Cordiales saludos amigo oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy sobre los eventos futuros. Dentro de lo que Dios tiene preparado para el futuro, consta el milenio, un reino que dura mil años y cuyo rey es el Señor Jesucristo. En nuestro estudio último, vimos que durante el milenio, Jesucristo será objeto de adoración de todos los moradores de la tierra en un templo que está por edificarse en Jerusalén. En el estudio bíblico de hoy, David Logacho nos hablará de la morada de los santos resucitados durante el milenio.
Para entrar en el tema de hoy, es necesario entender a cabalidad que durante el milenio existirán, por así decirlo, dos clases de personas.
La primera clase, formada por seres humanos de carne y hueso, quienes recibieron a Cristo durante la tribulación y permanecieron vivos hasta la segunda venida de Cristo. Ud. recordará que tan pronto venga Cristo por segunda vez a la tierra llamará a juicio a los israelitas que estuvieren vivos y también a todos los gentiles que estuvieren vivos.
Los que pasen este juicio, por haber recibido a Cristo como Salvador son los que tendrán el derecho de entrar en el reino milenial. Estas personas por tanto, serán seres humanos tal cual como nosotros los creyentes de hoy en día, con una nuevo corazón para amar a Dios, con una nueva mente para conocer a Dios y con una nueva voluntad para obedecer a Díos, pero además con una naturaleza pecaminosa capaz de producir pecado si se lo permite.
Estos seres humanos, hombres y mujeres, seguirán casados si estuvieron casados cuando entraron al milenio, o se casarán si eran solteros cuando entraron al milenio y si quisieran casarse, tendrán sus hijos como cualquier pareja de casados y esos hijos vendrán a este mundo separados de Dios a causa del pecado.
En el milenio se predicará el evangelio, tal cual como lo conocemos hoy en día, de modo que todos estos hijos de creyentes tendrán su oportunidad de recibir a Cristo como Salvador. Su esfera de existencia, o su morada será el globo terrestre, tal cual como es nuestro caso en la actualidad. Esta es la primera clase de personas que existirán en el milenio.
La segunda clase de personas que existirán en el milenio, serán aquellas que por resurrección o transformación llegarán a tener cuerpos glorificados. Estos cuerpos glorificados son cuerpos celestiales, diseñados por Dios para morar en la esfera celestial, en el cielo, no en la tierra. Estas personas son creyentes de la edad de la iglesia quienes murieron y resucitaron para el arrebatamiento, o creyentes de la edad de la iglesia que estuvieron vivos para el arrebatamiento y fueron transformados en un abrir y cerrar de ojos o los creyentes del Antiguo Testamento que murieron y resucitaron al final de la tribulación o creyentes de la tribulación que murieron durante la tribulación y resucitaron al final de la misma.
Todas estas personas tendrán cuerpo como el de Jesucristo resucitado, cuerpos glorificados, cuerpos adaptados para habitar en la esfera celeste, no en la esfera terrestre. De modo que amigo oyente, es necesario pensar que estos creyentes con sus cuerpos glorificados tendrán un lugar especial de morada, un lugar que no sea la tierra.
Esto justamente es lo que presenta la Biblia. La morada de estos creyentes con cuerpos glorificados se llama La Nueva Jerusalén. Veamos algunas características de esta ciudad.
Primero, es una ciudad real. No es algo espiritual o algo imaginario. Note como Juan la describe en términos reales. Apocalipsis 21:12-21 dice: “Tenia un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. Y el muro de la ciudad tenia doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. El que hablaba conmigo tenia una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida, de hombre, la cual es de ángel. El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo zafiro, el tercero, ágata; el cuarto esmeralda; el quinto ónice; el sexto cornalina; el séptimo, crisolito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio”
No hay la menor sombra de duda en cuanto a que la Nueva Jerusalén es una ciudad real. Sus materiales han sido descritos, sus medidas han sido dadas, su esplendor ha sido desplegado. Pero no solo la ciudad es real, también sus habitantes son reales. ¿Quiénes habitarán en esa ciudad? Hebreos 12:22-24 responde a esta pregunta. Dice así: “sino que os habéis acercado al monte de Sión, ala ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares dé ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”
Los habitantes son millares de ángeles, que es una referencia a todos los ángeles santos, luego la congregación de los primogénitos, que es una referencia a los redimidos desde Pentecostés hasta el arrebatamiento, luego Dios el Padre, después los espíritus de los justos que es una referencia a aquellos que por su fe se salvaron a través de toda la historia humana. Estos incluye a los israelitas de la fe de su padre Abraham, es decir los salvos bajo el antiguo pacto y finalmente Jesús el Mediador del nuevo pacto en su sangre.
Tenemos entonces que la nueva Jerusalén es una ciudad real y allí habitarán personas reales, pero no solo eso, la Biblia nos habla de la manera de entrar a esa ciudad real. Juan 10:9 dice: “Yo soy la puerta; el que por mi entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”
Cuando por fe recibimos a Cristo como nuestro Salvador adquirimos el derecho de entrar a la Nueva Jerusalén, porque Cristo es la puerta. Si morimos antes del arrebatamiento, resucitaremos y con cuerpos glorificados moraremos allí. Si no morimos hasta el arrebatamiento, seremos transformador y con cuerpos glorificados moraremos allí.
Terminando ya, ¿qué pasará con la Nueva Jerusalén cuando Cristo venga a reinar sobre la tierra en el reino milenial? Bueno en Apocalipsis 21:9-11 se dice que la Nueva Jerusalén es descendida del cielo de Dios, pero no apoyada sobre la tierra. Por lo tanto podemos pensar que estará suspendida en el espacio cerca del planeta y las naciones salvadas e introducidas en el reino Mesiánico andarán a la luz de ella, según Apocalipsis 21:24 en su segunda parte, pero a la Nueva Jerusalén tendrán acceso solamente los redimidos con sus cuerpos glorificados.
En conclusión, amigo oyente, durante el milenio habrá dos Jerusalenes; una terrenal, capital del reino milenial, la otra celestial, especie de ciudad satélite que será la morada de los santos glorificados, desde la cual, en un incansable subir y bajar, ejercerán su derecho y deber de reinar juntamente con Cristo en la tierra.
Así que amigo oyente, el futuro para los que somos creyentes es glorioso desde todo punto de vista. Habitar en la nueva Jerusalén será algo inefable, imposible de ser expresado en palabras. Será nuestro como regalo de Dios por cuanto hemos sido perdonados en Cristo. Pero si Ud. mi amigo todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, nada de lo que hoy hemos visto será suyo. Todo lo contrario, Ud. se ganará el derecho bien merecido a pasar la eternidad en el infierno. Pero Ud. todavía está a tiempo de arreglar esta, situación. Si Ud. recibe hoy a Cristo como su Salvador, la nueva Jerusalén será el destino final de su existencia.
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