Qué gozo es saludarle amigo oyente y darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Por la gracia de Dios estaremos estudiando el mensaje de Jesucristo a la iglesia de Sardis, el cual aparece en Apocalipsis 3:1-6.
El pasaje bíblico para el día de hoy, se encuentra en Apocalipsis 3:1-6. Aquí encontramos el mensaje de Jesucristo a la iglesia de Sardis. La estructura de este mensaje guarda estrecha relación con la estructura de los mensajes a las iglesias de Efeso, Esmirna, Pérgamo y Tiatira, lo cual ha sido materia de nuestros estudios bíblicos anteriores. Siendo así, lo primero que vamos a considerar es el remitente del mensaje a la iglesia de Sardis. Esto se encuentra en Apocalipsis 3:1 donde dice: “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto:” Esta es la orden que el apóstol Juan recibió de Jesucristo. Juan debía escribir lo que Jesucristo dijo y entregar al ángel de la iglesia en Sardis. El ángel de la iglesia en Sardis es una referencia a uno de los líderes o pastores de esta iglesia, quien tenía la responsabilidad de comunicar el mensaje a esta iglesia. La ciudad de Sardis fue la capital del antiguo reino de Lidia y sin lugar a dudas, en su tiempo, era una ciudad importante. Estaba localizada más o menos a 80 Kilómetros de Efeso y a ella confluían cinco vías importantes, de modo que Sardis era un centro de comercio importante. También tenía su importancia militar por cuanto estaba localizada en la cima de un promontorio, que lo hacía prácticamente infranqueable. En lo espiritual, Sardis estaba saturada del culto a la diosa pagana Artemisa. Además, esta ciudad era reconocida por su industria textil. Allí se fabricaban finas telas de algodón. Pero en la época en que Juan escribió el Apocalipsis, Sardis había perdido gran parte del esplendor que gozó en el pasado. Diríamos que era una ciudad que lo único que le quedaba es el nombre. Una ciudad que vivía a la sombra de la gloria del pasado. El remitente del mensaje se presenta como aquel que tiene los siete espíritus de Dios. Siete es el número de la perfección y de lo que está completo. Con esto, Jesucristo está mostrando que nada escapa de su inquisitiva mirada. Jesucristo conoce tanto las acciones como las actitudes que originan esas acciones. Además, Jesucristo, el remitente del mensaje se presenta como el que tiene las siete estrellas. Esto significa que Jesucristo tiene control de las iglesias y de sus líderes, por cuanto las siete estrellas representan a los líderes o voceros en esas siete iglesias. Luego encontramos la evaluación de la realidad de la iglesia de Sardis, íntimamente unido con el reclamo que hace Jesucristo a esta iglesia. Lamentablemente, algo parecido a lo que pasaba con la ciudad de Sardis estaba pasando con la iglesia de Sardis. Era una iglesia que vivía bajo la sombra de la gloria del pasado. Apocalipsis 3:1 en su segunda parte dice: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre que vives, y estás muerto” Aquel que conoce absolutamente todo porque tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas, ha detectado la deplorable condición de la iglesia de Sardis. Su veredicto es contundente: tienes nombre que vives pero estás muerto. Para todo propósito práctico, la iglesia en Sardis era nada más que un bien cuidado mausoleo. Se veía atractivo por fuera pero por dentro estaba repleto de cadáveres. Al hablar de cadáveres me refiero a gente que se había dormido en los laureles de las victorias del pasado. Claro, ellos pensaban que todo estaba muy bien. Tenían un hermoso templo, fastuosas edificaciones, disfrutaban la comunión, la asistencia era muy buena, las finanzas estaban en su apogeo, pero en la realidad, todo era artificial. Las cosas se hacían por mera costumbre. Era simplemente un ejercicio mecánico de cantar, orar, recoger la ofrenda, oír el mensaje y salir hasta el próximo domingo para repetir el proceso, y así Domingo tras Domingo. Jesucristo les dice por tanto: Tienes nombre que vives y estás muerto. Cuántas iglesias hoy en día se asemejan a la iglesia en Sardis, ¿verdad? A iglesias así, Jesucristo hace una recomendación. Apocalipsis 3:2-3 dice: “Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.” Jesucristo dice a esta iglesia y a todas las que están como ella: Sé vigilante, o despierta. No sigas más dormida como si estuvieras muerta. Luego, una vez que despiertes, afirma las otras cosas, quizá pocas, que todavía viven, pero que pronto morirán también si no haces algo al respecto. Inmediatamente después, acuérdate de lo que has recibido y oído, guárdalo y arrepiéntete. Esto significa, vuelve a hacer lo que hacías en el pasado, para que no vivas solo de las glorias de las victorias pasadas. Qué recomendación tan precisa y clara mi amiga, mi amigo. Si Usted nota que su iglesia es un bien cuidado mausoleo, es hora de despertar, amigo oyente, no siga actuando como muerto, porque Usted tiene nombre de uno que vive. Comience por cultivar las cosas que todavía no se han extinguido en su vida espiritual. Quizá la oración, o la lectura y estudio de la palabra de Dios, o el servicio cristiano. Cualquier cosa que esté todavía encendida aunque con una llama que ya se apaga. Comience por algo. Avive ese fuego y eso le conducirá a reavivar otras cosas que solía hacer antes, pero que inexplicablemente se han extinguido en su vida. Si la iglesia en Sardis no hacía caso a la recomendación de Jesucristo, le esperaba un juicio severo de parte de Jesucristo. En medio de su sueño vendrá Jesucristo como ladrón en la noche, es decir, en el momento menos esperado para dar su merecido a esta iglesia que tiene nombre que vive pero en la práctica está muerta. En medio de la recomendación, Jesucristo hace referencia a un pequeño grupo de creyentes de la iglesia en Sardis, quienes no se dejaron arrastrar por la corriente de mortandad que imperaba en la iglesia. A ellos se refiere Apocalipsis 3:4 donde dice: “Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas” Gracias a Dios que a lo largo de la existencia de la iglesia siempre ha existido un pequeño remanente que se ha mantenido fiel a los principios de la palabra de Dios. En la más obscura noche, siempre brillarán unas pocas estrellas. Son los que no permitieron que sus vestiduras tomen el penetrante olor a muerte que saturaba la iglesia en Sardis. Estas personas recibirán como premio, el andar con Jesucristo en vestiduras blancas. Lo cual denota comunión íntima con el Salvador en una atmósfera donde el pecado no tiene ninguna participación. Finalmente encontramos la recompensa a los creyentes de la iglesia en Sardis. Apocalipsis 3:5-6 dice: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que tiene oído oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” Los vencedores, son los verdaderos creyentes, amigo oyente. Sus obras son el resultado de su fe genuina. A ellos promete Jesucristo lo siguiente: Ser vestido de vestiduras blancas. Esto denota una vida justa delante de Dios. Luego, que sus nombres no serán borrados del libro de la vida. Esto denota seguridad de Salvación. Nada ni nadie puede hacer que un verdadero creyente pierda su salvación. Por último, confesar su nombre delante del Padre y de los ángeles. Esto es una especie de reconocimiento celestial por la fidelidad de los vencedores. El período ilustrado por la iglesia de Sardis abarca los tiempos de la Reforma, esto es, desde el momento cuando el 31 de Octubre del año 1517 Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Witemberg hasta el año 1570. La palabra Sardis significa “los que salieron” y en efecto, eso sucedió cuando los así llamados protestantes salieron de las filas de una iglesia que tenían el nombre de que vive, pero estaba muerta. Pero los reformadores, aunque introdujeron una corriente de aire fresco a la moribunda iglesia, no lograron llevar la obra hasta el fin. Devolvieron la Biblia al pueblo y declararon que es el único fundamento de doctrina y práctica, pero no lograron que el pueblo ame la Biblia, por eso muchos protestantes tienen la Biblia, pero no la leen. Insistieron en la salvación por fe, aparte de las obras, pero no lograron que los salvados por fe manifiesten la sinceridad de esa fe por medio de las buenas obras. Proclamaron la adoración a Dios fuera de todos los ritos y ceremonias, insistiendo en la adoración a Dios en Espíritu y en verdad, pero el pueblo no captó bien la idea, y muchos de ellos no adoran a Dios ni en Espíritu ni en verdad ni por ritos ni ceremonias. Por eso, la Reforma, a los ojos de Dios fue considerada muerta. No obstante, la Reforma tuvo unos pocos que no permitieron dejarse llevar por la corriente de mero formalismo. Son los que caminan con el Señor en vestiduras blancas, porque son dignas. Hombres como Wyclife, Huss, Savanorola, Lutero, Zwinglio, Melanchton, Knox y tantos otros como ellos.
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