Nuevamente llegamos hasta usted para compartir algo mas del interesante tema que estamos desarrollando “La obra de Jesucristo después de su asención, por medio del Espíritu Santo” en contados instantes David Logacho estará frente a este micrófono para seguir compartiendo con nosotros este estudio.
I. Introducción. La obra de Jesucristo después de su ascenso, por medio del Espíritu Santo.
- 1. Bienvenida
- 2. Jesucristo convocó y comisionó a sus discípulos.
- 3. Abra su Biblia en Hechos 1:6-8.
II. Lo que primero notamos es una pregunta de los discípulos a Jesús. Hechos 1:6 dice: Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?
Un poco más adelante, en el versículo 12 del capítulo 1 de Hechos, se identifica el lugar donde estaban los discípulos del Señor Jesús. Se trata del monte del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. Esto significa a una distancia de unos 850 metros de Jerusalén, la distancia que los rabinos permitían a los judíos caminar en un día de reposo. El Evangelio de Lucas especifica el lugar preciso. Note lo que dice Lucas 24:50 Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo.
Betania era una pequeña aldea en la ladera oriental del monte del Olivar, en el camino de Jerusalén a Jericó. Fue en este lugar donde el Señor Jesús resucitado se reunió con sus discípulos. En la reunión, los discípulos hicieron una pregunta al Señor Jesús: Señor: ¿restaurarás el reino de Israel en este tiempo? Como corresponde, los discípulos hacen uso del título de Señor para dirigirse al Señor Jesucristo. Señor es el equivalente de Jehová en el Nuevo Testamento. Cuando el Nuevo Testamento cita una porción del Antiguo Testamento y en ella aparece el nombre Jehová, el Nuevo Testamento lo traduce como Señor. Es un título de deidad, de soberanía. Él es el dueño absoluto de todo. En cuanto a la pregunta en sí mismo, los discípulos del Señor deben haber estado pensando mucho en el anuncio que les hizo el Señor Jesús en cuanto a la venida del Espíritu Santo y deben haber relacionado esto con varias profecías acerca del futuro reino glorioso de Israel en la tierra, como por ejemplo lo que dice Joel 2:28 cuando habla de que vendrá un día cuando se restaure el reino a Israel, en el cual el Espíritu Santo será derramado sobre toda carne. Ante esto, era muy legítimo lo que estaban preguntando: ¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo? No se debe olvidar que en esos instantes, Israel estaba bajo el dominio del imperio romano. Era un anhelo muy profundo para todo judío ver que esa dominación llegue al final. Si en la pregunta que hicieron los discípulos se manifiesta algo de codicia por adquirir poder o notoriedad lo antes posible, no se puede saber con certeza. Al menos antes tuvieron esta actitud cuando entre ellos se disgustaron por saber quien ocuparía los lugares de honor en el reino de Israel. En segundo lugar notamos la respuesta de Jesús a sus discípulos.
III. Hechos 1:7-8 dice: Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Note que en la respuesta del Señor Jesús, no existe nada de reproche, lo cual significa que los discípulos estaban en lo correcto al esperar una restauración de un reino físico para Israel. Sin embargo, cuándo sucederá esto es algo que solamente el Padre sabe. Cuando el Señor Jesús habló de “los tiempos o las sazones” se estaba refiriendo al momento cuando sucedan los eventos profetizados en la Biblia, que caracterizan el reino físico de Israel en este mundo. Estos eventos tienen su punto de partida con la segunda venida del Señor Jesucristo para establecer su reino milenial en la tierra, como su Rey y Señor. Esta respuesta del Señor Jesús debe haber dejado perplejos a sus discípulos. ¿Qué pasará hasta entonces? Pues los discípulos, y también nosotros los creyentes, tenemos algo importante para hacer, hasta que llegue lo que el Señor Jesús llamó los tiempos y las sazones. Es así como el Señor Jesús comisiona a sus discípulos a una obra en extremo vital. La obra de anunciar el evangelio en todo el mundo. Esta obra no se la puede hacer en el poder de la carne o por el puro esfuerzo humano. Se necesita de poder divino. Esto explica lo que dijo el Señor Jesús cuando afirmó: Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo. Jamás debemos pasar esto por alto. La obra de Dios, cualquiera ésta sea, debe hacerse en el poder del Espíritu Santo. La obra de Dios hecha en el poder humano jamás logrará cumplir con los propósitos de Dios. La obra de Dios sin el poder del Espíritu Santo es como un cuerpo sin vida, le falta el aliento de vida que otorga la presencia y el poder del Espíritu Santo. El Señor Jesús estaba hablando en tiempo futuro acerca de la venida del Espíritu Santo, porque hasta ese momento no había venido todavía. El Espíritu Santo vino por primera vez pocos días después en el día de Pentecostés. Con ese poder, los discípulos podrán ser testigos. La palabra “testigos” es la traducción de la palabra griega “mártures” palabra relacionada con nuestra palabra “mártires” Esto denota que ser un fiel testigo de Jesucristo implica poner en riesgo la vida misma por la causa de Cristo. Esto fue muy notorio en los inicios del cristianismo, cuando ser testigo de Cristo era equivalente a colgarse una sentencia de muerte al cuello. Un testigo es simplemente alguien que dice lo que percibió con sus sentidos, algo que vio, algo que oyó, algo que tocó, algo que olió, algo que habló. Esto es lo que demanda el Señor de cada uno. Al testificar de Cristo, debemos simplemente comunicar lo que Cristo ha hecho en nuestra vida. Cómo era nuestra vida antes de recibir a Cristo como Salvador, cómo es nuestra vida ahora que hemos recibido a Cristo como Salvador, qué cambios hemos experimentado, y el fundamento bíblico de lo que creemos. Esto es lo que hacen los testigos. Además note como esa obra de testificar a favor de Cristo debía ser ordenada. Primero en Jerusalén esto habla del lugar donde los discípulos estaban ese momento, pero no se debía descuidar toda Judea, esto habla de la provincia romana donde estaba Jerusalén. También se debía dar atención a Samaria, el territorio que los judíos consideraban no digno de ser visitado por ellos. El evangelio no hace distinciones de ningún tipo. Finalmente, se debía proyectar hasta lo último de la tierra. Esto crea un hermoso patrón para las iglesias locales en cualquier época del cristianismo. Su Jerusalén es el vecindario donde está ubicada la iglesia local. Su Judea es la ciudad donde está ese vecindario, su Samaria es el país donde está esa ciudad, y su campo de acción abarca hasta lo último de la tierra. Otros países del mundo. Sólo así, la iglesia tendrá un espíritu misionero. Las iglesias que no tienen este espíritu misionero están condenadas a desaparecer.
IV. CONCLUSIÓN. Usted tiene el Espíritu Santo. ¿Está cumpliendo con la comisión dada por el Señor Jesucristo? Si no lo está haciendo, está fuera del propósito de Dios para tenerlo en este mundo.
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