Qué gozo es compartir este tiempo con Usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. 2 Timoteo es una carta en la cual el apóstol Pablo da a conocer los consejos para una iglesia en peligro. En esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca de la necesidad de esforzarse en el Señor y la necesidad de encargar a otros la sana doctrina.
Sabiendo que sus días en este mundo estaban contados, y sabiendo que la iglesia de Cristo en general estaba enfrentando feroz persecución, el apóstol Pablo entrega a su discípulo Timoteo algunos consejos cuyo propósito es fortalecer la iglesia tanto espiritualmente como emocionalmente.
En el estudio bíblico de hoy analizaremos dos de esos consejos. Me refiero a la necesidad de esforzarse en el Señor y la necesidad de encargar a otros la sana doctrina.
Vayamos al primer consejo. 2ª Timoteo 2:1 dice: «Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.»
Pablo había estado hablando de Figelo y Hermógenes, quienes en unión de algunos otros, dieron las espaldas a Pablo mientras estaban en Asia. Pero no todo fue desolación porque hubo personas como Onesíforo y su casa, quienes a pesar de la oposición, no se avergonzaron ni del Señor ni de Pablo.
Timoteo debía desechar el ejemplo de Figelo y Hermógenes y debía imitar el ejemplo de Onesíforo y su casa. No es algo fácil. Más aún no es posible lograrlo dependiendo solamente del poder humano, porque el imperio romano estaba haciendo uso de todo su poder para erradicar el cristianismo del mundo.
Pero jamás debemos olvidar que los creyentes debemos vivir la vida cristiana no en nuestra propia fuerza sino en la fuerza que proviene de nuestro Señor Jesucristo.
Para recordar este importante principio, Pablo habla con toda franqueza a Timoteo, como si estuviera mirándole a los ojos y le diciéndole: Tú, pues, hijo mío. Notamos un trato amable, casi paternal. Como cuando un padre quiere decir algo importante a su hijo. Cuando Pablo trata a Timoteo como su hijo, podría ser que esté haciendo referencia a que Pablo guió a Timoteo a la fe salvadora en Cristo. De ser así, Timoteo sería un hijo espiritual de Pablo.
Pero también podría ser que Pablo usa la expresión hijo mío, para enfatizar el amor entrañable que unía al anciano Pablo con el joven Timoteo. Con esta introducción, Pablo pasa a mencionar su consejo: Esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.
El verbo esforzarse está conjugado en modo imperativo, dando a entender que es una orden. Pero tratemos de entender el significado de este verbo. Es la traducción de un verbo griego que literalmente significa revestirse de poder. Esto es lo que necesitaba Timoteo y lo que necesitamos todos los creyentes para mantenernos firmes ante la oposición o simplemente ante las dificultades del diario vivir.
Necesitamos revestirnos de un poder que no proviene de nosotros mismos, sino que proviene de la persona de Cristo Jesús y que por gracia, como un favor no merecido ha sido puesto a disposición de todo creyente. Ante la furia de la persecución que el imperio romano estaba ejerciendo en contra de los cristianos, la tendencia de Timoteo y muchos como él, era sentirse derrotados.
Para no sentirse derrotados y de ese modo para no avergonzarse de dar testimonio del Señor y de Pablo era necesario echar mano del poder que reside en Cristo y que por gracia ha sido puesto a nuestra disposición.
Yo no sé cómo estará su vida amable oyente, pero es posible que esté enfrentando alguna situación difícil. No confíe en su propia fuerza para sortear esos momentos difíciles. Recurra a la fuerza que proviene del Señor Jesucristo y que por gracia, o como favor no merecido, ha sido puesta a su disposición.
No luche en su propia fuerza. Ponga la situación en las manos del Señor. Deje que él luche por Usted. El Señor jamás será derrotado. Esfuércese en la gracia que es en Cristo Jesús.
Prosigamos al segundo consejo que Pablo da Timoteo. Encargar a otros lo que ha recibido. 2 Timoteo 2:2 dice: «Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.»
Este versículo dice tanto en tan pocas palabras. Es el lema de lo que se conoce como el discipulado. El discipulado tiene que ver con la transmisión de un legado espiritual de un creyente maduro a otro creyente tierno en la fe.
Observe la conjugación del verbo encargar. Esta en modo imperativo, dando a entender que se trata de una orden. Este verbo es la traducción de un verbo griego que literalmente significa encomendar, confiar, encargar. Lo que Timoteo tenía que encargar, o encomendar, o confiar, era lo que había oído de Pablo ante muchos testigos.
Esto ha sido objeto de innecesario debate en cuanto a su interpretación, porque lo único que significa es el cuerpo de doctrina que por revelación fue dado por Dios a Pablo y que Pablo lo transmitió a Timoteo. Hoy en día, ese cuerpo de doctrina está en forma escrita, y se incluye en él todo lo que es la Biblia.
Timoteo no debía guardarse para sí lo que Pablo le había entregado. Pablo le ordena que encargue ese cuerpo de doctrina no cualquier persona sino a hombres fieles. Esto significa hombres que al igual que Timoteo están en capacidad de retener la forma de las sanas palabras que habían oído.
Estos hombres, además de ser fieles, deben ser también idóneos para enseñar a otros. Idóneo es la traducción de un adjetivo que literalmente significa competente, digno, suficiente, básicamente alguien en quien se puede confiar algo importante, como lo es el cuerpo de doctrina.
Estos hombres fieles e idóneos, deben transmitir lo que reciban de Timoteo a otros. Deben enseñar el cuerpo de doctrina a otros. Seguramente ya será evidente para Usted el propósito de este consejo de Pablo. En esencia se trata de perpetuar la sana doctrina. Se trata de transmitir de generación a generación la sana doctrina.
Sólo en el texto de 2ª Timoteo 2:2 aparecen cuatro generaciones de hombres fieles, idóneos para enseñar. La primera generación, es el apóstol Pablo. Fue a él a quien Dios reveló el cuerpo de doctrina. Pablo encargó ese cuerpo de doctrina a Timoteo. Timoteo es la segunda generación de hombres fieles, idóneos para enseñar. Timoteo debía encargar ese cuerpo de doctrina a hombres fieles idóneos para enseñar. Los que recibieron el cuerpo de doctrina de manos de Timoteo, son la tercera generación de hombres fieles, idóneos para enseñar. Estos creyentes tenían como misión encargar el cuerpo de doctrina a otros. Estos otros son la cuarta generación de hombres fieles, idóneos para enseñar.
De esta manera se va transmitiendo de generación a generación el cuerpo de doctrina. Hallar hombres fieles, idóneos para enseñar, no es un asunto sencillo. Este tipo de hombres no se cuentan por millones. Son como las joyas. Son escasos y es necesario buscarlos con diligencia.
En realidad, la meta o el ideal de todo creyente debería ser convertirse en ese tipo de hombre fiel, idóneo para enseñar a otros. Solo de esta manera se podrá garantizar que la doctrina bíblica se transmita de generación en generación. Si cada creyente hiciera suyo el consejo que Pablo da a Timoteo, sería cuestión de poco tiempo para que todo el mundo sea saturado con la palabra de Dios.
Sólo a modo de ejemplo permítame este cálculo. Asumiendo que se tarda un año en enseñar a otro al menos lo básico de la doctrina bíblica. Al final de un año, habrá dos creyentes fieles idóneos para enseñar. Estos dos creyentes harán su trabajo con esmero, y cada uno enseñará a otro en el transcurso de otro año. Al cabo de dos años, habrá cuatro creyentes fieles, idóneos para enseñar. Cada uno de estos cuatro hará su trabajo de enseñar a uno en un año. Al final del tercer año, habrá ocho creyentes idóneos para enseñar a otros. Estos ocho creyentes cumplirán con su tarea con fidelidad y en cuestión de un año más, al final del cuarto año, habrán 16 creyentes fieles idóneos para enseñar a otros. Así por el estilo, en cinco años habrá 32, en seis años, 64, en siete años 128, en ocho años 256, en nueve años 512, en diez años 1024. En veinte años habría 1 millón 48 mil 576. En unos 32 años se habría terminado de enseñar a todos los que habitan el planeta en la actualidad. Esto es impresionante.
Pero la triste realidad en el cristianismo del primer siglo y en el cristianismo de hoy en día es que no todos los creyentes son fieles e idóneos para enseñar a otros y por eso el cristianismo no se ha extendido como debería en los casi dos mil años de existencia. Alguien ha dicho con sobrada razón que el cristianismo siempre ha estado a una generación de su propia extinción.
Supongamos que por alguna razón, nadie de esta generación enseña a al menos uno de la siguiente generación. El resultado sería que al morir el último de la generación actual se habría extinguido el cristianismo. Cuán importante es transmitir el cuerpo de doctrina a los que vienen detrás de nosotros. Pablo tenía a su Timoteo. Timoteo tenía a esos hombres fieles e idóneos para enseñar.
La gran pregunta es: ¿Quién es su Timoteo? ¿A quién está transmitiendo ese legado espiritual que Usted ha recibido de alguien? No olvide jamás que su tarea como creyente es reproducirse en otros creyentes.
Un popular libro escrito por Dawson Trotman tiene un título en Inglés que traducido sería: Nacido para multiplicarse. Dios le salvó no solamente para que Usted vaya al cielo, sino para que Usted también sea el instrumento para llevar a otros al cielo por medio de guiarles a los pies de Cristo para que ellos también encuentren la salvación que Usted ya tiene. No descuide esta responsabilidad importante.
En tiempos de gran oposición, cuando la iglesia estaba en peligro de desaparecer, era imprescindible transmitir a otros el legado espiritual que habían recibido los creyentes. Lo mismo es necesario hacer hoy en día. ¿Lo está haciendo?
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