Nuevamente llegamos hasta usted para compartir algo mas del interesante tema que estamos desarrollando “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo” en contados instantes David Logacho estará frente a este micrófono para seguir compartiendo con nosotros este estudio.
I. Introducción: Saludos y bienvenida. La serie se titula: La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo. En nuestro estudio bíblico último, tratamos el tema del nacimiento de la iglesia de Cristo. Sucedió el día que se celebraba la fiesta judía de Pentecostés, después que el Señor Jesucristo murió, resucitó y ascendió a la gloria de su Padre. A la fiesta judía de Pentecostés se la conocía también como la fiesta de la siega. El Señor Jesucristo segó lo que sembró al morir en la cruz del Calvario, el fruto fue algo maravilloso, la iglesia de Cristo. En aquel día, los discípulos que estaban congregados en el aposento alto, como ciento veinte en total, experimentaron algo que jamás antes habían experimentado. De repente escucharon del cielo un gran estruendo. Lucas lo comparó con el ruido de un viento recio que soplaba. A la par, se les aparecieron lenguas repartidas, asentándose sobre cada uno de ellos. Lucas las comparó con el fuego. Inmediatamente todos los discípulos allí reunidos fueron llenos del Espíritu Santo. Esto significa que el Espíritu Santo tomó control absoluto de los discípulos. En estas condiciones, comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Esto significa que los discípulos comenzaron a hablar en idiomas que nunca antes habían aprendido. Se lo conoce como el don de lenguas. Con esto en mente, si tiene una Biblia, ábrala en Hechos 2:5-13. En este pasaje bíblico, vamos a estudiar la reacción de la gente ante los eventos sobrenaturales que acontecieron en el aposento alto.
II. Lo que tenemos en primer lugar es un vistazo a las condiciones en general en Jerusalén en aquel día de Pentecostés. Hechos 2:5 dice: Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.
Pentecostés era una de las tres fiestas judías que requerían la presencia de todos los judíos varones en la ciudad de Jerusalén. Las otras dos eran Pascua y Tabernáculos. Es decir que el día de Pentecostés, Jerusalén debe haber estado abarrotada de gente. Lucas se refiere a esto indicando que moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. ¿Por qué había judíos de todas las naciones bajo el cielo? Pues sencillamente se trataba de judíos y sus descendientes que migraron por su voluntad o en contra de su voluntad a todas las naciones bajo el cielo. Aunque estos judíos hablaban idioma judaico, es natural que estaban más familiarizados con el idioma que se hablaba en la región donde moraban. Ya hemos visto que el día de Pentecostés, en el cual se celebraba la fiesta de la siega, fue un día más que apropiado para el nacimiento de la iglesia de Cristo, por esto de que es la siega de lo que el Señor Jesús sembró con su muerte. Pero también fue el día indicado por la cantidad de judíos que moraban en Jerusalén en ese día. De esta manera, estos judíos podían llevar las noticias a todos los lugares desde donde vinieron. Luego notamos la reacción de los judíos presentes en Jerusalén ante los eventos sobrenaturales que estaban presenciando. Note lo que voy a leer en Hechos 2:6-12. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?
El estruendo debe haber sido tan enorme que toda la ciudad de Jerusalén lo oyó y su curiosidad debe haberlos conducido al lugar exacto donde estaba el aposento alto. Allí se encontraron con otro evento sobrenatural. Vieron con sus propios ojos y escucharon con sus propios oídos a los discípulos hablando un idioma que ellos nunca habían aprendido. Esto les causó mucha confusión. La confusión abrió paso a que la gente se encuentre atónita y maravillada. No había forma lógica de explicar lo que estaba pasando. A veces Dios hace cosas que parecen muy confusas, pero en realidad son el presagio de cosas que nos dejarán atónitos y maravillados. Tal vez recuperándose de su estado de asombro, la gente reflexionaba diciendo: ¡Mirad! ¿No son galileos todos estos que hablan? El estupor se sustentaba en que todos sabían que los discípulos eran de Galilea, pero sin embargo estaban hablando a la perfección un idioma que no era el suyo. Sin hallar explicación se hacían la pregunta: ¿Cómo, pues les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? En este punto vale la pena enfatizar el hecho que el don de lenguas es una capacidad dada por Dios, mediante el Espíritu Santo, a algunos creyentes, para que puedan habla un idioma que nunca antes han aprendido. En este relato se hace obvio este concepto. Los discípulos no balbucearon sonidos incoherentes, sino que hablaron en un idioma que nunca antes habían aprendido. Esto es el don de lenguas. Entre la gente que se arremolinó, había partos, procedían de una región que se extendía desde Mesopotamia hasta la India, e incluía a Media y Elam. Mesopotamia, esta región se encontraba entre los ríos Eufrates y Tigris. Capadocia, Ponto, Asia, estaban situadas al sur del mar Negro. Asia era la provincia romana de la cual Efeso era la capital. Frigia, Panfilia están ubicadas al centro y sur de la provincia romana de Asia. Egipto, Libia, Cirene están al norte de Africa desde el desierto de Arabia hasta más allá de Cirene. Desde estos lugares vinieron a Jerusalén judíos, es decir de raza judía y prosélitos, es decir gentiles convertidos al judaísmo. Cretenses son los habitantes de la isla de Creta, al sur de Grecia, Arabia en la época del Nuevo Testamento incluía a Damasco, a Petra y las regiones remotas de los desiertos de Siria y Arabia. Había gente de prácticamente todos los lugares donde había judíos o prosélitos. Hablando en un idioma jamás aprendido por ellos, los discípulos no cesaban de hablar las maravillas de Dios. Note que los discípulos no estaban predicando el evangelio en los idiomas que sin haber aprendido lo estaban hablando. Fue Pedro, quien más adelante predicó el Evangelio. El don de lenguas no fue dado para poder predicar el evangelio a la gente que no entiende el idioma que habla el predicador, sino para proclamar las maravillas de Dios. Así que, dejamos a la gente perpleja y atónita diciendo unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Buscaban una explicación lógica. Pero como siempre, había otros que encontraron un atajo, la salida simple. En son de burla decían: Están llenos de mosto. El mosto es el vino nuevo dulce, que cuando se ingiere en abundancia produce embriaguez. Los burladores pensaban que los discípulos estaban borrachos. Tal vez los burladores indujeron a muchos a pensar de la misma manera. Por eso, Pedro va a dar la explicación a todo lo que estaba pasando, pero eso será materia de nuestro próximo estudio bíblico.
III. Conclusión. El obrar milagroso de Dios hace reflexionar a la gente. Algunos buscan una explicación lógica y así llegan a la verdad, mientras otros rechazan la evidencia con burla. ¿En qué bando se encuentra?
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