Es un gozo compartir este tiempo junto a usted, amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy en el libro de Jonás. En nuestro último estudio bíblico, vimos que obedecer es hacer lo que a uno se le ha pedido, en el momento que se le ha pedido y con una actitud correcta en el corazón. Cuando alguno de estos ingredientes de la obediencia está ausente, la obediencia es parcial, lo cual es pariente cercano de la desobediencia. Jonás fue un profeta que recibió una orden de parte de Jehová, pero en lugar de obedecer de la manera que mencionamos, Jonás desobedeció y trató de huir de la presencia de Dios. De un profeta comisionado se transformó en un profeta prófugo. En el estudio bíblico de hoy veremos a Jonás recibiendo la consecuencia de su desobediencia. La palabra de Dios dice en Gálatas 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Jonás sembró desobediencia y pensó salir bien librado. Tomó una embarcación hacia Tarsis y de esa manera pretendió huir de la presencia de Dios. Estando en alta mar, le llegó el momento de cosechar el fruto de lo que sembró. ¿Cuál fue ese fruto? Dejemos que la palabra del Señor nos hable acerca de ello.
Le invito a abrir su Biblia en el libro de Jonás, capítulo 1, a partir del versículo 4. Cuando el hombre desobedece, se desencadena la justa ira de Dios. No siempre será como en el caso que vamos a ver el día de hoy, pero créame, siempre la ira de Dios será la respuesta a la desobediencia del hombre. La manera de manifestar su ira podrá ser diferente, pero la ira se manifestará tarde o temprano. Jamás debe pensar que su desobediencia va a pasar desapercibida por parte de Dios. Quizá me dirá: Pero hasta ahora yo vivido desobedeciendo a Dios y no me ha pasado nada. En respuesta le diré que en lugar de jactarse de su desobediencia y de que hasta ahora no ha pasado nada, debería humillarse ante Dios y agradecerle que por su misericordia todavía no ha derramado su ira sobre usted, pero si persiste en su desobediencia, en algún momento Dios le llamará a rendir cuentas delante de él y para muchos tristemente será demasiado tarde. Jonás, un profeta de Dios desobedeció y quiso huir de Dios para ocultar su pecado. La ira de Dios se manifestó contra él. Veamos algunos aspectos de este hecho. En primer lugar, la manifestación de la ira de Dios. Jonás 1:4 dice: Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.
La Biblia es tan clara al manifestar que Jehová produjo el viento que causó la tempestad en el mar. La tempestad no fue producto de la casualidad o de las pésimas condiciones atmosféricas reinantes en el mar. El evento no tuvo orígenes naturales, fue Dios quien lo causó de una forma milagrosa. ¿Es esto posible? Por supuesto que sí. ¿Habrá algo imposible para Dios? ¿Acaso quien creó la naturaleza no puede ordenar a la naturaleza que haga lo que sea conveniente para su propósito? ¿Acaso la gente no se maravilló de Jesús cuando reprendió una tempestad diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen? Para Dios no representó ningún problema levantar un fuerte viendo justo en el lugar donde estaba la embarcación en la cual estaba Jonás y así producir una tempestad tan grande que hacía pensar que se partiría la nave. Yo no sé como se manifestará la ira de Dios en su vida por su desobediencia, amable oyente, pero por lo que veo en el caso de Jonás, sé que es un asunto muy serio ser objeto de la ira de Dios. A continuación veamos el temor de los marineros ante la ira de Dios. Jonás 1:5 en su primera parte dice: Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos.
Este texto nos habla de la reacción de unos expertos marineros ante la ira de Dios. Estaban llenos de pánico y pensaron que lo mejor sería arrojar al mar algunos de los enseres de la nave para aligerar su peso y aumentar las probabilidades de supervivencia. Es cosa seria caer en manos de un Dios ofendido por la desobediencia. Tal vez usted estará pensando: Pero, ¿qué culpa tuvieron esos inocentes marineros para estar sufriendo las consecuencias de la ira de Dios? Después de todo, fue Jonás quien desobedeció, no ellos. Lo que pasa amable oyente es que así de perverso es el pecado en general. Las consecuencias no afectan solamente a quien comete el pecado sino también a seres inocentes en cuanto al pecado cometido. Tome el caso de los hijos de un padre borracho. ¿Qué culpa tienen ellos del pecado de su padre? Sin embargo, día a día ellos tienen que soportar los insultos, la agresión física, la falta de medios económicos para satisfacer las necesidades más básicas de la vida. El pecado tiene consecuencias y quien lo comete no es el único que las padece sino que personas inocentes en cuanto al pecado cometido también las sufrirán y lo verdaderamente triste es que normalmente esos seres inocentes con aquellos que están más cerca de nosotros, a quienes amamos entrañablemente. Siguiendo con nuestro estudio bíblico, consideremos la indiferencia de Jonás ante la ira de Dios. Jonás 1:5 en su segunda parte y el versículo 6 dice: Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir.
Jon 1:6 Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.
Mientras los expertos marineros temblaban de miedo por la tempestad, Jonás buscó un lugar aparte para dormir. Qué ironía, el causante directo de la ira de Dios dormía plácidamente mientras la embarcación con su tripulación era azotada por la tempestad. Así es el pecado amable oyente, se instala tan cómodo en nosotros que nos volvemos ciegos a detectar el daño que nos está causando. En el caso de Jonás, tuvo que intervenir un incrédulo para alertar a Jonás de lo que estaba pasando. Qué vergüenza que a veces los incrédulos tienen que exhortar a los creyentes por los pecados que éstos cometen y ante los cuales están ciegos. Acto seguido, en la embarcación se instaló una asamblea de marineros. El motivo que los reunía era determinar la razón para que Dios se haya manifestado con tanta ira. Jonás 1:7-10 dice: Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.
Jon 1:8 Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?
Jon 1:9 Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.
Jon 1:10 Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado.
Ante las circunstancias, Jonás declaró todo. Los marineros, todos ellos impíos, recriminaron a Jonás por su desobediencia. Esta es otra característica del pecado en el creyente, afecta el testimonio ante el incrédulo. Luego tenemos la manera como se calmó la ira de Dios. Jonás 1:11-16 dice Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más.
Jon 1:12 El les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.
Jon 1:13 Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos.
Jon 1:14 Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido.
Jon 1:15 Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.
Jon 1:16 Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.
Jonás reconoció su pecado y admitió que tenía que atenerse a las consecuencias. El mar se calmaría cuando Jonás sea arrojado por la borda. Tan pronto los marineros hicieron esto, el mar se calmó y todos reconocieron que Jehová es el único Dios verdadero, por lo cual le ofrecieron sacrificios e hicieron votos. En cambio Jonás, descendió hasta el fondo del mar, lugar al cual le condujo la desobediencia a Dios. Si usted está pensando que no habrá consecuencias de su desobediencia a Dios, mire lo que sucedió con Jonás y tenga temor de desobedecer a un Dios así de poderoso. Si ya ha recibido al Señor Jesucristo como su Salvador, pero ha estado viviendo en desobediencia a Dios, hoy mismo arrepiéntase y confiese su pecado al Señor para alcanzar perdón y limpieza. Si su desobediencia tiene que ver con rehusar recibir a Cristo como su personal Salvador, no espere más, hoy mismo tome la decisión más importante de su vida, reciba a Cristo por la fe como su Salvador. De esta manera evitará ser objeto de la ira de Dios.
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