Es motivo de gran gozo saludarle, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy en el libro de Nehemías. La obra de Dios, hecha a la manera de Dios y en el tiempo de Dios, no sólo contará con la provisión de Dios sino que también producirá gozo en todos aquellos que estén involucrados. Sobre esto nos hablará David Logacho en el estudio bíblico de hoy.
Es triste admitir que según muchos, el ser creyente es sinónimo de andar todo un siempre con la cara larga. La imagen que sin querer proyectamos es que somos aburridos, serios, incapaces de sonreír, más agrios que el sumo de limón. Pero todo lo contrario, quien más motivos tiene en el mundo para vivir siempre gozoso es el creyente. El incrédulo es feliz cuando todo le sale bien, pero cuando algo no sale como esperaba, automáticamente pierde la felicidad. El gozo en cambio no depende de las circunstancias. Es algo difícil de explicar, más fácil es experimentarlo. El problema con muchos creyentes es que piensan que el gozo que experimentan no debe manifestarse en el rostro. Es más, hay creyentes que piensan que reír es pecado. Sostienen que un creyente que ríe es demasiadamente frívolo. Si este concepto fuera correcto, ¿qué haríamos con textos como por ejemplo Proverbios 15:13, donde dice: «El corazón alegre hermosea el rostro»? Un creyente maduro experimenta gozo, ese estado de contentamiento independiente de las circunstancias externas, y lo mostrará en su rostro, con una sonrisa que expresa que hay contentamiento en el interior, aun cuando todo en el exterior esté sombrío como la noche. En el pasaje bíblico que nos corresponde estudiar hoy, veremos una explosión de júbilo que se originó en el gozo interior de los participantes. Le invito a abrir su Biblia en el Libro de Nehemías capítulo 12 versículos 27 a 47. Como antecedente tenemos que el muro de Jerusalén fue terminado y el pueblo experimentó un avivamiento espiritual. Llegó el momento para festejar este acontecimiento sin igual. Nehemías 12:43 dice: «Y sacrificaron aquel día numerosas víctimas, y se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande contentamiento; se alegraron también las mujeres y los niños; y el alborozo de Jerusalén fue oído desde lejos» No hay duda que hubo una demostración externa del gozo interno. La risa y las canciones brotaron a raudal al punto que el alborozo fue oído desde lejos. Veamos pues varios ingredientes que llevaron al pueblo a este estado de jolgorio total. Lo primero que notamos es una preparación adecuada. Recordemos que detrás de todo lo que está sucediendo estaba la batuta de un hábil planificador: Nehemías. Para que haya una manifestación de gozo se necesita de una preparación adecuada. Nehemías 12:27-29 dice: «Para la dedicación del muro de Jerusalén, buscaron a los levitas de todos sus lugares para traerlos a Jerusalén, para hacer la dedicación y la fiesta con alabanzas y con cánticos, con címbalos, salterios y cítaras. Y fueron reunidos los hijos de los cantores, así de la región alrededor de Jerusalén como de las aldeas de los netofatitas; y de la casa de Gilgal, y de los campos de Geba y de Azmavet; porque los cantores se habían edificado aldeas alrededor de Jerusalén» Note que se buscó a las personas ideales para hacer determinado trabajo, los levitas para la alabanza y los cantores para la música. Se los buscó de todos los lugares donde ellos habitaban y se los trajo a Jerusalén para la fiesta de la dedicación del muro. Además de una preparación adecuada se necesita de una purificación acertada. Nehemías 12:30 dice: «Y se purificaron los sacerdotes y los levitas; y purificaron al pueblo, y las puertas y el muro» Gracias a Dios que este texto está aquí. ¿Por qué? Pues para que haya verdadero gozo y la consiguiente manifestación externa de alegría, se necesita haber arreglado las cuentas con Dios. Notemos que se purificaron los sacerdotes, los levitas y el pueblo. Esto significa que ofrecieron sacrificios por sus pecados, de esta manera, la sangre de estos sacrificios cubrió el pecado de estas personas. Inclusive purificaron las puertas y el muro, esto significa que probablemente rociaron con la sangre de un sacrificio tanto el muro como las puertas del mismo. ¿Qué podemos aprender de esto? Al menos dos cosas. Primero, que el pecado impide el gozo verdadero. ¿Conoce creyentes que parece como si hubieran perdido el gozo de vivir? Una probable razón es que hay pecado no confesado en sus vidas. El pecado entristece, produce dolor, aleja al gozo. Segundo. Que el pecado debe ser arreglado con Dios si vamos a experimentar el gozo. En el pasado, el pecado era cubierto con la sangre de un animal. Hoy en día ya se efectuó el sacrificio perfecto, el de nuestro amado Salvador el Señor Jesucristo. Ya no necesitamos ofrecer sacrificios de animales porque ya fue sacrificado a favor nuestro el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y su sacrificio fue hecho una sola vez y para siempre. Lo único que tenemos que hacer cuando hemos pecado, es confesar a Dios ese pecado, confiando plenamente en el sacrificio de Cristo, y apartarnos del pecado. Además de una preparación adecuada y una purificación acertada, es necesaria una presentación atractiva. Nehemías 12:31-43 dice: «Hice luego subir a los príncipes de Judá sobre el muro, y puse dos coros grandes que fueron en procesión; el uno a la derecha sobre el muro, hacia la puerta del muladar. E iba tras de ellos Osaías con la mitad de los príncipes de Judá, y Azarías, Esdras, Mesulam, Judá y Benjamín, Semaías y Jeremías, Y de los hijos de los sacerdotes iban con trompetas Zacarías hijo de Jonatán, hijo de Semaías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, hijo de Zacur, hijo de Asaf; y sus hermanos Semaías, Azarael, Milalai, Gilalai, Maai, Natanael, Judá y Hanani, con los instrumentos musicales de David varón de Dios; y el escriba Esdras delante de ellos. Y a la puerta de la Fuente, en frente de ellos, subieron por las gradas de la ciudad de David, por la subida del muro, desde la casa de David hasta la puerta de las Aguas al Oriente. El segundo coro iba del lado opuesto, y yo en pos de él, con la mitad del pueblo sobre el muro, desde la torre de los Hornos hasta el muro ancho; y desde la puerta de Efraín hasta la puerta Vieja y a la puerta del Pescado, y la torre de Hananeel, y la torre de Hamea hasta la puerta de las Ovejas; y se detuvieron en la puerta de la Cárcel. Llegaron luego los dos coros a la casa de Dios; y yo, y la mitad de los oficiales conmigo, y los sacerdotes Eliacim, Maaseías Miniamín, Micaías, Elioenai, Zacarías y Harnanías con trompetas; y Maasías, Semaías, Eleazar, Uzi, Johanán, Malquías Elam y Ezer. Y los cantores cantaban en alta voz, e Izrahías era el director. Y sacrificaron aquel día numerosas víctimas, y se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande contentamiento; se alegraron también las mujeres y los niños; y el alborozo de Jerusalén fue oído desde lejos» Esta presentación tan bien planificada contribuyó a la explosión de júbilo. Debió haber sido un espectáculo extraordinario mirar a los dos grupos de personas en procesión sobre el muro, para luego unirse en los patios del templo. Las voces de los cantores y el sonido de los instrumentos musicales, produjeron tal ruido que el alborozo se escuchó a lo lejos. El festejo terminó con una propuesta acertada. Nehemías 12:44-47 dice: «En aquel día fueron puestos varones sobre las cámaras de los tesoros, de las ofrendas, de las primicias y de los diezmos, para recoger en ellas, de los ejidos de las ciudades, las porciones legales para los sacerdotes y levitas; porque era grande el gozo de Judá con respecto a los sacerdotes y levitas que servían. Y habían cumplido el servicio de su Dios, y el servicio de la expiación, como también los cantores y los porteros, conforme al estatuto de David y Salomón su hijo. Porque desde el tiempo de David y de Asaf, ya de antiguo, había un director de cantores para los cánticos y alabanzas y acción de gracias a Dios. Y todo Israel en días de Zorobabel y en días de Nehemías daba alimentos a los cantores, y a los porteros, cada cosa en su día; consagraban asimismo sus porciones a los levitas, y los levitas consagraban parte a los hijos de Aarón» El gozo se manifestó en algo práctico y útil para la obra de Dios. Al ver el servicio de los sacerdotes y levitas, el pueblo con gozo contribuyó para cubrir sus necesidades materiales. Como vemos, el pueblo estuvo de fiesta. Había alabanza, música, risa, etc. Todo porque hubo una preparación adecuada, una purificación acertada, una presentación atractiva y una propuesta acertada. Ud. también amable oyente, ha visto como el Señor levanta muros espirituales derribados por el pecado, no estaría mal cambiar el ceño fruncido por una sonrisa que expresa el gozo interno por saber que somos los hijos de Dios.
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