Damos gracias a Dios por la oportunidad de estar junto a usted amiga, amigo oyente. La Biblia Dice… le da la bienvenida al último estudio bíblico en el libro de Hebreos, en la serie que lleva por título: La preeminencia de Jesucristo. En instantes más, estará junto a nosotros David Logacho para mostrarnos como termina este fascinante libro.
Por más de catorce semanas hemos estado estudiando le libro de Hebreos. Estamos convencidos que el Espíritu Santo habrá utilizado la palabra de Dios para edificar nuestra vida espiritual. Con el estudio bíblico de hoy terminamos esta serie. El capítulo 13 de Hebreos ha sido calificado como el capítulo de la ética cristiana. Fundamentado en 12 capítulos de doctrina, el autor de Hebreos hace una exhortación tendiente a que los creyentes debemos mostrar con nuestras vidas que hemos sido redimidos por la sangre de Cristo. Nuestra conducta cristiana es el termómetro de nuestro estado espiritual. Un hijo genuino de Dios demostrará este hecho viviendo un estilo de vida semejante al de Cristo. En nuestro último estudio bíblico, vimos que los creyentes debemos manifestar una sencillez de corazón, una separación del pecado, y una presentación de sacrificios agradables a Dios. Continuando con el mismo tema, llegamos hoy a la parte final del capítulo 13 de Hebreos y también a la parte final del libro. Abramos nuestras Biblias en Hebreos 13:17-25. En este pasaje bíblico vamos a encontrar una disposición, versículos 14 a 19 y una despedida, versículos 20 a 25. La disposición tiene que ver primero con la conducta del creyente en la iglesia local. Dios es un Dios de orden, y este orden se manifiesta en todo lo que Dios hace, por tanto en la iglesia local debe haber orden. En la epístola del apóstol Pablo a los Filipenses, capítulo 1 versículo 1 se ve este orden. Dice así: “Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos” En este texto bíblico notamos tres distintos grupos de personas: Los ancianos o pastores, siempre son más de uno, luego los diáconos, siempre son más de uno, y finalmente los santos en Cristo, o los creyentes que se congregan en esa iglesia local. Para que una iglesia local funcione armónicamente se necesita que estos tres grupos de personas entienda bien su respectivo rol o función en la iglesia local. En el versículo 17 de Hebreos 13 encontramos la relación que debe existir entre los santos en Cristo y los pastores. Dice así: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.” En los versículos 7 y 8 del mismo capítulo 13 de Hebreos, el autor exhortó a acordarnos de los pastores. Ahora da un paso más y dice: Obedeced a vuestros pastores. Notemos cuidadosamente que estamos frente a un mandato. Si esto es así, entonces el creyente está obligado a obedecer a sus pastores, sin importar si sus pastores son de su agrado o no son de su agrado. Además de esto, la responsabilidad del creyente es someterse a los pastores. El verbo que se ha traducido como “sujetarse” significa tomar el lugar que a uno le corresponde dentro de una cadena de autoridad. Dios ha puesto a los pastores como líderes de la iglesia local. Un líder es aquel que va adelante marcando el camino para que otros le sigan atrás. Los creyentes debemos caminar gustosamente por el camino abierto por los pastores, sin causar problemas o conflictos. La razón para obedecer y someterse a los pastores es porque ellos velan por nuestras almas. Los pastores han sido puestos por Dios mismo en las distintas iglesias locales para velar o cuidar a los creyentes. Es muy descriptivo el nombre pastor. Literalmente significa uno que tiene a su cuidado un rebaño de ovejas. Así como el pastor de un rebaño de ovejas cuida a sus ovejas, las protege del peligro y las conduce a pastos verdes, los pastores de una congregación han sido puestos por Dios para cuidar a los creyentes de los peligros que acechan en este mundo, para alimentar a sus ovejas con la palabra de Dios y por medio de su ejemplo moldear la vida de los creyentes de modo que adquieran la semejanza a Cristo. La responsabilidad de los pastores es realmente muy seria. Ellos son responsables del bienestar espiritual de los creyentes, y esa labor será investigada muy minuciosamente por el Príncipe de los pastores, el Señor Jesucristo, ante quien tienen que dar cuenta todos los pastores. El obedecer a los pastores y someterse gustosamente a su liderazgo hará que los pastores realicen su trabajo con alegría, no quejándose. No son pocos los pastores que viven amargados y mucho de la culpa la tienen sus ovejas, quienes por el pecado se resisten a obedecer y someterse al liderazgo. El versículo 17 de Hebreos 13 termina diciendo que el traer tristeza a los pastores no es provechoso. Para el bien de los creyentes y de los pastores, debemos estar siempre listos a obedecer y someternos a los pastores. La segunda parte de la disposición tiene que ver con la oración. Hebreos 13:18-19 dice: “Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo. Y más os ruego que lo hagáis así, para que yo sea restituido más pronto.” La responsabilidad de los creyentes es orar por sus pastores. Si hay algo que los pastores siempre necesitamos es la oración de los creyentes. El autor de Hebreos tenía una buena conciencia. Esto significa que sus motivos eran puros y no había en él ningún tipo de codicia. Por eso se sentía en libertad de pedir a sus lectores que oren por él. Los pastores también necesitamos tener nuestra conciencia limpia de pecado, limpia de malas motivaciones, de modo que no tengamos vergüenza alguna de pedir a las ovejas que cuidamos que oren por nosotros. Así que, la disposición del autor de Hebreos para los creyentes es obedecer y someterse a los pastores y orara por ellos. Así llegamos a la última parte del libro de Hebreos. La despedida. En la despedida podemos notar el deseo del autor y las disposiciones finales del autor. El deseo del autor de Hebreos para sus lectores se presenta de una manera extraordinaria, casi poética. Lo tenemos en los versículos 20 a 21 de Hebreos 13. Dice así: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” El deseo del autor es expresado al Dios de paz. Los santos del Antiguo Testamento nunca pudieron alcanzar la paz perfecta en sus conciencias, pero bajo el nuevo pacto, tenemos paz con Dios, según Romanos 5:1 donde dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” Y no sólo eso, sino que también podemos disfrutar de la paz de Dios. Filipenses 4:7 dice: “Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” El versículo continúa diciendo que la paz es el fruto de la obra de Cristo en la cruz. Dios resucitó al Señor Jesús de entre los muertos en señal de que su obra en la cruz arregló el problema de pecado para siempre. Cristo es el buen pastor quien da su vida por las ovejas según Juan 10:11. Como el gran pastor, Cristo resucitó de entre los muertos terminando su obra de redención y como el Príncipe de los pastores, Cristo vendrá otra vez para recompensar a sus siervos según 1 Pedro 5:4. Lo podemos ver como el buen pastor en el Salmo 22, como el gran pastor en el Salmo 23 y como Príncipe de los pastores en el Salmo 24. Cristo resucitó de entre los muertos según el pacto eterno. El contenido del deseo del autor está en el versículo 20 de Hebreos 13 y tiene que ver con que los creyentes sean equipados de toda obra buena para hacer la voluntad de Dios. En este texto existe una curiosa mezcla de lo divino y lo humano. Dios nos equipa con toda buena obra. Dios obra en nosotros lo que es agradable delante de él y lo hace a través de Cristo, luego entonces nosotros podemos hacer su voluntad. En otras palabras, él pone un deseo en nosotros, nos da el poder para hacerlo y luego lo hacemos y somos recompensados. El deseo termina con la exclamación que en todo esto el Señor Jesucristo es glorificado. Por último, tenemos las disposiciones finales. Hebreos 13:22-25 dice: “Os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de exhortación, pues os he escrito brevemente. Sabed que está en libertad nuestro hermano Timoteo, con el cual, si viniere pronto, iré a veros. Saludad a todos vuestros pastores, y a todos los santos. Los de Italia os saludan. La gracia sea con todos vosotros. Amén.” De esta manera majestuosa termina este extraordinario libro. Antes estaban bajo la ley para muerte, hoy están bajo la gracia para vida, por la obra de Cristo Jesús. Hemos terminado el estudio de este libro. Confiamos que su mensaje haya acercado a muchos incrédulos a Cristo y que haya desafiado a muchos creyentes a una vida de dedicación a Cristo. Amén.
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