Cordiales saludos amable oyente. Es muy grato para mí darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. El tema de estudio es la segunda epístola de Pablo a los Tesalonicenses, en la serie titulada: Ánimo para una iglesia en apuros. La iglesia de Cristo está formada por pecadores redimidos por la sangre de Cristo. Por este motivo, la iglesia de Cristo no es perfecta. No puede ser perfecta porque los que somos parte de ella no somos perfectos, a pesar de ser salvos y en consecuencia, hijos de Dios. Posicionalmente los creyentes somos santos, pero prácticamente, estamos en constante crecimiento hacia la santidad. En este proceso de progreso hacia la santidad, a veces se producen caídas. Esto explica por qué la iglesia de Cristo no es perfecta. Lo mismo se puede decir de toda iglesia local. No existe iglesia local perfecta. Cuentan que un creyente andaba de iglesia en iglesia buscando con afán una iglesia perfecta para congregarse. En toda iglesia local que visitaba, encontraba algo que no le parecía correcto. Cansado de buscar sin ningún éxito, pidió consejo a un anciano pastor. Luego de explicar el problema, el anciano pastor le dijo: Si hubiera una iglesia local perfecta, ni se te ocurra entrar en ella, porque la contaminarías. Esto ayudó a este creyente a reconocer que no existe iglesia local perfecta. No es extraño por tanto que la iglesia en Tesalónica no era una iglesia perfecta. ¿Qué se debe hacer con los creyentes que de alguna manera no están andando como deberían en una iglesia local? Pues, esto justamente es el tema de nuestro estudio bíblico de hoy.
El que un creyente no esté andando bien en una iglesia local es comparable a que uno de los miembros del cuerpo humano no está funcionando bien. El resultado es que todo el cuerpo humano sufre las consecuencias. Concordante con esto, cuando un creyente en una iglesia local no está andando bien, toda la iglesia local sufre las consecuencias. Esto es lo que estaba pasando en la iglesia local en Tesalónica. Había algunos creyentes que no estaban andando bien y toda la iglesia local estaba sufriendo las consecuencias. Pero ¿Cuál era el problema con estos creyentes que andaban mal en la iglesia local en Tesalónica? Pues que malinterpretaron la enseñanza de Pablo sobre la venida de Cristo y abandonaron sus trabajos y comenzaron a depender de la generosidad de los hermanos de la iglesia. Mejor dicho, se convirtieron en parásitos dentro de la iglesia. Se la pasaban de vagos mientras otros trabajaban. Sucedió lo que era de esperarse. Estos creyentes ociosos, además de comer de balde, se dedicaron a los chismes dentro de la iglesia. Como disponían de tanto tiempo porque no trabajaban, se dedicaron a chismear. Cuando un creyente se cansaba de seguir alimentando gratis a estos vagos y los reprendía, siempre recibía la misma respuesta: Es que el Señor viene pronto. En la iglesia de Tesalónica se respiraba un aire pesado a causa de este problema. Las malas interpretaciones y las malas aplicaciones de la palabra de Dios producen una cantidad de conflictos en las iglesias. Por ejemplo, es un hecho notorio, que ha habido personas que han anunciado la fecha cuando va a ocurrir el arrebatamiento de la iglesia, y han vendido sus posesiones, han subido a alguna montaña y se han sentado a esperar el arrebatamiento. ¿Qué hacer con creyentes que comienzan a caminar mal en la iglesia local, ya sea por malinterpretar la Escritura o por alguna otra razón? Lo más fácil sería arrojarlos de la iglesia, pero esto sería como dar un tiro de gracia a un soldado que ha sido herido en una guerra. Ningún ejército haría esto, ¿verdad? Lo que se debe hacer es confrontar a estos creyentes con su error o con su pecado y ayudarles a levantarse. Pues esto es lo que hace Pablo con los creyentes ociosos en la iglesia en Tesalónica. Con esto en mente, permítame leer 2 Tesalonicenses 3:6. La Biblia dice: Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros.
El trabajo de confrontar a los que andan mal en una iglesia local, es trabajo de toda la iglesia, no sólo de unos pocos creyentes, por eso Pablo se dirige a todos los hermanos de la iglesia en Tesalónica para darles una orden. Pablo no está sugiriendo o pidiendo de favor, sino ordenando. El verbo que se ha traducido como ordenar es un término de uso militar. Se refiere a las órdenes que emite el oficial de más alto rango a sus soldados. Esto es por demás interesante. Los creyentes de Tesalónica eran como los soldados en un ejército. Además eran soldados en guerra. La Biblia dice que los creyentes no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Los soldados necesitan órdenes de sus superiores. Pablo está dando esas órdenes. ¿Qué autoridad tenía Pablo para ordenar de esta manera? Pues, no sólo la autoridad de un apóstol de Jesucristo, sino también la autoridad que proviene de nuestro Señor Jesucristo. Por eso Pablo dice: Os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Muy bien. ¿Qué es entonces lo que Pablo está ordenando a los creyentes de Tesalónica? El texto dice: Que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según las enseñanzas que recibisteis de nosotros. El verbo apartarse es la traducción de un verbo que tiene varios significados. Puede significar la acción de abstenerse de asociarse con algo o con alguien, o puede significar la acción de evitar algo o alguien, o puede significar la acción de retirarse de algo o de alguien. ¿De quien debían los creyentes de Tesalónica abstenerse de asociarse o evitar o retirarse? Pues de todo hermano que ande desordenadamente. Note que se trata de un hermano en la fe. Tristemente, a veces los hermanos en la fe, esto es, genuinos creyentes, pueden andar desordenadamente. Esto de andar se debe entender en su sentido figurado. Se refiere al estilo de vida. Andar desordenadamente significa entonces vivir desordenadamente. La palabra desordenadamente es una palabra muy gráfica. Describe a un soldado que no marcha al ritmo de los otros soldados, sino que marcha a su propio ritmo. Pues, los creyentes que andaban desordenadamente o que marchaban como soldado a su propio ritmo, eran aquellos creyentes que escudándose en el hecho que el Señor Jesucristo está por venir, dejaron de trabajar y se dedicaron al ocio. Mientras tal vez la mayoría de los creyentes en Tesalónica trabajaban con el sudor de sus frentes para llevar el pan a la mesa, estos creyentes que andaban desordenadamente, se dedicaron al ocio y lo que es peor, a visitar a las familias donde los esposos trabajaban, y llegaban de visita justo a la hora del desayuno o a la hora del almuerzo, o a la hora de la cena. De esta manera se aseguraban de llenar sus estómagos sin trabajar. Eran tan sinvergüenzas que además de comer gratis, se dedicaban a traer y llevar chismes. ¿Qué debían hacer los creyentes de Tesalónica con estos creyentes que andaban desordenadamente? Pablo ordena: Apártense de ellos. Esto significa: No se asocie con ellos, evítelos, retírese. Esto de ninguna manera atenta contra el amor cristiano que debemos tener los unos para con los otros. Está bien dar un plato de comida a un creyente que a pesar de buscar trabajo no encuentra y por tanto no tiene ni para comer, pero está mal dar un plato de comida a un creyente que pudiendo trabajar y tener dinero para comer, no trabaja, sino que prefiere comer sin trabajar. ¿Ve la diferencia? Cuando estuvo en Tesalónica, Pablo no sólo enseñó doctrina a los creyentes, sino que también les enseñó a vivir como agrada a Dios y dentro de esto, a ganarse el pan con el sudor de la frente. Por esta razón, Pablo dice en su segunda carta a los Tesalonicenes que los creyentes que andaban desordenadamente no estaban viviendo conforme a lo que Pablo les había mandado. Así que, amable oyente, el trabajo es un don de Dios. El hombre trabajaba antes de la entrada del pecado en el mundo. El trabajo no es la maldición de Dios por el pecado. La voluntad de Dios es que los creyentes trabajemos sosegadamente. Confíe en Dios para que le provea de un trabajo que le traiga satisfacción y también lo suficiente para vivir dignamente con su familia.
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