Cordiales saludos amable oyente. Soy David Araya dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el Evangelio según Mateo en la serie que lleva por título: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. Después de mostrar los misterios del reino de los cielos por medio de siete parábolas, Jesús hace una recomendación importante a sus discípulos, y retorna a la ciudad donde creció junto a su familia, en donde encuentra desprecio e incredulidad. Sobre esto nos hablará David Logacho en el estudio bíblico de hoy.
Qué gozo es estar junto a usted amable oyente. Continuando con el estudio del Evangelio según Mateo, hemos considerado las características del reino de los cielos en su fase intermedia, entre la primera y segunda venida de Cristo, por medio de siete parábolas que aparecen en Mateo capítulo 13. Inmediatamente después, Jesús se reúne con sus discípulos y les encarga una obra de extrema importancia. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Mateo 13 versículos 51 y 52. Permítame leer este pasaje bíblico. La Biblia dice: Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. Él les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. En un tono tal vez paternal, así como cuando queremos llegar al corazón de un hijo, para decirle algo sumamente importante, Jesús dice a sus discípulos: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Esta es una pregunta muy directa a sus discípulos. La pregunta tiene que ver con que si los discípulos habían comprendido a cabalidad lo que Jesús enseñó por medio de las siete parábolas anteriores. La respuesta unánime de los discípulos a esta pregunta de Jesús fue: Sí, Señor. Al tratar como Señor a Jesús, los discípulos estaban reconociendo su deidad, pues Señor significa el Amo, el Soberano, el Dueño. La respuesta afirmativa de los discípulos contrasta con la ignorancia y la duda que hasta hace poco tiempo atrás manifestaron. A raíz que Jesús pronunció la parábola del sembrador y la parábola del trigo y la cizaña, los discípulos pidieron a Jesús que explique las parábolas. Jesús ciertamente accedió al pedido y explicó las parábolas, pero eso nos muestra que al menos por un tiempo los discípulos no entendieron las parábolas que relató Jesús. Pero las cosas habían cambiado. Ahora los discípulos entendían muy bien lo que Jesús había enseñado por medio de parábolas. Dios había hecho un cambio en su capacidad de comprender cosas espirituales. Dios puede hacer lo mismo con nosotros hoy en día para que entendamos la palabra del Señor. Al saber que los discípulos habían entendido la enseñanza de Jesús por medio de las parábolas, Jesús les lanza otra parábola, ya no relacionada con los misterios del reino de los cielos, sino con los escribas doctos en el reino de los cielos. Un escriba es aquel que ha llegado a tener un discernimiento profundo de la ley y de las cosas espirituales en general. Un escriba docto en el reino de los cielos es alguien, como los discípulos, quienes habían llegado a tener un discernimiento profundo de las cosas espirituales alusivas al reino de los cielos. En su parábola, Jesús compara al escriba docto en el reino de los cielos con un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. La explicación de esta parábola es que los discípulos debían mostrar a otros las cosas preciosas de Dios, tanto nuevas, como las que acababan de aprender de Jesús, y en general lo que tenemos en el Nuevo Testamento, como también las cosas antiguas, es decir las que aparecen en el Antiguo Testamento. No olvide amable oyente que el Nuevo Testamento no reemplaza ni anula al Antiguo Testamento, sino que entre los dos se complementan. A decir verdad, el Nuevo Testamento es el cumplimiento de lo que aparece en el Antiguo Testamento. Los escribas y doctos en el reino de los cielos deben entender y mostrar a otros como se complementa el Antiguo con el Nuevo Testamento. Así que, amable oyente, si usted desea ser un docto en el reino de los cielos es imprescindible que entienda y sepa mostrar a otros la manera como se relaciona el Antiguo con el Nuevo Testamento. Siguiendo con nuestro estudio en el Evangelio según Mateo, encontramos que Jesús deja atrás las orillas del Mar de Galilea, y se dirige hacia Nazaret, la ciudad donde creció junto a su familia. Veamos qué es lo que aconteció allí. Voy a leer el texto bíblico en Mateo 13: 53 a 58. La Biblia dice: Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas, se fue de allí. Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos. Sentado en una barca a orillas del Mar de Galilea, Jesús había enseñado por parábolas muchas cosas a la gente que estaba en la playa. Cuando terminó su enseñanza se fue de allí y llegó a su tierra. Esto significa que llegó a Nazaret, su tierra, la cual quedaba no muy lejos al sur oeste del Mar de Galilea. Una vez en la ciudad, como era su costumbre se dirigió a la sinagoga de los judíos para enseñar. Dice el texto que la gente que le escuchaba por un lado se maravillaba de su enseñanza. Debe haber sido un deleite escuchar la palabra de Dios por la boca de Dios en forma humana. No es extraño que la gente se haya maravillado de la enseñanza de Jesús. Pero por otro lado, además de maravillarse, la gente comenzó a hacer comentarios entre ellos diciendo: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? Es obvio el desdén de este comentario. Es como si dijeran: ¿Y de cuándo acá, este ilustre desconocido sabe tanto y tiene tanto poder? Algo raro ha pasado con este, porque todos le conocemos que es parte de una familia nada importante de Nazaret. Bien sabemos que es hijo del carpintero, se referían a José, quien en realidad era el padrastro de Jesús, porque todos sabemos que Jesús no fue engendrado por José sino por el Espíritu Santo en la virgen María. El hecho que no se menciona el nombre de José, podría ser un indicio de que a estas alturas de la vida de Jesús, José ya había muerto. Y claro… los judíos en la sinagoga de Nazaret también sabían que Jesús era hijo de María, para ellos, una mujer común y corriente, mujer del carpintero. También conocían a los hermanos de Jesús, quienes en realidad eran medio hermanos, es decir Jacobo, José, Simón y Judas. Inclusive conocían a las hermanas, o medio hermanas, mejor de Jesús, que aunque no se mencionan nombres deben haber sido varias porque el sustantivo hermanas, aparece en plural. Interesante, Jesús tenía medio hermanos y medio hermanas, quienes no eran otros sino los hijos que María tuvo con su esposo José. La conclusión de los judíos en la sinagoga de Nazaret debe haber sido la siguiente: Al juzgar por su padre, su madre, sus hermanos y sus hermanas, no entendemos cómo alguien como él pueda tener tanta sabiduría y tantos poderes. El desdén y el desprecio queda confirmado cuando el texto leído dice que los judíos en la sinagoga de Nazaret se escandalizaban de Jesús. Esto significa que hallaron tropiezo en Jesús. Se sintieron ofendidos por Jesús. Este triste episodio muestra como la impopularidad de Jesús iba en aumento. Ya no eran solamente los escribas y fariseos, sino también la gente común y corriente. La impopularidad de Jesús eventualmente llegaría a su clímax cuando la nación entera de Israel pidió a gritos a Pilato que crucifique a Jesús. Consciente de este incomprensible rechazo, Jesús pronuncia esas palabras que se han convertido en refrán popular para describir la apatía de los que nos son más cercanos. Jesús dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Este era un proverbio muy antiguo para mostrar esa faceta muy humana de despreciar lo propio y favorecer lo ajeno. Los judíos en Nazaret conocían a Jesús desde niño y para su desgracia llegaron a la conclusión que Jesús no era nada especial. Digo para su desgracia, porque esta apatía y hasta rechazo a Jesús tuvo serias repercusiones. El texto dice que como consecuencia del trato recibido por parte de los judíos en Nazaret, Jesús no hizo allí muchos milagros a causa de la incredulidad de ellos. Los judíos de Nazaret perdieron la bendición de ver en mayor grado el poder de Dios en acción, a causa de la incredulidad. Así ha sido en el pasado, así es en el presente y así será en el futuro. La incredulidad impide el libre fluir del poder de Dios amable oyente, bien sea para salvar al pecador o para hacer obras milagrosas. Es por incredulidad que muchas personas salen de este mundo sin el perdón de pecados y reciben el justo castigo de Dios en el infierno. Quiera Dios que usted no sea contado entre los incrédulos amable oyente. Si hasta ahora no ha recibido a Jesús como su único y personal Salvador, despójese de la incredulidad y en un acto de fe reciba a Jesús como su Salvador. Pero si usted ya ha recibido a Jesús como su personal Salvador, debe saber también que la incredulidad impide que Dios manifieste su poder en diversas maneras. Recuerde que para Dios nada es imposible. Ocúpese en discernir la voluntad de Dios en determinada circunstancia de su vida cristiana, y créalo con todo su corazón, ore con todo el fervor y podrá ser testigo del poder soberano de Dios en acción. ¡Cuánto nos falta crecer en la fe en nuestro buen Dios! ¡Cuántas cosas maravillosas que Dios pudo haber hecho en nuestras vidas no las hemos visto a causa de nuestra poca fe! Así como lo hicieron los discípulos de Jesús, nosotros también deberíamos clamar al Señor: Auméntanos la fe. Que cada vez confiemos más en él y menos en nosotros mismos. Amén.
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