Qué bendición es estar nuevamente con Usted, amiga, amigo oyente. Una cordial bienvenida al estudio bíblico de hoy en la serie titulada la familia auténticamente cristiana. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de la importancia de la obediencia por parte de los hijos.
Una vez un pastor estaba hablando con un hombre quien defendía la idea que está mal que los padres den alguna orientación religiosa a los hijos. Su teoría era que la mente de los hijos no debe ser predispuesta con las ideas religiosas de sus padres. Decía que cuando los hijos hayan crecido lo suficiente, por su propia cuenta adoptarán las ideas religiosas que estén más de acuerdo con su propia personalidad. El pastor se limitó a escuchar lo que el hombre decía sin decir nada. Luego el pastor invitó al hombre a mirar el jardín de una casa en el vecindario. Fueron los dos y llegaron a una casa que obviamente estaba abandonada. Lo que antes debió haber sido un bien cuidado jardín, ahora se había convertido en un matorral repleto de espinas y abrojos. Este es el jardín dijo el pastor. Entre sorprendido y defraudado, el hombre respondió y dijo: Pero yo pensé que me iba a mostrar un hermoso jardín. Esto no es sino un montón de espinas y abrojos. El pastor dijo entonces. Lo que sucede es que el dueño de este jardín no ha querido predisponer a su jardín y ha dejado que el jardín se exprese como quiera, que produzca naturalmente lo que quiera producir. La lección fue muy obvia para aquel hombre. Pero esto es exactamente lo que acontece a los hijos que no son instruidos por los padres en las cosas espirituales y en todas las cosas en general. Las vidas de los hijos no producirán sino espinas y abrojos. La naturaleza pecaminosa que todo ser humano posee produce todo tipo de mal que Usted pueda imaginar. Todas las relaciones humanas se basan en lo que se aprende en la niñez. Si la obediencia, la honra y el respeto a los padres se aprenden en la niñez, eso proporcionará una base que permanecerá firme a través de toda la vida. La palabra de Dios es sabia cuando por ejemplo en Proverbios 13:24 dice: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece, mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” Debido a la naturaleza pecaminosa, los hijos no vienen al mundo dispuestos a obedecer a sus padres. Por ello, los padres tienen que corregir a sus hijos desde una temprana edad y así enseñarles a obedecer. De esta manera estarán demostrando amor a sus hijos. En cambio, cuando los padres rehúsan corregir a sus hijos desde una edad temprana, les están privando de la oportunidad de aprender a obedecer y estarán demostrando que odian a sus hijos. No olvide jamás amigo oyente que la obediencia es algo que se tiene que aprender. Ningún hijo nace obediente. Así que, la norma básica para los hijos es que sean obedientes a sus padres. Cuando los hijos están viviendo bajo el mismo techo de los padres, están en la obligación de obedecer a los padres, sin importar la edad que tengan o la preparación que tengan o la ocupación que tengan. Los padres también tienen la obligación de enseñar a los hijos la obediencia. ¿Por qué tanto énfasis en enseñar a obedecer? Porque como ya se dijo; los hijos no vienen al mundo con un deseo profundo de obedecer, en realidad es lo opuesto, los hijos vienen al mundo con un deseo profundo de desobedecer. Los que somos padres sabemos que jamás tuvimos que enseñar a nuestros hijos a desobedecer. Los hijos son expertos en desobedecer porque heredaron una naturaleza pecaminosa igual a la nuestra. La única forma de que los hijos sean obedientes es por medio de aprender obediencia. Esta verdad está ilustrada a través de todo el libro de Proverbios. En el libro de Proverbios encontramos todos los elementos necesarios para desarrollar relaciones correctas entre las personas, y por cuanto esto se aprende en la niñez, este libro ha sido diseñado como una serie de lecciones para que los padres enseñen a los hijos. Si amamos a nuestros hijos y queremos hacer algo verdaderamente útil para ellos, debemos enseñarles el libro de Proverbios. Consideremos algunos principios extraídos de este maravilloso libro. Abramos nuestras Biblia en Proverbios 1:8. Dice así: “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre; y no desprecies la dirección de tu madre” Los hijos necesitan prestar atención a la instrucción y dirección de sus padres. A veces los hijos razonan y dicen: Mis padres son anticuados. Están viviendo en el siglo pasado, por tanto no puedo obedecerles. Pero la Biblia confronta esta manera incorrecta de pensar de algunos hijos y simplemente dice: Hijos, oigan y obedezcan a sus padres. No desprecien la dirección que los padres dan. Puede ser que los padres no estén muy capacitados en la ciencia, las letras, el arte, la filosofía, pero los padres tienen algo que los hijos no tienen y eso se llama experiencia. Por eso es que los hijos necesitan obedecer y honrar a los padres. Hijos, ¿Están oyendo y reteniendo lo que sus padres dicen? ¿Están apreciando la dirección de sus padres como un especial tesoro? Por otro lado, padres, ¿están instruyendo a sus hijos? ¿Están proveyendo la dirección que los hijos necesitan? O a lo mejor están tan ocupados en sus cosas, que han dejado esta responsabilidad a la escuela o a la iglesia o peor aun, al mundo. Padres, no esperen que sean otros quienes críen a sus propios hijos. El resultado será fatal y para cuando Usted logre darse cuenta de ello puede ser que sea demasiado tarde. Lo único que le quedará es recoger los pedazos de las vidas destrozadas de sus hijos. Otro pasaje muy ilustrativo sobre la responsabilidad de los hijos en el hogar se encuentra en Proverbios 4:1-4 y dice así: “Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos para que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley. Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos y vivirás” Dios, a través de Salomón, el hijo de David exhorta a los hijos a oír, es decir, a obedecer lo que dice un padre. Prestar atención a lo que dicen los padres produce cordura en las vidas de los hijos. La cordura nos habla de un equilibrio, todo lo opuesto a la necedad, lo cual resulta de desobedecer a los padres. Salomón dice que obedecer a los padres es algo bueno. Salomón habla por experiencia propia. Obedeció a su padre y a su madre y guarda muy buenos recuerdos de ellos. Su obediencia hizo que su vida esté llena de propósito y significado. Proverbios 13:1 dice: “el hijo sabio recibe el consejo del padre; mas el burlador no escucha las reprensiones” Es sabio oír y obedecer el consejo de los padres. Los hijos hoy en día se creen mucho más sabios que los más sabios e hinchados de arrogancia desprecian el consejo de los padres. Pero la Biblia dice que la verdadera sabiduría radica en recibir el consejo de los padres. En cambio, quien desprecia el consejo de los padres, a los ojos de Dios es un burlador o un necio en el más amplio significado de esta palabra. Considere por ejemplo lo que dice Proverbios 15:5 “El necio menosprecia el consejo de su padre; mas el que guarda la corrección vendrá a ser prudente” Si Usted quiere ser tildado de necio, entonces, adelante, desprecie el consejo de sus padres. Pero si quiere ser sabio a los ojos de Dios y de los hombres, obedezca a sus padres. Quizá Usted me dirá: Pero tú no sabes como son mis padres. Me quieren tener controlado todo el tiempo. No me dan libertad, hasta pienso que me tratan como a un niño. Bueno, yo no sé como serán sus padres, pero eso no importa, Dios ha dicho que Usted como hijo debe obedecerlos y eso es todo. A lo mejor, es la rebeldía, lo que justamente sus padres quieren corregir en Usted y por eso no le están dando las libertades que Usted piensa debe tener. Tan pronto Usted demuestre madurez, estoy seguro que sus padres le otorgarán una mayor libertad. Como hemos visto a través de estos pocos ejemplos, el libro de Proverbios contiene mucha enseñanza que apunta a una sola cosa: Los hijos deben obedecer a los padres. La obediencia a los padres hará una gran diferencia en la vida de los hijos. Termino con esta ilustración interesante. Un gran pintor quería plasmar en los lienzos el rostro de la inocencia. Para ello buscó con afán un rostro que refleje la paz de espíritu que un alma inocente proyecta. Su búsqueda terminó cuando halló a un niño de apenas cinco años cuyos rasgos faciales se acercaban mucho a lo que el pintor pensaba es la inocencia. Lo tomó como modelo y plasmó en los lienzos una hermosa pintura bajo el título: El rostro de la inocencia. Varios años más tarde, se le ocurrió al mismo pintor, poner en los lienzos la antítesis del rostro de la inocencia. Se llamaría el rostro de la maldad. Para encontrar un modelo, pensó que lo más lógico sería ir a la cárcel de la ciudad. Allí encontró a un hombre ideal para ese propósito. Los rasgos grotescos de su rostro, esculpidos por los años de vivir en la maldad, daban al pintor un perfecto modelo para su pintura. Cuando el pintor terminó su obra, el modelo dijo al pintor: ¿Se acuerda de mí? El pintor distraídamente respondió: No creo haberlo conocido antes. El reo dijo: Yo fue el modelo para el rostro de la inocencia. Entonces fue cuando el pintor supo que aquel niño de rostro de ángel, de adulto se había convertido en un monstruo. El reo continuó diciendo: Mis padres se divorciaron, crecí sin ningún control, pronto me arrastraron las garras del pecado. La diferencia entre una vida útil y una vida desperdiciada radica en haber aprendido a vivir en obediencia.
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