Que grato saludarle amable oyente. Soy David Logacho, dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Juan. Después de su prólogo, en el cual Juan presentó al Señor Jesús como el Cristo preexistente, el Cristo creador y el Cristo todopoderoso, Juan presenta el ministerio de otro personaje que también se llama Juan, pero para diferenciarlo del apóstol Juan se lo conoce como Juan el bautista, quien hizo la obra de preparar el camino para la manifestación del Señor Jesús como el Cristo, el Rey de Israel, el Mesías. Juan el Bautista fue el precursor del Señor Jesucristo. Además Juan nos presenta la reacción del mundo en general a la presencia de Cristo.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Juan 1:6-12. Lo primero que notaremos en este pasaje bíblico es la identidad del precursor. Juan 1:6 dice: Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
De esta sencilla, pero contundente manera, el apóstol Juan, autor del evangelio, introduce al precursor. Precursor proviene de un adjetivo que se refiere a aquello que antecede o que se sitúa delante. Juan el Bautista fue justamente eso en relación con el Señor Jesús. La vida de Juan el Bautista estuvo marcada por la oración, el ayuno, el silencio, y la convivencia con sus discípulos. Cuando el ángel del Señor apareció Zacarías, padre de Juan el Bautista, para anunciar el nacimiento de Juan el Bautista, entre otras cosas le dijo lo que Lucas recoge en el capítulo 1 versículo 17 de su Evangelio. La Biblia dice: E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos,(C) y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
Por esto se conoce a Juan el Bautista como precursor del Mesías. Como se mencionó en la introducción al evangelio según Juan, el nombre del apóstol Juan no aparece en ningún lugar en su evangelio, de modo que todas las veces que aparece el nombre Juan en el evangelio según Juan, no se refiere al apóstol Juan sino a Juan al Bautista. Hablando de él, Juan dice que fue un hombre enviado de Dios. Esto indica que la misión que tuvo Juan el Bautista fue encomendada directamente por Dios. Juan el Bautista no vino en su propio nombre. Una vez que hemos identificado al precursor, pasemos ahora a examinar la misión del precursor. Juan 1:7-8 dice: Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
Joh 1:8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Esto muestra la misión del precursor. Su misión fue anunciar la inminente manifestación de Cristo. A esto se refiere Juan cuando dice que Juan el Bautista vino por testimonio y para que diese testimonio de la luz. Interesante que para referirse a la persona de Cristo, Juan utiliza la palabra luz, la misma palabra que utilizó anteriormente cuando refiriéndose a Cristo dijo: En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Juan prosigue diciendo que el propósito de Juan el Bautista para dar testimonio de la luz, fue que todos creyesen por él. El pronombre él no se refiere a Cristo sino a Juan el Bautista. La idea es que a través del testimonio de Juan el Bautista, la gente que oiga su mensaje, esté en capacidad de creer sin lugar a dudas que Jesucristo es el Salvador del mundo. Juan el Bautista no era la luz, o el Cristo, sino solamente uno cuya misión era dar testimonio de la luz, o de Cristo. Hacer referencia al ministerio de Juan el Bautista como precursor del Señor Jesús, era un asunto clave en el propósito de manifestar a Jesús como el Cristo en especial para el pueblo judío, porque es el vínculo entre el Antiguo Testamento y la persona del Señor Jesús. Lo que estaba haciendo Juan el Bautista fue el cumplimiento de lo que dicen textos como Isaías 40:3-5 donde dice: Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.(A)
Isa 40:4 Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.
Isa 40:5 Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.
Luego de referirse al ministerio del precursor, en segundo lugar, el apóstol Juan comienza a mostrar las glorias o la grandeza del Señor Jesús. Juan 1:9 dice: Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
El Señor Jesús es aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre. Esta Luz verdadera estaba viniendo al mundo. A lo largo de la historia de la humanidad, han aparecido muchos que se han atribuido a ellos mismos el honroso título de ser luz en este mundo, pero todos ellos no son sino tinieblas. Hay uno solo que es la luz verdadera. Este es el Señor Jesús. Él vino con el propósito de alumbrar a todo hombre. Esto no significa que todo hombre es automáticamente salvo. Lo que significa es que todo hombre está expuesto a la luz verdadera, pero cada hombre tiene que tomar su decisión sobre esa luz verdadera. Los que la aceptan y en consecuencia reciben a Cristo como Salvador, son salvos. Los que la rechazan están condenados. Juan 3:36 dice: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.
En tercer lugar el apóstol Juan muestra la reacción de la gente a la presencia de Cristo en el mundo. Juan 1:9-12 dice: En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
Joh 1:11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Joh 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
Este es uno de los pasajes bíblicos más tristes de las Escrituras. Es comparable a una bofetada al rostro del Señor Jesús. Felizmente no son todos los que reaccionan de esta manera antinatural. El Verbo, o el Logos o Cristo estaba en el mundo en la persona del Señor Jesús. Luego de ser bautizado por Juan el Bautista, el Señor Jesús inició su ministerio público predicando un mensaje que llamaba al arrepentimiento. Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado. ¿Cuál fue la reacción de la gente al mensaje que predicaba el Señor Jesús? La gente estaba dividida. Algunos, tal vez la mayoría rechazaron a Cristo y su mensaje. La minoría aceptó a Cristo y su mensaje. Juan dice que estando en el mundo, el mundo no conoció al Señor Jesús, a pesar que Él es el creador del mundo. El mundo por él fue hecho, dice Juan. El pecado hizo una obra tan efectiva en la mente y en el corazón de las personas de este mundo, que la mayoría del mundo no conoció al Creador del mundo. En este grupo estábamos también nosotros los creyentes, antes de ser creyentes, pero por la gracia de Dios, recibimos la luz para reconocer nuestro lamentable estado espiritual, y pudimos conocer al Señor Jesús, en el sentido de recibirlo como Salvador. La presencia del Señor Jesús en este mundo no fue como cuando un intruso se mete en un lugar donde no debe estar. Juan dice que el Señor Jesús vino a lo suyo. El mundo es suyo, porque Él es el creador del mundo. Sin embargo, los que más efusivamente debieron recibirlo, esto es su pueblo escogido, los judíos, no le recibieron. A pesar de todas las evidencias que presentó el Señor Jesús a su pueblo para ser reconocido como el Cristo, el Mesías, el Rey de Israel, el pueblo de Israel, en su mayoría, excepto por un pequeño remanente, le rechazó y terminó clamando a gritos a Pilato para que lo crucifique. Cuanta razón tiene Juan al decir: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. ¿Cómo se sentiría el Señor Jesús ante tan grave ofensa? Buena pregunta. Sin embargo, a pesar de lo grave de la ofensa, el Señor Jesús, siempre mantuvo vigente su invitación para que todo aquel que en Él cree tenga vida eterna. A esto justamente se refiere Juan cuando dice: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Así es, la mayoría de la gente de este mundo, tanto judíos como no judíos, rechazaron al Señor Jesús, pero hubo unos pocos, tanto en el pasado como en el presente, que hemos recibido al Señor Jesús. Recibir al Señor Jesús va más allá de simplemente reconocerlo como un personaje histórico, o como un maestro, o como alguien que sufrió por la causa que impulsó. Juan nos muestra lo que significa recibir al Señor Jesús. Es sinónimo de creer en su nombre. Es cuestión de fe. Esto significa una total y absoluta confianza en la persona y obra del Señor Jesús, abandonando cualquier confianza en nuestras buenas obras, o en la religión que practicamos, o en los ritos a los que nos hayamos sometido. Esto se manifiesta en una disposición a someterse a los mandatos del Señor Jesús. Juan 14:15 dice: Si me amáis, guardad mis mandamientos. Los que hemos recibido al Señor Jesús de esta manera, obtenemos una recompensa sin igual. La recompensa es la potestad o el derecho de ser hechos hijos de Dios. Esto es maravilloso. Los que no han recibido al Señor Jesús, no son hijos de Dios. Son hijos del enemigo de Dios, de Satanás. Esto es lo que dijo el Señor Jesús a los que no creían en él, según Juan 8:44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
Los que hemos recibido al Señor Jesús, por contraste, tenemos el derecho de ser hechos hijos de Dios. Somos parte de la familia más ilustre en el universo. ¿Ha recibido al Señor Jesús, amable oyente? Si no lo ha hecho, hágalo en este mismo momento, y como resultado, será hecho hijo de Dios, y su destino eterno es junto a su Padre en el cielo.
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