Es una bendición saludarle amiga, amigo oyente. Soy David Araya dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el Evangelio según Mateo, en la serie titulada: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca de lo que tradicionalmente se conoce como el domingo de ramos o la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén.
Qué gozo es estar nuevamente junto a usted amable oyente. En nuestro último estudio bíblico, dejamos a Jesús pasando por Jericó en su marcha hacia Jerusalén. Los eventos que Mateo relata en el pasaje bíblico para nuestro estudio de hoy, ocurrieron el noveno día del mes de Nisán, del año 30 DC, precisamente cuando se cumplieron las 69 semanas de años, o 483 años proféticos, después del decreto de Artajerjes, acerca de lo cual profetizó Daniel. Un estudioso de la profecía bíblica, quien antes de ser creyente era agente de Scotland Yard, la policía secreta Inglesa, Sir Robert Anderson, ha demostrado esto. A las seis de la tarde de ese día comenzaba el 10 de Nisán, día en el cual se escogía el cordero pascual, para ser sacrificado el 14 de Nisán entre las dos tardes, en la celebración de la Pascua. Es decir que los judíos estaban a las puertas de celebrar la Pascua. Se estima que para esa fiesta, Jerusalén estaba atestada de gente, más de dos millones de personas, porque por ley, los judíos tenían que estar en Jerusalén para esa fiesta. Con esto en mente, vayamos a Mateo capítulo 21, versículos 1 a 11. Lo primero que notamos allí, es el lugar de los acontecimientos. Permítame leer la primera parte de Mateo 21:1. La Biblia dice: Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos,
Beftagé, nombre que significa “casa de los higos tiernos” es una pequeña aldea en un sitio antiguo, fuera de Jerusalén y cerca del camino de Jericó a Jerusalén, en la ladera oriental del Monte de los Olivos. Betfagé estaba muy cercana a otra aldea también pequeña, donde vivía una familia muy especial para Jesús, la familia de Lázaro, Marta y María. Me refiero a la aldea de Betania, nombre que significa “casa del pobre” Así que en su viaje hacia Jerusalén, cuando Jesús estaba cerca de Betfagé también estaba cerda de Betania. En segundo lugar, notamos las órdenes que emitió Jesús. Note lo que dice la segunda parte de Mateo 21:1 hasta el versículo 3. La Biblia dice: Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará.
Aquí notamos los preparativos que estaba haciendo Jesús para su entrada a Jerusalén. Como era costumbre de aquella época entre los judíos, el rey debía entrar a la ciudad de Jerusalén montando un asno. Jesús no tenía un asno a disposición, pero por ser Dios, sabía de antemano que en la aldea que está enfrente a ellos, tal vez en la aldea de Betania, había una asna atada y un pollino con ella. Por ser Dios, Jesús también había puesto en corazón del dueño de la asna y el pollino, permitir que su asna y su pollino sean usados por el Señor. Por tanto, Jesús ordenó a dos de sus discípulos, vayan desaten el asna y se la traigan juntamente con el pollino. Si el dueño de los animales o alguien formulara algún reclamo, los discípulos simplemente debían decir: El Señor los necesita y eso arreglaría todo. Los dos discípulos fueron, y se cumplió al pie de la letra lo que Jesús anunció de antemano. En esto Jesús se mostró como profeta, más tarde se mostró como rey y también como sacerdote. Jesús es profeta, rey y sacerdote. Luego Mateo ubica este hecho en el panorama profético. Observe lo que tenemos en Mateo 21:4-5. La Biblia dice: Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga.
Mateo nos muestra que lo que estaba haciendo Jesús iba a ser el cumplimiento de una profecía que se encuentra en Zacarías 9:9. Allí se manifiesta que el Cristo, el Mesías de Israel, el Rey de Israel vendría a Jerusalén, justo, salvador y humilde, cabalgando sobre un asno, sobre un pollino, hijo de asna. Esto estaba por cumplirse en ese día crucial de la historia. Mateo prosigue mostrando que todo lo que dijo Jesús se cumplió a la perfección. Leo Mateo 21:6 y la primera parte del versículo 7. La Biblia dice: Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino.
¿Qué le parece amable oyente? Todo lo que Jesús dice se cumple a la perfección. Ahora Jesús ya tiene el asna y su pollino. Pero eso no es todo lo que se necesitaba. Ahora hacía falta subirse al pollino. Esto no era fácil. Según lo que dice Marcos, en su evangelio, nunca nadie había montado ese pollino. El pollino no había sido amaestrado para que se lo pueda montar. Usted sabe como se pone un animal de carga cuando alguien lo monta antes de ser amaestrado. Pero nuevamente en esto, Jesús manifestó su poder divino sobre su creación y montó sin ningún problema al pollino. A decir verdad, la única criatura que osa rebelarse contra su Creador, es el hombre. Veamos lo que sucedió a continuación. Voy a leer en Mateo 21: desde la segunda parte del versículo 7 hasta el versículo 9. La Biblia dice: y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
Los discípulos pusieron sus mantos sobre el pollino, para que Jesús se siente sobre él con comodidad. De esta manera, Jesús emprendió su entrada en Jerusalén. La multitud que le acompañaba era muy numerosa. Contagiados de emoción, tal vez sin saber lo que hacían, tendían sus mantos en el camino. Esta era una manera de rendir honores reales en la antigüedad. Otros cortaban ramas de árboles y las tendían en el camino. En la fiesta de los tabernáculos, los judíos cortaban ramas de árboles para hacer sus cabañas en conmemoración de su peregrinación por el desierto cuando fueron liberados del yugo egipcio. La gente estaba viendo a Jesús como aquel que les liberaría del yugo romano. A la par, tanto la gente que iba delante como la que iba atrás, clamaba: Hosanna al Hijo de David. La palabra Hosanna, es la transliteración de una palabra hebrea que en Salmo 118:25 ha sido traducida como: sálvanos ahora. Los judíos veían, al menos en ese momento, a Jesús como el salvador del dominio del imperio romano. Al llamar a Jesús Hijo de David, los judíos estaban aparentemente reconociendo que Jesús era el rey de Israel. Además, los judíos aclamaban diciendo: Bendito el que viene en el nombre del Señor. Esta es una cita exacta de Salmo 118:26. En otras palabras parecía que la multitud estaba reconociendo que Jesús es el Cristo, el Mesías de Israel, quien había venido en el nombre del Señor para hacer la voluntad del Señor. También gritaban: Hosanna en las alturas. Esta es una apelación al mismo cielo, para que se una a la tierra en la alabanza a Jesús. Tal vez usted pensará que la multitud estaba totalmente a favor de Jesús. Pero lamentablemente no fue así. Todo fue pura emoción del momento. La nación toda, representada por sus líderes político religiosos ya habían decidido rechazar a Jesús como el Cristo, como el Mesías de Israel, como el Rey de los judíos. Tan es así, que pocos días después, la misma gente que se llenaba la boca con hosannas para Jesús, estaba pidiendo a gritos a Pilato que crucifique a Jesús. Así es el corazón del hombre. Por último, Mateo nos muestra cuál fue la reacción de la gente que estaba en la gran ciudad de Jerusalén. Permítame leer Mateo 21: 10-11. La Biblia dice: Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.
La emoción pasajera de la multitud que acompañaba a Jesús, contrasta con la total apatía de la gente que estaba dentro de la ciudad de Jerusalén. La gente estaba conmovida por el tumulto y cuando supieron de qué se trataba, se preguntaban: ¿Quién es éste? Usted notará el dejo peyorativo de la pregunta. Es como cuando algo nos parece fuera de lugar y decimos: Y este, ¿cómo así? La gente de Jerusalén, había tomado ya su decisión acerca de la identidad de Jesús. Para ellos, Jesús no era el Cristo o el Mesías de Israel, o el Rey de los judíos. Jesús era nada mas que ese profeta, de ese pueblo nada importante que se llamaba Nazaret, pueblo del cual jamás ha salido algo de bueno, en la distante Galilea. Esta actitud hostil a Jesús prevalecía en Jerusalén y eventualmente degeneró en la crucifixión de Jesús. De esta manera comienza lo que tradicionalmente se conoce como la semana de la pasión. De todo esto aprendemos que lo que Jesús dice siempre se cumple. Usted puede confiar a ojo cerrado en cualquier cosa que él diga. Aprendemos también que las profecías del Antiguo Testamento se cumplieron totalmente en Jesús. Aprendemos también que Jesús es realmente el Cristo, el Mesías de Israel, el Rey de Israel. Él es quien tiene ese triple oficio: Profeta, Sacerdote y Rey. Aprendemos también que cuando la gente está motivada por la codicia, se deja arrastrar fácilmente por sus emociones. Que con la ayuda del Señor, nuestras vidas no estén gobernadas por las emociones del momento, sino por la razón sustentada en la palabra de Dios.
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