Qué bendición es estar nuevamente junto a usted amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Antes de ir al texto bíblico en el libro de Santiago, me gustaría agradecer a los amigos oyentes que aprecian nuestro ministerio y lo han demostrado orando por nosotros y ofrendando para la continuación de este ministerio. Que el Señor les recompense en abundancia. Sin lugar a dudas, vivimos en un mundo de injusticia. Casi en cada rincón de este mundo podemos identificar un trato injusto al desamparado, al desvalido, al menos favorecido. Esta injusticia es tan vieja como la misma humanidad. Comenzó allá en el huerto de Edén cuando nuestros padres cayeron en pecado obedeciendo la voz de Satanás y desechando la voz de Dios, y ha seguido hasta el presente. Lo triste de todo este panorama es que la injusticia no es patrimonio de los incrédulos solamente, porque aún entre los creyentes se manifiesta injusticia de una u otra manera. ¿Cómo debe reaccionar un creyente ante el trato injusto de otro creyente? Esto es justamente el tema del estudio bíblico de hoy en el libro de Santiago.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Santiago capítulo 5 versículos de 7 a 12. Como antecedente, debo señalar que Santiago enfrentó con severidad a los ricos avaros, quienes se enriquecieron a costilla de los pobres trabajadores que labraban sus campos. Aunque sea difícil admitirlo, estos ricos avaros eran creyentes, dominados por el pecado de avaricia por supuesto. La costumbre de estos ricos era retener el salario de sus trabajadores con engaño. Usted sabe, el consabido no puedo pagarte hoy, lo haré mañana o la próxima semana o el próximo mes, a pesar que tenían los recursos para pagar hoy. Llega el siguiente mes y se repite el engaño. No puedo pagarte hoy, te pagaré todo junto el mes que viene. Mientras tanto el pobre trabajador tiene que endeudarse hasta el cuello para atender las necesidades básicas de él y su familia. Esta situación produjo mucha amargura en algunos hermanos. Aunque clamaban a Jehová de los ejércitos por ayuda, aún así había rencor en sus corazones contra los ricos opresores. Es en estas condiciones cuando Santiago pronuncia un mandato. Por tanto le invito a considerar el mandato anunciado, el mandato ilustrado y el mandato explicado. En cuanto al mandato anunciado, Santiago 5:7 en su primera parte dice: Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Ante la adversidad por el maltrato de los ricos, Santiago manda a los creyentes a tener paciencia. Paciencia es la traducción de una palabra en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento que significa capacidad de soportar la tardanza y sobrellevar el sufrimiento sin desmayar. Santiago está entonces pidiendo que los creyentes desarrollemos una actitud mental o una capacidad de soportar sin desmayar las adversidades, los sufrimientos, las afrentas, los insultos, el maltrato, de otros creyentes. Admito que no es fácil poner en práctica este mandato, porque nuestra tendencia natural es a defendernos cuando somos atacados, o a vengarnos cuando somos ofendidos, o simplemente a guardar amargura en nuestro corazón cuando somos maltratados, pero Santiago dice: No se desanime, no se desespere, no luche, no guarde rencor, simplemente tenga paciencia. La paciencia es justamente un fruto del Espíritu Santo. Se necesita ayuda sobrenatural para ser paciente ante la adversidad. ¡Hasta cuando! Exclamarán algunos. El texto dice: hasta la venida del Señor. Esto puede entenderse por un lado en el sentido hasta que el Señor venga a tomar a la iglesia en el arrebatamiento, pero también puede entenderse y ese es el significado que se ajusta al contexto, hasta que el Señor se manifieste de dos maneras, haciendo justicia al oprimido y castigando al opresor. Ante la adversidad, no busque desesperadamente la salida a cualquier precio, ponga su mirada en el Señor, entregue el caso al Señor, espere en él, confíe en él. Cuando sea el momento más indicado, él se mostrará con todo su poder para retribuir al que ha hecho algo malo contra usted y para darle la salida, el consuelo y el alivio que tanto necesita. Un anciano fue lastimado terriblemente por las palabras de hermanos de su propia congregación. Su primera intención fue defenderse del ataque, atacando también. Pero no estaba en paz con esa idea, de modo que pidió consejo a otro anciano quien tenía esa sabiduría que solamente los años de experiencia puede otorgar. Este anciano le dijo: ¿Para qué vas a defenderte? Deja todo en la mano del Señor, deja que el Señor luche por ti. Esta es la idea de Santiago con este mandato. Para entender mejor el mandato, Santiago plantea una ilustración. Veamos el mandato ilustrado. Santiago 5:7 termina diciendo: Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.
Luego Santiago 5:8 dice: Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.
Allí está el labrador. Prepara el terreno, arroja su semilla en el campo y hasta allí llega, no puede hacer absolutamente nada más, aparte de esperar con paciencia la lluvia temprana que normalmente llega en el invierno y hace germinar la semilla. El labrador no puede hacer que se produzca la lluvia temprana, porque eso no está bajo su control. Aún contando con la lluvia temprana, no hay garantía de que habrá cosecha abundante. Tiene que seguir esperando con paciencia la lluvia tardía que normalmente llega en la primavera para hacer madurar el fruto de la tierra. Por más que se desespere no adelantará ni un solo instante la lluvia tardía, porque es algo sobre lo cual no tiene control. Así debe ser con usted amable oyente. Usted no buscó la adversidad, la opresión, la ofensa. Simplemente apareció. Es algo sobre lo cual no tiene control. ¿Qué hacer entonces? Pues, como el labrador, esperar con paciencia que se manifieste el Señor quitando la adversidad. Tened paciencia y afirmad vuestros corazones dice el texto. Esto significa, soporte sin desmayar, sin desanimarse. El Señor, como lluvia temprana y lluvia tardía se manifestará a su tiempo y usted quedará libre de la difícil circunstancia que está experimentando. El labrador que espera con paciencia obtiene su fruto de la tierra. Usted también obtendrá un fruto agradable si espera con paciencia en el Señor durante la adversidad. De nada sirve amable oyente desesperarse por solucionar cosas sobre las cuales no tenemos ningún control. Deje esas cosas en la mano del Señor, espere en él sin desmayar. Esperar con paciencia en el Señor, no es lo mismo que pasividad. Es una espera en actividad. Santiago nos explicará esto en lo que resta del pasaje bíblico. Como primera cosa, es una espera sin queja. Santiago 5:9 dice: Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.
Quejarse en este caso significa amargarse contra algo o contra alguien. Esto era necesario cortar para no ser condenados. Cuando había ofensas o abusos o heridas, lo prudente era traerlo ante el Señor en oración para que él lo juzgue y condene. ¿Para qué llevar a un creyente ante un juez humano si el Juez del universo está a la mano y él puede juzgar con justicia? En segundo lugar es una espera siguiendo un modelo. Santiago 5:10-11 dice: Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.
Jas 5:11 He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.
La espera con paciencia en medio de la adversidad es siguiendo el modelo de los profetas, aunque fueron comisionados por Dios, al mismo tiempo, Dios les condujo por el sendero de la soledad, la incomprensión, la persecución e inclusive la muerte. Piense en Amós siendo desterrado, en Oseas uniéndose a una mujer fornicaria, en Jeremías, siendo encerrado en una cisterna, Elías escondido junto a un arroyo. Todos ellos en situación adversa, pero esperaron con paciencia y el Señor se manifestó con poder a su tiempo. Qué gran ejemplo a seguir. Piense ahora en Job. Dios permitió la más severa aflicción para él. Perdió sus bienes, su salud, sus hijos y hasta su esposa le dijo: Maldice a Dios y muérete. Pero aún así él se mantuvo esperando en el Señor. El Señor se manifestó con poder y su postrer estado fue mejor que el primero. En tercer lugar, es una espera transparente, que no esconde nada. Santiago 5:12 dice: Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento; sino que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no caigáis en condenación.
Cuando un hermano era llevado ante un juez, normalmente se declaraba con juramento alguna falsedad en su contra. El juramento llegó a ser como la vara mágica que transformaba cualquier mentira en verdad. Santiago dice: No juréis por ninguna cosa. En lugar de jurar por cualquier cosa, comprométanse a ser transparentes, honestos y abiertos. Que su sí sea sí y su no sea no. El Señor Jesús enfatizó lo mismo en el Sermón del Monte. Mateo 5:37 dice: Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.
Con esto, Santiago termina su enseñanza acerca de cómo debe actuar un creyente cuando es maltratado por otro creyente. La clave está en no buscar venganza, sino esperar que Dios se manifieste con poder en su tiempo para castigar al agresor y librar al agredido. Que Dios le ayude a vivirlo en la práctica.
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