I. Introducción: Saludos y bienvenida. Estudio de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión realizada mediante el Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico vimos que sobre la base de una falsa acusación de unos judíos de Asia en contra de Pablo, el apóstol fue aprehendido con violencia y sacado del templo para ser ejecutado, conforme a las disposiciones que estaban en vigor dentro del templo de Jerusalén de esa época. La acusación falsa tenía que ver con que Pablo estaba enseñando por todas partes, contra el pueblo de Israel, contra la ley de Moisés, contra el templo de Jerusalén y había profanado el templo de Jerusalén al meter en el templo a un gentil de Asia llamado Trófimo. Menos mal que mientras los judíos estaban tratando de matar a Pablo, se le avisó al tribuno de la compañía romana, quien evitó que los judíos cumplan con su macabro propósito. En el estudio bíblico de hoy veremos la defensa de Pablo ante el tribuno de la compañía y ante los judíos que por poco le matan. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos 21 a partir del versículo 32.
II. Hechos 21:32-39 dice: Este, tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos. Y cuando ellos vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. Entonces, llegando el tribuno, le prendió y le mandó atar con dos cadenas, y preguntó quién era y qué había hecho. Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra; y como no podía entender nada de cierto a causa del alboroto, le mandó llevar a la fortaleza. Al llegar a las gradas, aconteció que era llevado en peso por los soldados a causa de la violencia de la multitud; porque la muchedumbre del pueblo venía detrás, gritando: ¡Muera! Cuando comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dijo al tribuno: ¿Se me permite decirte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego? ¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios? Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego que me permitas hablar al pueblo.
La situación revestía tal peligro que el tribuno de la compañía echó mano de soldados y centuriones y a la carrera se dirigió al lugar de los hechos. Esta oportuna intervención libró a Pablo de una muerte segura. Dice el texto que cuando los judíos vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. Sin saber a ciencia cierta las razones para tan brutal golpiza contra Pablo, el tribuno debe haber pensado que se trata de algún peligroso criminal y por eso prendió a Pablo y le mandó atar con dos cadenas. Reestablecida en parte la calma, el tribuno preguntó a la turba quién era Pablo y sobre todo, qué había hecho. Algunos de la multitud respondieron a gritos una cosa y otros de la multitud, también a gritos respondían otra cosa. Todo era confusión. El tribuno no entendía nada. En medio del alboroto el tribuno entonces ordenó que Pablo sea llevado a la fortaleza, se trata de la fortaleza de Antonia, desde donde se divisaba todo el patio de los gentiles. Pablo debe haber hecho un esfuerzo supremo para poder caminar hacia la fortaleza de Antonia, pero las fuerzas le abandonaron al llegar a las gradas y fue así como los soldados romanos tuvieron que llevarlo en peso a causa de la violencia con que fue maltratado por los judíos. Pero a pesar del estado crítico en el que estaba, la muchedumbre que venía detrás de él no cesaba de gritar: ¡Muera! Sacando fuerzas de flaqueza, mientras los soldados comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza de Antonia, dirigiéndose al tribuno, Pablo le dijo en un refinado idioma Griego: ¿Se me permite decirte algo? El tribuno se sorprendió grandemente al oír que Pablo hablaba Griego y le dijo: ¿Sabes Griego? Seguramente Pablo debe haber asentido con la cabeza, por lo cual el tribuno le dijo: ¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios. En otras palabras, el tribuno Claudio Lisias erróneamente pensó que Pablo era un egipcio que lideró una sedición apoyado por cuatro mil sicarios. Se sabe que este revoltoso era un falso profeta, quien años antes había prometido expulsar a los romanos de Judea. Antes de lograr su propósito, su ejército fue aplastado por el ejército romano al mando del gobernador Félix. Aunque cientos de sus seguidores fueron asesinados o capturados, él se dio modos para escapar. Claudio Lisias pensó que la turba judía había capturado a este famoso caudillo. Entonces Pablo aclaró las cosas y dijo: Yo de cierto soy hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia. Claudio Lisias sabía muy bien, que Tarso era una ciudad cultural importante porque allí estaba una universidad que en prestigio rivalizaba con universidades de Atenas y Alejandría. Claudio Lisias debe haberse sentido muy confundido en este punto. Si Pablo no era quien él pensaba, entonces ¿Quién era? Seguramente esperando despejar esta duda, Claudio Lisias accedió al pedido de Pablo en el sentido que le permita dirigir unas palabras al pueblo que a gritos pedía su muerte. Esto nos conduce directamente a la primera de seis defensas que realizó Pablo. Lo primero que vamos a notar es la introducción de su defensa. Hechos 21:40 a Hechos 22:1 dice: Y cuando él se lo permitió, Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo: Varones hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros.
Cuando el tribuno romano Claudio Lisias autorizó a Pablo a hablar al pueblo, Pablo se puso en pie en las gradas que conducían al fuerte de Antonia, y conforme a la costumbre de esa época y de esa cultura, hizo señal con la mano al pueblo. Esta señal comunicaba la idea de: Hagan silencio porque voy a hablar. El pueblo comprendió e hizo gran silencio. Abriendo su boca, Pablo comenzó a hablar en lengua hebrea. Sus primeras palabras fueron: Varones y padres: Oíd mi defensa ante vosotros. A pesar de la atmósfera cargada de hostilidad en contra de él, no se nota un desequilibrio en él. Con toda calma y respeto a sus adversarios, Pablo les dice: Varones y padres. En segundo lugar, vamos a notar la reacción inicial de la muchedumbre. Hechos 22:2 dice: Y al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Y él les dijo:
Pablo era una persona muy capaz e inteligente. Al hablar al tribuno romano le habló en Griego, para garantizar su derecho a la legítima defensa. Pero al hablar al pueblo judío, Pablo escogió hablar en lengua hebrea, para comunicar mejor lo que había en su corazón. El efecto fue inmediato y efectivo. La muchedumbre hizo un silencio sepulcral. Pablo entonces pudo comunicar sin interferencia su defensa. La primera parte de su defensa es su testimonio antes de ser creyente. Hechos 22:3-5 dice: Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres; como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.
Para Pablo era muy importante dejar bien establecido el hecho que era judío de cepa. Por eso dice: Yo de cierto soy judío. Sería absurdo que siendo judío, hubiera estado en contra del judaísmo, como le acusaban los judíos de Asia. Pablo vio la luz de este mundo en una importante ciudad de la provincia romana de Cilicia, llamada Tarso. Sin embargo, Pablo no se crió en Tarso, sino que desde niño viajó a Jerusalén, la ciudad donde estaba ese momento, en la cual fue instruido en el judaísmo por rabinos tan famosos como Gamaliel. Pablo por tanto fue criado estrictamente conforme a la ley de Moisés, la misma ley que procuraron guardar sus antepasados. Pablo se consideraba a sí mismo como alguien celoso de Dios, tan celoso como los judíos que estaban escuchándolo.
Pablo era tan celoso del judaísmo que cuando supo que el Cristianismo estaba tomando fuerza en Jerusalén se entregó por entero a perseguir a todo aquel que se llama Cristiano. Pablo se identifica con sus oyentes por medio de llamar al Cristianismo como El Camino, así como ellos lo conocían. Pablo no tenía límites en su persecución a los cristianos. Estaba dispuesto a matarlos y para eso los apresaba y los entregaba a la cárcel tanto hombres como mujeres. El sumo sacerdote podía dar testimonio, y todos los ancianos del pueblo también, de que en cierta ocasión Pablo pidió y recibió cartas por las cuales estaba autorizado para ir a lugares tan distantes de Jerusalén como Damasco a apresar cristianos para traerlos a Jerusalén de modo que puedan ser castigados y tal vez asesinados. Así fue la vida de Pablo antes de ser creyente. En nuestro próximo estudio bíblico veremos como Pablo prosiguió con su defensa. Espero que me acompañe. A manera de aplicación, note como es muy factible ser muy celoso en algo espiritual pero a la vez estar muy equivocado, como Pablo antes de ser creyente. Lo importante es tener un encuentro personal con Dios mediante de Cristo, como lo hizo Pablo.
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