Reciba un cálido y cordial saludo amable oyente. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio de Lucas. La oración es algo que los creyentes necesitamos aprender. El mejor maestro para enseñarnos es el Señor Jesucristo. Esto será el tema del estudio bíblico de hoy.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 11:1-4. El tema central de este pasaje bíblico es la oración. Lo primero que vamos a notar es el pedido de los discípulos al Señor en cuanto a la oración. Lucas 11:1 dice: Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
El tiempo para que el Señor Jesús sea crucificado, se estaba acercando rápidamente. El Señor Jesús y sus discípulos estaban camino a Jerusalén. A pesar de lo mucho que tenía para hacer, fiel a su costumbre, el Señor Jesús buscaba tiempo a solas para orar a su Padre celestial. Si uno examina la vida del Señor Jesús, mientras estaba en este mundo, encontrará que la oración era parte integral de su ministerio. Acompañado de sus discípulos el Señor Jesús estaba orando. Su oración debe haber sido tan impactante, tan llena de poder, que cuando terminó de orar, uno de los discípulos se acercó al Señor Jesús y le dijo: Enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Interesante que la oración es algo que todos necesitamos aprender. Muchas de nuestras oraciones no tienen el poder que deberían tener, porque oramos mal. Santiago 4:3 dice: Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
Si vamos a aprender a orar, necesitamos de un buen maestro. No existe mejor maestro de oración que nuestro Señor Jesús, porque él es 100% Dios, y por tanto nadie conoce a Dios como él; y al mismo tiempo, es 100% hombre, y por tanto nadie conoce al hombre como él. Hasta donde se sabe, los rabinos enseñaban a sus discípulos a orar, Juan el Bautista también enseñó a sus discípulos a orar, es natural que el Señor Jesús también nos enseñe a orar. Es en respuesta a este pedido que el Señor Jesús pronuncia lo que se conoce como el Padrenuestro. Se encuentra en Lucas 11:2-4. La Biblia dice: Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Luk 11:3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Luk 11:4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Antes de hacer un breve análisis de este modelo de oración enseñado por el Señor Jesús, es necesario indicar que esta oración no es la oración que haría el Señor Jesús, porque él jamás podría decir a su Padre: Perdónanos nuestros pecados, porque el Señor Jesús jamás pecó, es más, el Señor Jesús no podía pecar, porque es Dios. El Padrenuestro es el modelo de oración para sus discípulos. Además es necesario indicar que esta oración no tiene el propósito de que se la aprenda de memoria para recitarla sin pensar a Dios cada vez que oramos, al estilo de los rezos tan populares en algunas religiones. El mismo Señor Jesús enseñó a sus discípulos a no pronunciar vanas repeticiones cuando oramos. Mateo 6:7 dice: Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
El Padrenuestro es un modelo de oración para mostrarnos los elementos que deben incluirse en la oración. Con esto en mente, note que la oración se dirige al Padre. Para completar la idea, al mirar otros pasajes bíblicos sobre la oración, se nota que la oración se dirige al Padre, en el nombre del Hijo y en el poder del Espíritu Santo. No está por demás señalar que nadie puede llamar Padre a Dios, a no ser que sea hijo de Dios, por medio de haber recibido a Cristo como personal Salvador. Por otro lado, al orar, debemos reconocer que somos parte de un cuerpo, de una familia, la familia de Dios. Al orar no decimos “Padre mío” sino Padre nuestro. Cuando oramos también reconocemos la soberanía del Padre. Él es Dios que está en los cielos. Él es soberano en el primer cielo, en la atmósfera que rodea la tierra. Él es soberano en el segundo cielo, en el universo o el firmamento, donde Él puso las estrellas. Él es soberano en el tercer cielo, donde es su eterna morada. La oración prosigue con adoración a nuestro maravilloso Padre celestial. Santificado sea tu nombre. Santificar significa poner algo aparte. El Padre es tan sublime que está aparte de todo lo que humanamente podemos pensar o imaginar. El nombre de Dios encierra todo lo que es Dios. Su nombre es glorioso. Jamás debemos pasar a los pedidos de oración, sin antes ofrecer nuestros sacrificios de labios que confiesen el sublime nombre de nuestro Dios. Después de la adoración, tenemos los pedidos de oración. Son seis pedidos de oración, divididos en dos grupos. El primer y más importante grupo está formado por dos pedidos. Estos dos pedidos tienen que ver con los asuntos que interesan a Dios, o con el programa de Dios para la humanidad. El primero de estos dos pedidos es: Venga tu reino. El reino de Dios es la esfera o el ámbito en el cual se reconoce la autoridad de Dios y se somete a esa autoridad. Al decir a Dios en oración: Venga tu reino, estamos afirmando el deseo de nuestro corazón para que el reino de Dios se establezca en este mundo. Si queremos ser sinceros en este pedido, primeramente tenemos que permitir que Dios reine en nuestra vida, reconociendo su autoridad sobre nosotros y sometiéndonos a ella. El segundo de los pedidos que tienen que ver con Dios es: Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Este pedido expresa el deseo profundo de que la voluntad de Dios se haga en la tierra. A raíz de la entrada del pecado en el mundo, Satanás usurpó el gobierno de este mundo, por eso el mundo está bajo el maligno y hace la voluntad del maligno. Al orar al Padre y decir: Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra, estamos diciendo: Anhelamos el día cuando en esta tierra se haga solamente tu voluntad, de la misma manera como ya se hace tu voluntad en el cielo. Esto va en contra de la idea prevaleciente en muchos círculos evangélicos, según la cual, el hombre es un pequeño Dios, y por tanto tiene derecho para imponer su voluntad en la tierra. Por eso declaran, decretan, ordenan, imponen y todo lo demás. Qué absurdo, si el mismo Señor Jesús, poco antes de ir a la cruz decía a su Padre en oración. Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Después de estos dos motivos de oración que forman el primer grupo, vienen cuatro motivos más de oración, los cuales forman el segundo grupo. Son los asuntos que tienen que ver con nosotros. El primero es: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Este pedido tiene que ver con nuestro sustento, tanto espiritual, como material. Cada día debemos acercarnos a nuestro Padre celestial en oración para pedir el sustento, o el pan nuestro, para ese día. Tenemos que aprender a vivir un día a la vez. El hijo de Dios manifiesta su total dependencia de su Padre celestial, al pedir diariamente su pan para ese día, no para la semana, ni para el mes, ni para el año, ni para el resto de la vida. El segundo motivo de oración de este grupo de pedidos que tienen que ver con nosotros, contempla la necesidad de ser perdonados de nuestros pecados. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Al igual que el pedido anterior, este pedido también tiene que ser hecho diariamente. A pesar de ser hijos de Dios, no estamos libres del pecado. El pecado en el creyente estorba su comunión con Dios y por tanto necesita ser arreglado. La forma de arreglarlo es reconociéndolo, confesándolo y apartándose del pecado, según lo que dice Proverbios 28:13. En respuesta, Dios nos perdona y nos limpia de toda maldad. Interesante que si somos sinceros al hacer este pedido, debemos primeramente perdonar a los que nos han ofendido. Si nos resistimos a perdonar a los que nos ofenden, no podemos tener la conciencia limpia para pedir a Dios que perdone nuestros pecados. El tercer motivo de oración de este grupo de pedidos que tienen que ver con nosotros se enfoca sobre las tentaciones. Y no nos metas en tentación. Al igual que los dos pedidos anteriores, este pedido también debe ser hecho diariamente. La idea del pedido es que cuando seamos tentados, bien sea por nuestra propia naturaleza pecaminosa, o por el mundo, o por el diablo, no cedamos a la tentación, dependiendo del poder de Dios mediante su Espíritu. Expresa un deseo profundo de vivir en santidad. Finalmente, el cuarto motivo de oración de este grupo de pedidos que tienen que ver con nosotros apunta a vivir haciendo una diferencia en el mundo. Mas líbranos del mal. El mal puede referirse a la corriente de maldad que impera en este mundo controlado por Satanás, o al mismo maligno, o Satanás. La idea del pedido es entonces: Señor, en este día, quiero depender de tu poder para no ser motivo de que el mundo reproche tu nombre porque no estoy viviendo conforme a tus preceptos. Los creyentes estamos en el mundo, pero no somos del mundo. La versión de Lucas termina en este punto, pero en la versión de Mateo, incluye una hermosa frase de alabanza: Porque tuyo es reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Oramos al Padre porque sabemos que el Padre tiene todos los recursos a su disposición para contestar positivamente a nuestras oraciones. Que por la gracia de Dios apliquemos este modelo a nuestra vida de oración.
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