Saludos amable oyente. Soy David Araya dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Seguimos estudiando el Evangelio según Mateo, en la serie que lleva por título: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En instantes más estará con nosotros David Logacho para guiarnos en el estudio de lo que Jesús enseñó acerca de Juan el Bautista.
Qué grato es estar junto a usted, amable oyente. Que el Señor en su gracia continúe bendiciendo ricamente su vida. En lo que hemos estudiado del Evangelio según Mateo, llegamos a una maravillosa enseñanza de Jesús acerca de Juan el Bautista. Hablando a una multitud que había oído a Juan el Bautista mientras predicaba en el desierto de Judea, Jesús preguntó: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Por supuesto que no. Luego Jesús insistió. ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? Por supuesto que no. Porque los que llevan vestiduras delicadas están con los de su clase en las casas de los reyes. Esto abrió el camino para que Jesús muestre quien era realmente Juan el Bautista. En primer lugar, Jesús manifiesta que Juan el Bautista es un profeta muy especial. Permítame leer el texto en Mateo 11:9-10. La Biblia dice: Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Porque éste es de quien está escrito:
He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz,
El cual preparará tu camino delante de ti.
Lo que los judíos salieron a ver al desierto, en realidad era a un profeta. Juan el Bautista fue un profeta, pero no sólo eso. Jesús dijo que Juan el Bautista era más que profeta. Esta es una distinción especial. ¿Qué es lo que hizo a Juan el Bautista merecedor de esta especial distinción? Pues porque a Juan el Bautista le cupo el privilegio de ver el cumplimiento de lo que siglos antes había anunciado el profeta Malaquías en relación con la manifestación del Cristo o el Mesías de Israel. Observe lo que dice Malaquías 3:1 He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.
Juan el Bautista fue el mensajero enviado por Dios para preparar el camino para el Cristo o el Mesías de Israel. Por esto Juan el Bautista es más que profeta. Todos los profetas del Antiguo Testamento miraban hacia el futuro, hacia la manifestación del Cristo o el Mesías de Israel, pero Juan el Bautista tuvo el privilegio de decir: Aquí está, este es el Cristo, o el Mesías de Israel, refiriéndose a Jesús. Ningún de los profetas jamás experimentó esto, sólo Juan el Bautista. Esto fue el fundamento para lo que Jesús dijo a continuación acerca de Juan el Bautista. Se encuentra en Mateo 11:11. La Biblia dice: De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.
A la luz del privilegio que tuvo Juan el Bautista de ser el precursor del Cristo o el Mesías de Israel, Jesús dijo: De cierto os digo que entre todos los que nacen de mujer, no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que Juan el Bautista. ¿Qué significa esta algo intrigante declaración de Jesús? Sencillamente significa que Juan el Bautista fue más grande que todos los profetas del Antiguo Testamento porque él vio con sus propios ojos a la persona sobre quien todos los profetas del Antiguo Testamento profetizaron. Juan el Bautista vio con sus propios ojos a Cristo el Mesías de Israel, en la persona de Jesús. Sin embargo, todos los creyentes quienes forman parte del reino de los cielos por haber recibido a Cristo como su Salvador, son más grandes que Juan el Bautista, en el sentido que ellos participan de los privilegios que resultan de la obra de Cristo en la cruz, algo que Juan el Bautista solamente lo anunció de antemano, pero no vivió para verlo hecho realidad. Así que, amable oyente, si usted ha recibido a Cristo como su Salvador personal, goza de un privilegio tan extraordinario que ni siquiera Juan el Bautista, el más grande de los profetas, lo tuvo, por cuanto usted puede mirar hacia atrás en el tiempo, con los ojos de la fe y contemplar aquella cruz de vergüenza en la cual Jesucristo tomó su lugar para morir por usted. ¡Cómo no dar gracias a Dios por esta realidad maravillosa! Pero a pesar de lo que Jesús pensaba en cuanto a Juan el Bautista, necesitaba dar alguna explicación a lo que estaba pasando con Juan el Bautista, porque recuerde que Juan el Bautista estaba en prisión, esperando una sentencia de muerte. Jesús entonces declara lo que aparece en Mateo 11:12. La Biblia dice: Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.
Desde que Juan el Bautista comenzó a predicar que el reino de los cielos se había acercado, hasta el momento que Jesús estaba haciendo esta declaración, el reino de los cielos estaba sufriendo mucha violencia. Recuerde que Juan el Bautista no era bien visto por la mayoría de la gente de su época, tanto la gente común como la gente importante, sacerdotes y gobernantes. Esta antipatía hacía que el reino de los cielos esté siempre bajo asedio. Prueba de ello era que Juan el Bautista fue hecho prisionero por Herodes y eventualmente murió decapitado. Esto era un cuadro de lo que más tarde esperaba a Jesús, el Cristo, el Mesías de Israel, la persona más importante del reino de los cielos. El mundo, amable oyente, siempre estará opuesto a los planes de Dios, porque simple y llanamente el mundo está bajo el dominio del maligno. La oposición no estará libre de violencia. Al respecto, Jesús dijo que los violentos arrebatan el reino de los cielos. Esta declaración se puede entender de dos formas, ambas legítimas. En primer lugar en el sentido que gente de este mundo hace todo lo humanamente posible para arrebatar y destruir el reino de los cielos. Tal cual como Herodes hizo con Juan el Bautista. En segundo lugar, en el sentido que aquellos que estaban listos para recibir a Cristo, o el Mesías de Israel, harán todo lo humanamente posible para el establecimiento del reino de los cielos. Esta interpretación se ve favorecida por la forma como lo pone Lucas al referirse al mismo evento, cuando afirma que todos se esfuerzan por entrar en el reino de Dios o en el reino de los cielos. Una vez explicado lo que estaba pasando con Juan el Bautista, Jesús insiste sobre el privilegio que tuvo Juan el Bautista. Permítame leer el texto en Mateo 11:13-15. La Biblia dice: Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga
Cuando Jesús dice que todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan, se está refiriendo a que todos los escritos sagrados del Antiguo Testamento apuntaban al evento majestuoso que Juan el Bautista lo vivió en carne propia cuando vio con sus propios ojos a Jesús, quien es el Cristo o el Mesías de Israel. Tan es así, que Juan el Bautista es aquel Elías que había de venir. Esto no significa que Juan el Bautista era la persona de Elías de vuelta en el mundo. El mismo Juan el Bautista dijo que él no era Elías. Note lo que leo en Juan 1:21. La Biblia dice: Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. Lo que Jesús está diciendo es que si los judíos le hubieran recibido como el Cristo, o el Mesías de Israel, también habrían entendido que Juan el Bautista cumplió con la profecía del Antiguo Testamento en cuanto a que Elías vendría antes del día de Jehová. Malaquías 4:5 dice: He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. No olvide amable oyente, que hablando de Juan el Bautista, el ángel dijo a su padre Zacarías que Juan el Bautista irá delante de Cristo con el espíritu y el poder de Elías. Es decir que Juan el Bautista no era Elías sino alguien que ministraba con el espíritu y el poder de Elías. Mirar a Elías de la manera que Jesús enseñó, demanda discernimiento espiritual y por eso Jesús dijo: El que tiene oídos para oír, oiga. En este punto, Jesús hace una evaluación de cómo estaban las cosas en cuanto a él. Leo en Mateo 11:16-19. La Biblia dice: Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos.
Jesús describe lo que estaba pasando en su tiempo por medio de una precisa ilustración. Se parece a los niños sentados en la plaza que gritan a los demás: tocamos la flauta y ustedes no bailaron; cantamos por los muertos y ustedes no lloraron. Luego Jesús aplica esta ilustración a lo que estaba sucediendo en su época. Vino Juan el Bautista, que no comía ni bebía como lo hacía el resto de la gente, y los enemigos del reino de los cielos le acusaron de estar endemoniado. Luego vino Jesús, el Hijo del Hombre, un título que evoca su derecho como el Cristo o el Mesías, quien comía y bebía como hacía el resto de la gente, y los enemigos del reino de los cielos le acusan de glotón, borracho y amigo de la gente de la peor calaña. ¿En qué quedamos? El problema no era ni de Juan el Bautista ni de Jesús, sino de los enemigos del reino de los cielos que reaccionaban en contra del reino de los cielos. Pero la realidad es que Jesús, como la sabiduría personificada, es autenticado por las obras que estaba haciendo, aparte de cualquier cosa que piensen los enemigos del reino de los cielos. De esta manera, Jesús reivindica a Juan el Bautista. De esto podemos aprender que Dios honra a los que le honran. Cuan importante es someterse a sus preceptos.
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