Saludos mi amiga, mi amigo. La Biblia Dice les da la bienvenida a una nueva serle de estudios bíblicos. Con la ayuda del Señor, comenzando desde hoy estudiaremos un libro del Antiguo Testamento. Se trata del libro de Nehemías. Esperamos que el estudio de este fascinante libro, traiga mucha bendición a su vida, así como ha traído bendición a mi propia vida. Luego de la pausa musical estará con nosotros David Logacho para guiarnos en este estudio bíblico.
Si tiene su Biblia a la mano, le invito a abrirla en el Libro de Nehemías. Para ubicarnos un poco mejor en la época histórica en la cual se desarrollan los acontecimientos relatados en el Libro de Nehemías, es necesario hacer un breve resumen de los eventos anteriores a los hechos relatados en este libro. La historia del pueblo de Israel, tuvo su origen en el plan soberano de Dios cuando Él por su gracia y misericordia escogió a un hombre que vivía en Ur de los caldeos y cuyo nombre es Abram, a quien más tarde se le cambió de nombre por el de Abraham. A este hombre, Dios le hizo una promesa incondicional. No porque lo mereciera sino simplemente porque Dios lo escogió soberanamente para derramar sobre él todo tipo de bendición. La promesa tenía varias partes, todas ellas importantes, pero para nuestro propósito, mencionaremos solamente la promesa de formar a partir de Abraham una gran nación. De una manera milagrosa, Dios dio a Abraham un hijo en su vejez, su nombre fue Isaac. Isaac creció y en algún momento de su vida, Dios le dio un hijo, su nombre fue Jacob. Luego de algunos eventos impactantes, Dios cambió el nombre a Jacob y le llamó Israel. Fue Israel con toda su parentela, quien se trasladó a Egipto para sobrevivir ante las inclemencias de la naturaleza que asoló el mundo de esa época en el tiempo de José, su hijo. Jacob o Israel tuvo 12 hijos, de donde vienen las 12 tribus de Israel. En Egipto, el pueblo se multiplicó y después de varios cientos de años eran tantos que el pueblo egipcio tuvo temor de ellos y los redujo a la esclavitud. Fue en estas circunstancias que Dios levantó un libertador. Su nombre fue Moisés, quien capacitado y equipado por Dios condujo al pueblo de Israel a su liberación hacia la tierra que Dios prometió a su patriarca Abraham. En el desierto, Dios dio a su pueblo Israel la Ley, por medio de Moisés y luego de reprender la incredulidad de toda una generación, finalmente se acercaron al limite de la tierra prometida. Poco antes de que Moisés muriera comunicó al pueblo de Israel la voluntad de Dios para ellos. Si pecaban, Dios iba a castigarlos esparciéndolos a otras naciones y cuando se arrepientan de su pecado Dios iba a traerles de regreso a su tierra. Fue así como Israel entró a la tierra prometida al mando de Josué. Una vez dividida la tierra entre las tribus de Israel, el pueblo empezó a desviarse de Dios. Dios los gobernaba directamente por medio de los jueces, pero en medio de su decadencia, el pueblo desechó el gobierno de Dios y pidió un rey corno en las naciones de su alrededor. Dios aceptó este pedido y les levantó a Saúl quien desde el inicio de su reinado mostró una actitud de rebeldía hacia Dios. Fue tal su pecado, que Dios decidió quitarle el trono y dárselo a David. David gobernó, a veces dirigido por Dios pero a veces guiado por su propio interés. Eventualmente, le sucedió en el trono su hijo Salomón, quien comenzó bien pero en su vejez se apartó del Señor. En estas circunstancias, a su muerte, el reino se dividió. Diez tribus habitaron en el norte y empezaron a llamarse Israel. Dos tribus habitaron en el Sur y empezaron a llamarse Judá. La situación moral y espiritual de Israel y Judá continuó en decadencia. Fue así como en el año 722 AC Dios cumplió con su promesa de castigo y esparció a Israel en el imperio Asirio. Judá no aprendió de esta lección y algunos años más tarde, en el año 586 AC Judá cayó en manos de los Babilonios comenzando su exilio. En el año 54O AC el imperio Babilonio fue incorporado al imperio persa, bajo el mando de Ciro, quien, en el año 538AC, dictó un edicto permitiendo a los judíos regresar a su tierra. Zorobabel fue el primero en liderar un grupo de judíos hacia Judá en el año 538 AC. 80 años más tarde, en el año 458 AC, Esdras guió otro grupo de regreso a Judea. Para entonces, el imperio persa estaba gobernado por Artajerjes a cuyo cargo estaba justamente el personaje cuyo nombre lleva el libro que vamos a estudiar, Nehemías. Con esta introducción de minutos que cubre 1721 años de historia, llegamos a Nehemías 1:1. La primera frase del versículo 1 dice así: «Palabras de Nehemías, hijo de Hacalías.» Esta frase, además de identificar al autor, indica claramente que el relato del Libro de Nehemías es lo que el propio autor vivió. Es como si dijéramos sus memorias o su diario personal. En él, el autor, expresa lo que personalmente experimentó, de una manera franca y vibrante. El nombre Nehemías significa: Jehová consuela. Un nombre muy significativo, porque como veremos más adelante, Nehemías experimentó el consuelo que solamente Dios puede dar. 2° Corintios 1:3-4 dice sobre el consuelo de Dios: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.» Hay ocasiones, cuando la tribulación es tan grande que parecería que no existe manera de hallar consuelo, en casos así, tenemos que recordar que nuestro Dios es el Dios de toda consolación. No existe tribulación o prueba o aflicción que sea demasiado grande como para no poder ser consolada por Dios. Nehemías vivió momentos de gran aflicción, pero en cada uno de esos momentos se acercó al Dios de toda consolación e hizo honor al significado de su nombre, encontrando la consolación que estaba buscando. Es muy probable mi amigo, mi amiga, que en este preciso instante Ud. se encuentre en medio del fragor ardiente de la aflicción, quizá algún ser querido ha partido de este mundo, quizá una enfermedad incurable ha tomado posesión de su cuerpo o el de algún ser querido, quizá perdió su empleo o simplemente las cosas no están saliendo como se esperaban, es allí cuando necesitamos el consuelo que sólo el Padre de misericordia y Dios de toda consolación puede dar. Ud. podrá intentar encontrar consuelo en cualquier otra cosa, pero créamelo, no existe mayor consuelo que aquel que proviene del Señor. En cuanto a las características personales del autor, Nehemías servia como copero del rey, esto nos dice la última parte de Nehemías 1:11. Ser el copero del rey era un cargo muy importante, claro que viviendo en el siglo 21, nos parece algo insignificante, pero en la época de Nehemías, el copero era el hombre de confianza del rey. El rey dependía de su copero para asegurarse de no beber jamás algo que estuviera envenenado, entonces su copero tenia que ser alguien en quien el rey confíe plenamente. Esta relación con el rey, permitía que su copero de una u otra manera influya en las decisiones del rey. De la familia de Nehemías no se conoce casi nada. Lo único que se sabe es que era hijo de Hacalías, y esto quizá simplemente para distinguirlo de otros personajes que también llevaban el nombre Nehemías, como aquel que aparece en Esdras 2:2 y también en Nehemías 3:16. En este punto es por demás interesante ver detrás del escenario, la mano de un Dios soberano quien tiene el control de todo. Dios en su omnisciencia sabía que era el tiempo para hacer una obra especial para él, y empezó a preparar un hombre para esa obra. De una familia desconocida tomó a Nehemías y lo puso en una posición de elevada responsabilidad, para luego utilizarlo para su gloria. Si, mi querido amigo, Dios es soberano, él toma lo necio del mundo para avergonzar a los sabios y lo débil del mundo para avergonzar a lo fuerte. Nehemías quizá nunca pensó que Dios iba a hacer por medio de él lo que hizo, pero ciertamente que Dios si lo sabia y preparó su instrumento poniéndolo en el lugar apropiado y en el tiempo apropiado. ¿Qué aprendemos de todo esto? Pues que Dios es fiel a sus promesas. Él prometió bendición a su pueblo si guardaban sus mandamientos y castigo si desobedecían. Lo cumplió al pie de la letra. Cuando llegó el momento para la liberación, levantó a un hombre, desde el anonimato, para capacitarlo y eventualmente hacer algo extraordinario a través de él. Dios está en control de todo, nada de lo que nos sucede es producto de la casualidad. Agradezcamos hoy a Dios por saber que él es fiel y soberano.
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