo ha recibido como Salvador o sí lo recibe este instante, Ud. reinará con él, pero si hasta ahora Ud. ha rehusado recibirle como Salvador y persiste en su rechazo hasta cuando Ud. muera o hasta que venga el Señor por segunda vez, cualquiera de las dos cosas, Ud. no tendrá el privilegio de reinar con él sino que recibirá todo el castigo que por ser pecador Ud. merece. No ponga en peligro su destino eterno. Venga a Cristo hoy.
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