Damos gracias al Señor por una nueva oportunidad de compartir este tiempo junto a Usted. Bienvenida o bienvenido al estudio bíblico de hoy. Prosiguiendo con el estudio del libro de Gálatas, la Carta Magna de la Emancipación de la Iglesia, nos corresponde estudiar la defensa que hace Pablo de su apostolado, el cual fue puesto en tela de duda por los falsos maestros que asolaron las nacientes iglesias de Galacia. En instantes más nos acompañará David Logacho para guiarnos en este estudio.
Si tiene una Biblia a la mano, le invito a abrirla en el libro de Gálatas, capítulo 1 versículos 10 a 17. Como introducción, recordemos que el apóstol Pablo está confrontando a los creyentes de Galacia, quienes prestaron oído a la falsa enseñanza de los judaizantes, los cuales proclamaban un evangelio diferente del verdadero, el cual Pablo había predicado. En nuestro estudio bíblico último vimos que Pablo estaba asombrado que los creyentes de Galacia se hayan alejado tan pronto de quien les llamó por la gracia de Cristo y se hayan acercado a los judaizantes quienes enseñaban un sistema de salvación por gracia más el cumplimiento de algunos preceptos de la ley de Moisés. Vimos también que Pablo aclaró que no existe sino un evangelio. El evangelio de la gracia, según el cual la salvación es por un regalo inmerecido que Dios hace al pecador que recibe a Cristo como su personal Salvador. Todo evangelio que se aparte de esta norma es lo que Pablo llamó un evangelio diferente o un evangelio pervertido. Finalmente vimos que Pablo advirtió solemnemente a los que pervierten el verdadero evangelio. Dijo que cualquier persona, inclusive el mismo Pablo, o uno de sus asociados y hasta un ángel del cielo, que predique otro evangelio diferente del verdadero, sea anatema, o caiga bajo la maldición de Dios. A partir del versículo 10, Pablo va a defender su apostolado. Los falsos maestros no solo atacaron el mensaje sino también atacaron al mensajero. Pablo fue acusado de predicar un evangelio inventado por él mismo y de no ser un verdadero apóstol por cuanto él no estuvo con Jesús desde su bautismo hasta que fue recibido arriba en el cielo. En su magistral defensa, Pablo echa mano de varios argumentos que confirman fuera de toda duda la legitimidad de su apostolado y la legitimidad de su mensaje. El primer argumento es su compromiso con el Señor. Gálatas 1:10 dice: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.” La vida de Pablo se caracterizaba por un absoluto compromiso con la causa de Cristo. Pablo jamás adaptó su mensaje para que se ajuste a la gente que le escuchaba, pensando que podrían ofenderse por algo que debía decir. Si tenía algo que decir lo decía pese a quien le pese. No le importaba en absoluto lo que la gente pensaba sobre él. Pablo no tenía como meta agradar a las masas. Su compromiso era con Dios, no con los hombres. Esto era prueba suficiente de su lealtad al Señor. Nadie que conocía bien a Pablo podría decir que procuraba agradar a los hombres. Qué ejemplo tan digno de imitar amigo oyente. Más aún, Pablo dice que en el pasado, en el judaísmo, antes de ser transformado por el poder de Dios, estaba dedicado a agradar a los hombres. Pero ya no más. Desde que tuvo su encuentro con Jesús resucitado en el camino hacia Damasco, dejó de agradar a los hombres y pasó a ser un siervo de Cristo. La palabra que Pablo usa para decir que es un siervo, es la palabra que se usa para hablar de un esclavo. Como esclavo de Cristo, Pablo estaba dedicado a agradar a su amo, el Señor Jesucristo. Lección importante para nosotros, amable oyente. Si estamos dedicados a agradar a los hombres no podemos agradar a Dios. Si estamos dedicados a agradar a Dios no podemos agradar a los hombres. No es posible agradar a Dios y a la vez agradar a los hombres. Por lo que Pablo ha dicho, es obvio que estaba comprometido con Jesucristo y eso hacía de él un legítimo apóstol. El segundo argumento que Pablo usa en defensa de su apostolado, es la calidad del mensaje que le fue encomendado. No fue un mensaje humano sino un mensaje divino. Note lo que dice Gálatas 1:11-12 “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” El evangelio de la gracia, el evangelio que predicó Pablo no tuvo su origen en la mente de algún ser humano. No fue la idea del hombre. A esto se refiere Pablo cuando dice que el evangelio anunciado por él no es según hombre y que no lo aprendió de hombre alguno. Si el evangelio de la gracia no es humano, ¿entonces qué es? Pablo dice que es divino. Proviene directamente de Jesucristo. El evangelio de la gracia fue dado a Pablo por revelación de Jesucristo. Pablo está hablando de la forma sobrenatural y maravillosa como recibió el evangelio de la gracia. Fue Jesucristo mismo quien lo reveló. El verbo revelar significa descorrer el velo para mirar lo que está atrás del mismo. Pues fue Jesucristo quien descorrió el velo para que Pablo pueda mirar el glorioso evangelio de la gracia de Dios. De modo que amigo oyente, cuando sus oídos percibieron el verdadero evangelio, ese evangelio que afirma que la salvación es por la sola gracia que se recibe por la sola fe en el solo Cristo, Usted estaba escuchando un mensaje divino, no un mensaje humano. Una de las muchas pruebas que ese mensaje es divino es que su vida sufrió una transformación radical tan pronto Usted prestó atención a ese mensaje y recibió a Cristo como Salvador. No olvide esto jamás. Los creyentes no seguimos un evangelio inventado por hombres sino un evangelio que se originó en la misma mente de Dios. Tenemos entonces que Pablo ha defendido su apostolado y el mensaje que predicaba haciendo notar que estaba comprometido totalmente con la causa de Cristo, y haciendo notar que Jesucristo mismo le reveló el mensaje que predicaba. En tercer lugar, Pablo echa mano de otro argumento importante. Saca a colación su conducta pasada en el judaísmo y su conducta presente en el cristianismo. ¿Cómo alguien se atreve a cuestionar su apostolado y su mensaje, cuando en el pasado él estaba dispuesto a acabar con el cristianismo y sin embargo ahora en el presente es el más ardiente defensor del cristianismo? Ponga atención a lo que fue la conducta pasada de Pablo en el judaísmo. Gálatas 1:13-14 dice: “Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.” Lo que Pablo fue en el judaísmo era de conocimiento público. El judaísmo amigo oyente, es el sistema religioso que promueve las obras para alcanzar la justificación y se basa principalmente en el Antiguo Testamento, pero además en las interpretaciones rabínicas y en las tradiciones orales. Pablo se hallaba inmerso en este sistema religioso, y tanto él como muchos otros, vieron en el cristianismo una seria amenaza a la existencia misma del judaísmo. Fue así como Pablo se embarcó en una alocada carrera contra el tiempo para acabar de raíz con el cristianismo. Pablo mismo dice que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios y la asolaba. Esto significa que Pablo estaba dedicado por entero a causar daño a la iglesia del Señor y estaba logrando bastante éxito en su empresa. Esteban, el primer mártir cristiano, estaba entre los que fueron víctimas de esta persecución. Pablo era una luminaria en el judaísmo, aventajando a sus contemporáneos a escala nacional. Si hubiera habido la medalla nacional al celo por las tradiciones judaicas, Pablo la hubiera ganado con creces. Cuando Pablo habla de las tradiciones de sus padres, se está refiriendo a las tradiciones orales sobre el Antiguo Testamento que para algunos judíos tenían tanto o mayor peso que el mismo Antiguo Testamento. Pues esta era la conducta de Pablo, en el pasado, cuando formaba parte del judaísmo. Pero esto cambió radicalmente a raíz del encuentro personal de Pablo con Cristo resucitado en el camino hacia Damasco. Veamos ahora cuál es la conducta de Pablo en el presente, en el cristianismo. Gálatas 1:15-17 dice: “Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.” Dios hizo cosas maravillosas con Pablo. Primero lo escogió desde antes de la fundación del mundo. A eso se refiere Pablo cuando dice que fue apartado desde el vientre de su madre. Segundo, lo llamó por su gracia. A pesar de todo lo malvado que fue Pablo para con la iglesia, Dios, por pura gracia, le llamó para ser apóstol. Tercero, Pablo halló gracia a los ojos de Dios y a Dios le agradó revelar a su Hijo en él. Es decir que no solo Cristo se reveló a Pablo en el camino a Damasco, sino que Cristo se reveló en Pablo dándole vida, luz y fe para creer en él. Cuarto, Jesucristo comisionó a Pablo a proclamar el evangelio de la gracia entre los gentiles o entre los no judíos. Fiel a esta manifestación grandiosa de la gracia de Dios para con Pablo, Pablo no buscó el asesoramiento de ningún ser humano para cumplir con el encargo de Dios en Cristo. Por eso no fue a Jerusalén donde estaban los otros apóstoles, sino que se apartó a un lugar solitario, a Arabia, lejos de Jerusalén y más tarde regresó a Damasco. Con esto, Pablo está diciendo que su vida dio un giro de 180 grados y de un celoso perseguidor del cristianismo se convirtió en un fervoroso propulsor del Cristianismo. ¿Cómo pueden decir algunos que Pablo no es un genuino apóstol y que su mensaje es inventado por él mismo? De esta manera, Pablo ha comenzado la defensa de su apostolado y de la legitimidad de su mensaje. En nuestro próximo estudio bíblico veremos como lo continúa.
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