Saludos cordiales amable oyente. Es un gozo saludarle en el precioso nombre de Cristo. Bienvenida, bienvenido, al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la carta del Apóstol Pablo a Filemón, en la serie titulada: Amor Cristiano en Acción. En esta oportunidad vamos a examinar la consideración que Pablo tenía hacia Filemón.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Filemón versículo13. A manera de introducción de lo que será nuestro estudio de hoy, debemos tomar en cuenta que mientras el apóstol Pablo estaba en calidad de prisionero en Roma, guió a los pies de Cristo a un esclavo fugitivo de Filemón, el cual se llamaba Onésimo. Tan pronto Onésimo recibió a Cristo como su Salvador personal, se dedicó a servir a Pablo y a los hermanos en la fe. Sin embargo, Onésimo tenía que arreglar algunos asuntos pendientes de su vida vieja, es decir de su forma de vivir antes de recibir a Cristo como Salvador. Sucede que Onésimo no salió bien de la casa de su amo Filemón, porque no sólo escapó, algo que en aquella época se castigaba inclusive con le pena capital, sino que también robó a su amo. Por este motivo, Pablo aconsejó a Onésimo que, como nueva criatura en Cristo que era, debía volver a su amo Filemón, para enmendar hasta donde sea posible el daño que le causó. El hecho que Onésimo era un hermano en la fe, no modificaba su condición de esclavo de Filemón. El problema que tenía Onésimo era que no sabía, si después de lo que hizo, su amo Filemón estaría dispuesto a recibirle. Aquí es donde Pablo se ofreció a escribir una sentida carta a Filemón, rogándole que reciba a Onésimo. En Onésimo y Pablo se había originado una relación tan estrecha, que Pablo dijo en su carta a Filemón, que al recibir a Onésimo estaría recibiendo al mismo Pablo. Esto nos pone en el punto donde vamos a retomar nuestro estudio bíblico de hoy. Lo que encontramos en primer lugar es el profundo respeto y consideración que Pablo guardaba hacia Filemón. Filemón 13-14 dice: Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el evangelio;
Phm 1:14 pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario.
Pablo era nada más y nada menos que apóstol de Jesucristo. Fue Pablo quien guió a Cristo a Filemón, sin embargo, Pablo jamás se sintió superior a Filemón como para darle órdenes. De hecho, cuando estaba preparando el terreno para pedir a Filemón que reciba a Onésimo, le dijo lo que tenemos en los versículos 8 a 12 Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene,
Phm 1:9 más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo;
Phm 1:10 te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones,
Phm 1:11 el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil,
Phm 1:12 el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo.
Pablo tenía mucha libertad en Cristo para ordenar a Filemón, pero no lo hizo, sino que le rogó por amor. Es el trato que los líderes deberíamos dar a aquellos que están bajo nuestro liderazgo. Es acorde con esta actitud que Pablo abre su corazón a Filemón para decir algo importante sobre Onésimo. Pablo estimaba tanto a Onésimo que hubiera querido retenerle con él. Nadie debería pensar que Pablo quería deshacerse de Onésimo y por eso le estaba enviando de regreso con Filemón. La razón por la que Pablo quería que Onésimo se quede con él era para que le sirva en sus prisiones por el evangelio, en lugar de Filemón. Esto es interesante. Parece que Pablo consideraba que Filemón estaba en deuda con él. No una deuda de dinero o de bienes materiales sino una deuda de servicio en el evangelio. Por las circunstancias de la vida, Filemón estaba muy lejos de Roma y por tanto no podía llevar a cabo personalmente su obra de servicio a Pablo, pero allí surgió Onésimo, quien pertenecía a Filemón porque era esclavo de Filemón, el cual, en lugar de Filemón estaba sirviendo a Pablo. En resumidas cuentas, el servicio que realizaba Onésimo a Pablo era como si lo estuviera realizando el mismo Filemón. Esto es muy interesante. Los creyentes tenemos una deuda de servicio con aquellos que nos guiaron a Cristo, o con aquellos que nos alimentan con la palabra de Dios, o con aquellos que nos edifican espiritualmente. Filemón tenía una deuda de servicio con Pablo. Usted amable oyente, tiene una deuda de servicio con la persona que le guió a Cristo, con los ancianos o pastores que velan por su bienestar espiritual en la iglesia donde se congrega, con los ministerios cristianos que diariamente alimentan su espíritu. ¿Está usted pagando esa deuda de servicio? Hay muchas maneras de hacerlo. Orando es una de ellas. Satisfaciendo necesidades es otra manera de hacerlo, sosteniendo económicamente es otra manera de hacerlo. Pablo quería retener a Onésimo para que en lugar de Filemón le sirva en sus prisiones por el evangelio. Pero respetuoso y considerado como era, Pablo no quería hacer nada unilateralmente, sin tomar en cuenta a Filemón, y por eso fue que le escribió diciendo: pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario. Es admirable el tacto o el tino que utilizaba Pablo en su relación con sus colaboradores. No imponía, sino buscaba consensos. Antes de hacer cualquier cosa en cuanto a Onésimo, procuró el consentimiento de Filemón, amo de Onésimo. Cuando Pablo dice a Filemón que quería que su favor no fuese como de necesidad, sino voluntario, está dando a entender que Pablo no deseaba que Filemón se sienta obligado a realizar ese servicio a Pablo. Pablo expresó la misma idea en relación con la ofrenda, cuando en 2 Corintios 9:7 dijo: Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
Las cosas que se entregan al Señor, sin importar si se trata de ofrenda o de servicio, debe hacerse voluntariamente, como una manifestación del amor sincero, mas no por obligación o por la fuerza. Volviendo a la carta de Pablo a Filemón, encontramos a Pablo manifestando la soberanía de Dios en los asuntos de los hombres. Onésimo escapó de la casa de su amo Filemón y sobre eso robó a Filemón, pero Dios es tan extraordinario, que es capaz de transformar las desgracias ocasionadas por los hombres en algo que cumpla con su soberano propósito. Note lo que dice Filemón 15-16. Porque quizás para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre;
Phm 1:16 no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.
Los caminos de Dios son inescrutables para la mente humana. Mientras Onésimo estaba como esclavo en la casa de Filemón, era incrédulo, en peligro de recibir condenación eterna a causa de su pecado. Onésimo hizo algo condenable al escapar de su amo y robar a su amo, pero Dios utilizó esta desgracia para transformarla en algo bueno. En su huída, Onésimo llegó a Roma y allí recibió a Cristo como Salvador. Onésimo llegó a ser una nueva criatura, con una nueva mente para conocer a Dios, con un nuevo corazón para amar a Dios y con una nueva voluntad para obedecer a Dios. Dios transformó una desgracia en una bendición. A partir de la decisión de Onésimo de recibir a Cristo como Salvador, llegó a ser un hermano en la fe de su amo Filemón. Al afirmar esto, no estoy alentando a pecar porque Dios puede transformar el pecado en algo bueno para su propósito. De ninguna manera, el pecado siempre será contrario a la voluntad de Dios, pero en su soberanía, Dios es capaz de transformar las consecuencias de un pecado en algo que trae gloria a su nombre. El pecado ni el pecador pueden burlar los planes soberanos de Dios. Pablo tiene sobrada razón al afirmar que quizá para esto se apartó Onésimo de Filemón por algún tiempo, para que Filemón reciba a Onésimo para siempre, pero ya no como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado. Qué hermoso. La fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo es capaz de hacer que pasen cosas así. Por ser creyente, Onésimo era un amado hermano para Pablo, pero cuanto más para Filemón, porque Onésimo no sólo sería un amado esclavo de Filemón, sino también un amado hermano en el Señor. Era una relación que antes no existía y que beneficiaba tanto a Onésimo como a Filemón. Pablo termina esta parte de su carta, insistiendo en su pedido que Filemón reciba a Onésimo. Filemón 17 dice: Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo.
Si Filemón estaba consciente del privilegio que tenía al ser compañero de milicia de Pablo, tendría que recibir a Onésimo como si fuera el mismo Pablo. Un poco antes en su carta, Pablo ya había expresado lo mismo cuando en el versículo 12 le dijo: Tú, pues, recíbelo como a mí mismo. En nuestro próximo estudio bíblico apreciaremos otro razonamiento impactante de Pablo para que Filemón reciba a Onésimo. Espero su compañía.
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