Cordiales saludo amable oyente. Es un gusto estar junto a Usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Seguimos estudiando el libro de Daniel. En nuestro último estudio bíblico, vimos como dos de los tres gobernadores y ciento veinte sátrapas estaban muy disconformes con la decisión del rey Darío de nombrar a Daniel como uno de los tres gobernadores del reino Medo-Persa. Fue así como decidieron buscar alguna falta en la gestión administrativa de Daniel, de modo que pudieran acusarle ante el rey y deshacerse de él. Pero por más que buscaron, no pudieron hallar ocasión alguna o falta, porque Daniel era fiel y ningún vicio ni falta se halló en él. Por este motivo, los opositores de Daniel cambiaron su estrategia para acabar con Daniel. Reunidos secretamente dijeron: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios. Veamos pues lo que idearon.
Si tiene una Biblia, ábrala en Daniel 6:6-11. Este pasaje bíblico se divide en dos partes. El complot contra Daniel y la conducta de Daniel. Vayamos a lo primero. El complot contra Daniel. Daniel 6: 6-8 dice: Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive!
Dan 6:7 Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.
Dan 6:8 Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.
Dan 6:9 Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición.
No olvide que Daniel era judío y además un exiliado en el reino Medo-Persa. Parece ser que esto desató los celos y la envidia de los gobernadores y sátrapas. ¿Cómo es que un judío exiliado va a ejercer autoridad en el reino Medo-Persa? Pero sobre todo, parece que los celos y la envidia se originaron en la integridad moral y espiritual de Daniel. Es inevitable que cuando un hijo de Dios vive una vida que trae honra y gloria a Dios, es objeto del maltrato y persecución de los hombres impíos. Note lo que dice 1 Pedro 3:13-17. ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?
1Pe 3:14 Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis,
1Pe 3:15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;
1Pe 3:16 teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.
1Pe 3:17 Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.
Así que Daniel estaba enfrentando severa oposición en el reinado Medo-Persa, por ser judío, por ser exiliado, pero sobre todo por tener un buen testimonio, por su integridad moral y espiritual. Los enemigos de Daniel idearon entonces un complot para atrapar a Daniel. Reunidos todos los gobernadores y los sátrapas, con la sola excepción de Daniel se presentaron ante rey Darío y le dijeron: ¡Rey para siempre vive! Es el saludo que se acostumbraba para la realeza, pero era también una forma de lisonjear al rey. Luego le dicen: Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y que lo confirmes. Detengámonos en este punto un momento, porque ya tenemos configurada la falacia de estos hombres impíos. Según ellos, todos los gobernadores y sátrapas se habían reunido y de común acuerdo habían decidido pedir al rey que promulgue ese edicto real y que lo confirme. Esto es una tamaña falsedad, por cuanto Daniel no estuvo presente en esa supuesta reunión a la que hicieron referencia los gobernadores y sátrapas. Se trataba de una mentira y de esa manera estaban imitando a su padre. Hablando de los mentirosos de su tiempo, el Señor Jesús les dijo lo que se registra en Juan 8:44 dice: Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
Prosigamos con el complot. ¿En qué consistía ese edicto real que querían que el rey emita? Pues consistía en que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios y hombre fuera del rey Darío, sea echado, como castigo, en el foso de los leones. En esto tenemos otra falacia de los gobernadores y sátrapas. Estaban tratando que Darío sea reconocido como Dios en el reino Medo-Persa. Esto debe haber inflado más el ya inflado ego del rey Darío. Era común en esa época y en épocas posteriores, que los reyes de los imperios poderosos se vean a ellos mismos como dioses. Quien está detrás de todo esto es Satanás, porque de esa manera resta adoración al único y verdadero Dios. Todos los esfuerzos por humanizar a Dios y deificar al hombre son obra de Satanás. Hoy en día por ejemplo, se trata de vender a los creyentes la idea que todos son pequeños dioses, y por tanto, si tienen la suficiente fe, pueden hacer las obras que Dios hace. Decláralo y reclámalo. Con esta forma de pensar, se pretende hacer de Dios un mero esclavo de los caprichos del hombre. Se ha deificado al hombre y se ha humanizado a Dios. Darío de Media estaba muy contento con que su gente le trate como Dios. Los que se atrevan a desobedecer el edicto del rey, serán castigados con la pena de muerte, una muerte terrible, porque tenía que ver con ser despedazados por leones en un foso. Por supuesto que Darío no sabía por el momento que este edicto real sería la sentencia de muerte para su fiel siervo Daniel, y por eso estuvo muy dispuesto a emitir el edicto y confirmarlo con su firma, de modo que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia. Los Medo-Persas eran en extremo rígidos en cuanto a esto de no abrogar un edicto que ha sido emitido y confirmado. Se había configurado la trampa perfecta, según los gobernadores y sátrapas, para acabar con Daniel. Pero con algo que no contaban los gobernadores y sátrapas era con la intervención del único y verdadero Dios, a quien servía Daniel y quien sabe honrar a los que le honran. Veamos cuál fue la conducta de Daniel. Daniel 6:10-11 dice: Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.
Dan 6:11 Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios.
Daniel era un hombre de oración. Esto explica el impacto que causó en su tiempo y la manera como fue utilizado por Dios. Las batallas más duras las ganó de rodillas, orando a su Dios. Cuando Daniel llegó a saber del edicto que había sido firmado por el rey, según el cual, por treinta días, nadie podía orar a ningún dios ni a ningún hombre sino sólo a Darío, so pena de ser arrojado al foso de los leones, Daniel tomó conciencia del peligro en el que estaba su vida. Pero como en otras ocasiones, no podía pensar en otra cosa, sino en luchar de rodillas, clamando a Dios en oración. Sin el ánimo de exhibicionismo ni desafío al edicto real, Daniel continuó con su costumbre de orar, al menos tres veces al día, abriendo su ventana que daba hacia Jerusalén. Esto nos da una medida del carácter de Daniel. Jamás se preocupó, jamás pensó en huir, jamás pensó en dejar de orar, jamás pensó en dudar de Dios, jamás se le pasó siquiera por su cabeza la idea de ¿por qué a mí, si he sido fiel a ti? Nada de esto, Daniel debe haber visto en esta crisis una oportunidad para que Dios muestre su poder maravilloso. Daniel debe haber tenido muy claro en su mente que debemos obedecer a las autoridades que están sobre nosotros, siempre y cuando lo que se nos pida hacer no vaya en contra de algo que ha revelado Dios en su Palabra. Darío quería que se le ore a él, pero Dios había dicho en su palabra que al único a quien se debe dirigir la oración es a Jehová, el Dios de Israel. Daniel hizo lo que los discípulos de Jesús hicieron en su tiempo cuando al ser ordenados a no predicar en el nombre de Jesús, dijeron a sus autoridades: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. Los enemigos de Daniel deben haber estado pendientes de todo lo que hacía Daniel y no debe haber significado mucho problema para ellos, comprobar que Daniel estaba orando y rogando en presencia de su Dios. Daniel había desobedecido al edicto del rey, a todos sus enemigos les constaba. El resto sería sencillo. Todo sería cuestión de denunciar el caso a Darío y seguir con el proceso de ejecución del reo. En nuestro próximo estudio bíblico veremos lo que pasó.
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