Reciba cordiales saludos amigo oyente al inicio del estudio bíblico de hoy. De un tiempo a esta parte estamos estudiando la primera carta de Pedro. El autor de la carta se ocupa de testificar acerca de la verdadera gracia de Dios. La verdadera gracia de Dios nos trae mucho más que el boleto gratis para entrar al cielo. En lo que hemos progresado, ya hemos visto que la verdadera gracia de Dios nos trae salvación, una esperanza viva y gozo en medio de la aflicción. En el estudio bíblico de hoy, David Logacho nos hablará de otro beneficio de la verdadera gracia de Dios.
La verdadera gracia de Dios trae a los creyentes muchas más cosas que solamente ir al cielo cuando mueran. Ya hemos visto que además de la salvación, nos trae una esperanza viva y gozo en medio de la tribulación. En esta ocasión veremos que nos trae también el glorioso evangelio. La palabra evangelio, proviene de una palabra griega que literalmente significa buenas nuevas o buenas noticias. Esta buenas nuevas han sido expuestas en forma magistral por el apóstol Pablo, cuando en 1ª Corintios 15:1-6 dice «Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen» Este es el evangelio, amigo oyente. Es único. No hay otro. Básicamente tiene que ver con el hecho que Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado, resucitó al tercer día, todo conforme a las Escrituras y esto último, la resurrección, fue corroborada por muchos testigos dignos de toda confianza. Para el lector casual de la Biblia, aquí no hay mucho, pero si uno mira detenidamente todo lo que aquí está encerrado, no puede quedar menos que maravillado. El apóstol Pedro es uno que nos ayuda a comprender lo maravilloso que es el evangelio para que podamos apreciar más aún la verdadera gracia de Dios, porque ciertamente, el evangelio es producto de la verdadera gracia de Dios. Veamos pues cómo lo hace. El pasaje bíblico se encuentra en 1ª Pedro 1:10-12. Lo primero que notamos es que el evangelio fue profetizado por los profetas. 1ª Pedro 1:10 en su primera parte dice «Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros» En esta frase, el evangelio es denominado como la gracia destinada a vosotros. Esto nos hace pensar en que como ya hemos dicho, el evangelio es un regalo inmerecido de Dios. Cuando dice que está destinado a nosotros, indica que nosotros, los creyentes, tanto judíos como gentiles somos los beneficiarios del evangelio. Esto sabemos que es así, porque ciertamente el evangelio nos ha traído la salvación. Pero notemos además que este evangelio fue profetizado por los profetas. Esto significa que fue anunciado de antemano por los profetas. No se especifica qué profetas, porque fueron varios. Uno de ellos, llamado Isaías, hablando del Cristo o el Mesías, dijo lo siguiente en Isaías 49:6 «también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra» Esta profecía, de que el Mesías, será luz para las naciones y que por medio de él, Jehová hará llegar su salvación hasta lo más recóndito de la tierra, se cumplió cuando Cristo vino al mundo, fue crucificado en el lugar de los pecadores, fue sepultado, y resucitó. Volviendo a 1ª Pedro, encontramos en segundo lugar, que el evangelio fue escudriñado por los profetas que lo profetizaron. Esto lo tenemos en la segunda parte de 1ª Pedro 1:10 y en el versículo 11 donde leemos «inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y que tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos» Los profetas que profetizaron el evangelio, o esta salvación, como ha sido calificado en este pasaje, inquirieron y diligentemente indagaron en busca de respuestas a dos preguntas que ellos mismos se las había hecho. La una, que persona será el Cristo y la otra, cuándo esta persona padecerá los sufrimientos, como el Espíritu de Cristo dijo que padecería, para después recibir las glorias que vendrían tras esos sufrimientos. ¿Cuál fue el resultado de esta búsqueda diligente? Veamos lo que dice 1ª Pedro 1:12 en su primera parte «A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo» El resultado de la búsqueda debió haber sido un tanto decepcionante para los profetas que profetizaron el evangelio, porque todo lo grandioso que anunciaron de antemano no tendría un cumplimiento en su tiempo. Ellos no verían el beneficio directo del evangelio. Los beneficiarios serían gente que viviría bastante tiempo después de ellos. Ahora nosotros sabemos que esa gente somos nosotros, los creyentes, quienes nos hemos beneficiado de los sufrimientos de Cristo porque confiando en él como Salvador, hemos recibido la vida eterna. Nosotros somos quienes sabemos que los sufrimientos de Cristo llegarían hasta su misma muerte. Nosotros somos también quienes sabemos que después de muerto y sepultado Cristo resucitó en gloria y en gloria fue levantado a los cielos donde está ahora esperando que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Los profetas que profetizaron el evangelio, por más que escudriñaron con diligencia no supieron nada de esto. Ellos se limitaron a administrar cosas preciosas que pertenecían a otros. Justamente estas cosas, o el evangelio, fue anunciado por los que lo predicaron, no en el poder del hombre sino en el poder del Espíritu Santo enviado del cielo. Esto nos hace pensar en lo que sucedió el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los que estaban reunidos en el aposento alto, y Pedro, lleno del Espíritu Santo, se puso de pie y predicó un mensaje contundente, cuyo tema central fue el evangelio, y que resultó en la salvación de como 3000 personas. ¿No le parece algo grandioso amigo oyente, que Ud. y yo, seamos los beneficiarios directos de un evangelio que fue anunciado hace mucho tiempo atrás por varios profetas y cuyo cumplimiento tuvo que aguardar algunos cientos de años? Todo es producto de la gracia de Dios. Ni Ud. ni yo, somos mejores que los profetas de antaño, sin embargo de ello, Dios nos reservó para beneficiarnos de algo tan precioso como es el evangelio, algo que los profetas de antaño hubieran dado cualquier cosa para beneficiarse. Todo es por gracia. Finalmente tenemos que el evangelio es admirado por los ángeles. Pedro ha llegado a lo más alto de la exaltación del evangelio. Mire lo que dice en la segunda parte de 1ª Pedro 1:12 «cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles» Pedro está hablando del evangelio, a eso se refiere cuando él dice «cosas». Estas cosas, es decir el evangelio, es tan maravilloso, que los ángeles del cielo quedan extasiados ante su magnificencia. La frase, anhelan mirar, significa literalmente inclinarse para poder mirar más de cerca. Es como cuando Ud. mira algo muy interesante desde una ventana. Ud. no da un vistazo y punto. Ud. se inclina para poder apreciar mejor aquello que le llama tanto la atención. Así es el evangelio para los ángeles. Están tan embelesados con él, que se inclinan para poder apreciar cada detalle de su hermosura. ¿Por qué se sentirán tan atraídos los ángeles hacia el evangelio? Pues porque es la obra maestra de Dios el Padre, la obra maestra del Hijo, y la obra maestra del Espíritu Santo. Además los ángeles, que son seres espirituales que moran en la santidad de la presencia inmediata de Dios, están imposibilitados de participar en la redención que los seres humanos, pecadores, tanto necesitamos. Los ángeles darían cualquier cosa para estar en el lugar del simple creyente que en una época de su existencia estaba muerto en pecado y de pronto, por el evangelio creído y recibido, llega a ser una nueva criatura, redimida por completo. El evangelio es tan precioso que falta tiempo para que los ángeles terminen de admirarlo. Nosotros no solo lo admiramos sino que nos beneficiamos de él. Y ¿qué de Ud. amigo oyente? Si Ud. no es creyente, ¿Está consciente de lo grandioso del evangelio? Si está consciente, demuéstrelo obedeciendo a su contenido. Demuéstrelo recibiendo a Cristo como su salvador. La verdadera gracia de Dios nos trae también el evangelio. Un evangelio profetizado por los profetas, escudriñado diligentemente por los profetas y admirado por los ángeles.
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