Qué gozo es estar nuevamente con Usted amable oyente. Bienvenida o bienvenido al estudio bíblico de hoy en el libro de Gálatas. En instantes más estará con nosotros David Logacho para examinar la defensa que hace Pablo de su apostolado y del mensaje que predicaba.
La gracia, desafortunadamente no goza del favor unánime de la gente. La gracia tiene sus detractores. La gracia tiene sus adversarios. En el primer siglo se llamaban judaizantes, eran falsos maestros de ascendencia judía que enseñaban que para ser salvos es necesario recibir por fe a Cristo como Salvador y además, guardar algunos preceptos de la ley de Moisés como la circuncisión. Hoy en día no tienen nombre, pero son todos aquellos que añaden cualquier obra a la sola fe como requisito para la salvación. Seguramente Usted se habrá topado con algunos de estos enemigos de la gracia. Se los distingue por el mensaje que predican. Hablan de que para ser salvos es necesario recibir a Cristo como Salvador y además guardar el séptimo día como día de reposo, o además ser miembro de tal o cual denominación, o además abstenerse de comer tal o cual alimento. El problema está con el además. El momento que añaden alguna cosa, por mínima que sea, a la fe para ser salvos, están cayendo en el mismo error que cometieron los judaizantes del primer siglo. Los judaizantes se introdujeron sigilosamente en las nuevas iglesias que fundó el apóstol Pablo en la región de Galacia para diseminar su enseñanza errada. De una manera incomprensible, muchos creyentes sinceros pero equivocados recibieron de buena gana el mensaje de los judaizantes y se pusieron en fila para practicarse la circuncisión conforme al rito de Moisés. Así ocurre siempre con los falsos maestros y sus falsas doctrinas. Lo que enseñan tiene un aire novedoso y los creyentes están ávidos de practicar cosas novedosas. Tienen poco cuidado de verificar si aquellas prácticas novedosas están reñidas con lo que dice la Biblia. De esta manera atrapan a muchos ingenuos creyentes en sus prácticas reñidas con la palabra de Dios. Pero los judaizantes no solo proclamaban falsa doctrina sino que también apuntaron su artillería pesada contra el apóstol Pablo. Pusieron en duda su apostolado. Pusieron en duda el mensaje que predicaba y pusieron en duda su integridad moral. Así son los falsos maestros amigo oyente. Se deleitan atacando a los verdaderos siervos del Señor. Su ataque apunta tanto al mensaje como a la persona que proclama el mensaje. Pues, el apóstol Pablo tuvo que sufrir todo esto. Cuando Pablo supo lo que estaba pasando con las iglesias en Galacia, les envió una emotiva carta. En sus dos primeros capítulos, Pablo se dedica a defender su apostolado y el mensaje que predicaba. En los dos siguientes capítulos, Pablo se dedica a desarrollar los principios doctrinales de la salvación por gracia. En los dos últimos capítulos, Pablo se dedica a describir la conducta de los salvos por gracia. Como parte de la defensa de su apostolado y de su mensaje, Pablo hace referencia al viaje que hizo a Jerusalén con ocasión de lo que se llama el concilio de Jerusalén, cuyo recuento detallado aparece en el libro de los Hechos capítulo 15. Este concilio fue convocado para dilucidar un solo asunto. Veamos que se trata. Hechos 15:1 dice: “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.” Ahora sabemos que se trata de falsos maestros, llamados judaizantes, quienes estaban atentando contra la salvación por gracia al añadir a la fe para la salvación de una persona, la circuncisión conforme al rito de Moisés. Pablo y Bernabé tuvieron una contienda no pequeña con estos falsos maestros y como no se llegó a ningún acuerdo, se dispuso que Pablo y Bernabé vayan a Jerusalén, junto con otros, a los apóstoles y los ancianos para tratar esta cuestión. Los que fueron llegaron con bien a Jerusalén, fueron bien recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos. Inmediatamente trataron el asunto en cuestión. Los judaizantes alzaron la voz diciendo: Es necesario circuncidar a los creyentes y mandarles que guarden la ley de Moisés, porque de otra manera no podrán ser salvos. ¿Ve Usted? Los judaizantes estaban añadiendo obras a la fe para ser salvos. Esto estaba destruyendo el concepto de la salvación por gracia. Si es por obras ya no es por gracia. Si es por fe más obras, entonces ya no es por gracia. Pablo debe haber alzado también la voz diciendo: No es necesario circuncidar a los creyentes y mandarles que guarden la ley de Moisés, porque la salvación es por gracia. Solo se necesita de fe para ser salvos por gracia. Hubo mucha discusión. Pero finalmente, se llegó a un acuerdo. Note lo que dice Hechos 15:24-29 donde dice: “Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis.” Esta decisión fue una bofetada para los judaizantes. Perdieron la batalla. Es a este viaje al que se refiere Pablo para defender su apostolado y su mensaje. Vayamos, por tanto a Gálatas capítulo 2. El apostolado y mensaje de Pablo son auténticos por la forma como Pablo y su mensaje fueron recibidos en Jerusalén. Permítame leer Gálatas 2:1-2 donde dice: “Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles.” Note que habían pasado catorce largos años desde la última vez que Pablo estuvo en Jerusalén. Durante este tiempo, Pablo pasó predicando y enseñando en varios lugares. Fue durante este tiempo que Pablo realizó su primer viaje misionero. El centro de la actividad misionera durante la mayor parte de este tiempo fue Antioquia de Siria. Durante este tiempo, Pablo no tuvo ningún contacto ni con la ciudad ni con la gente de Jerusalén. Pablo fue acompañado de varias personas a Jerusalén, entre ellas Bernabé, judío, de la tribu de Leví, natural de Chipre, cuyo nombre significa hijo de consolación. Bernabé por entonces estaba colaborando decididamente con Pablo. Otro de los que acompañó a Pablo a Jerusalén, fue Tito. Todo lo que se sabe de él en cuanto a sus ancestros es que es de ascendencia gentil, convertido a través del ministerio de Pablo. Su presencia en la delegación de Pablo era clave para evaluar la reacción de la iglesia en Jerusalén y sus líderes acerca de tener a un gentil creyente entre ellos. Pablo también es cuidadoso en mencionar que su viaje a Jerusalén no fue por invitación de los líderes de Jerusalén, ni por obligación impuesta por los judaizantes, sino por una revelación de Dios. Dios estaba dirigiendo los pasos de Pablo en esto. Al llegar a Jerusalén, Pablo actuó con mucho tino, exponiendo el mensaje que predicaba a un grupo pequeño de personas, a quienes Pablo califica como los que tenían cierta reputación. Seguramente se trataba de Pedro, Jacobo y Juan. Estas personas no encontraron ningún error en el mensaje que Pablo había predicado entre los gentiles. Prueba suficiente de que el evangelio que predicaba Pablo era el auténtico evangelio de Cristo. Pero ahora falta demostrar que el apostolado de Pablo era auténtico. Bueno, de eso se encarga la porción que se encuentra en Gálatas 2: 6-10 donde dice: “Pero los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles y ellos a la circuncisión. Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer.” Observe amable oyente. Los tres pilares de la iglesia en Jerusalén, Pedro cuyo nombre Hebraico es Cefas, Jacobo y Juan no hicieron ningún reparo en el apostolado de Pablo. Mas bien, reconocieron que a Pablo le había sido encomendado el evangelio a la incircunsición, es decir a los gentiles, de la misma manera como a Pedro le había sido encomendado el evangelio a la circuncisión, es decir a los judíos. Como señal de compañerismo, Pedro, Jacobo y Juan dieron a Pablo y Bernabé un fuerte apretón de manos para que vayan y prediquen el evangelio a los gentiles, mientras ellos harían lo mismo a los judíos. Todos estaban unánimes en reconocer que Pablo era genuino apóstol y que el mensaje que predicaba era el genuino evangelio de la gracia. Lo único que Pedro Jacobo y Juan pidieron a Pablo y Bernabé era que no se olviden de ayudar a los pobres de Jerusalén. Pablo tomó muy en cuenta este pedido y respondió con diligencia como corresponde a un hombre de su talla. Así que, amigo oyente, la forma como Pablo fue recibido en Jerusalén fue muy positiva para demostrar la autenticidad de su apostolado y de su mensaje. A propósito he dejado de lado la forma como Tito fue tratado en Jerusalén, lo cual añade peso a lo que Pablo está tratando de demostrar. En nuestro próximo estudio bíblico trataremos este asunto. En Pablo tenemos a un hombre totalmente comprometido con la gracia que permite a un pecador llegar a ser salvo sin merecerlo. Pablo fue un adalid de la gracia de Dios. Pablo estuvo dispuesto a dar la vida por eso. Cuidado con atentar contra esto amable oyente.
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