Es un gozo saludarle amiga, amigo oyente y darle una cordial bienvenida al estudio bíblico de hoy. Se dice que la persona sabia habla por la experiencia, pero la persona más sabia, por la experiencia no habla. La importancia de guardar silencio, amigo oyente. Cuán difícil se nos hace a veces cerrar la boca para no decir lo que a nuestra carne le encantaría que digamos. ¿Pero sabía Usted que aún en el cielo se guardará silencio en un día todavía futuro? Efectivamente amigo oyente. De eso nos hablará inmediatamente David Logacho en el estudio bíblico de hoy en el libro de Apocalipsis.
Un día un amigo mío vino con cara de serio y me dijo: Acabo de descubrir algo en la Biblia ¿Sabías que en cielo no habrá mujeres? Cómo así, le respondí indignado, mientras mentalmente ponía en orden mis ideas para demostrar lo contrario. Riéndose por mi reacción, mi amigo dijo: Claro, porque Apocalipsis 8:1 dice que en el cielo se hará silencio por media hora, y es bien difícil que donde haya mujeres juntas estén en silencio por más de cinco minutos. Me acordé de esta anécdota mientras estudiaba el pasaje bíblico que tenemos para hoy. Se encuentra en Apocalipsis 8:1-5. En primer lugar encontramos la apertura del séptimo sello. Apocalipsis 8:1 dice: “Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.” Juan está contemplando a Jesucristo, el Cordero, mientras iba abriendo los sellos del libro sellado con siete sellos que recibió de Dios, quien se sentaba el trono. Este libro sellado con siete sellos es el título de propiedad de la creación. Por medio de su sacrificio en la cruz, el Cordero ganó el derecho de recuperar el dominio de la creación, el cual se perdió cuando el hombre cayó en pecado en el huerto de Edén. Los seis sellos que ya fueron abiertos representaron varios juicios de Dios sobre la tierra. Como la aparición del Anticristo, la guerra, el hambre, la muerte, el martirio de creyentes y disturbios físicos tanto en el firmamento como en la superficie de la tierra. Cuando Jesucristo abre el séptimo sello, se produce un profundo silencio en el cielo como por media hora. Es como si el cielo mismo enmudeciera de espanto ante lo que está por venir sobre la tierra. Es el silencio que precede al terrible juicio de Dios sobre la tierra. Después del silencio, Juan contempla a siete ángeles con siete trompetas. Apocalipsis 8:2 dice: “Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.” Los ángeles juegan un papel importante en el desarrollo de los eventos en la tribulación. Tienen el poder y la voluntad para obedecer con fidelidad todo lo que el Señor demande de ellos. Aquí tenemos a siete ángeles en pie ante Dios. Esto significa que están listos y dispuestos a obedecer sus órdenes. Juan entonces observa que a cada uno de esos siete ángeles se les da una trompeta. Las trompetas tenían suma importancia en la vida de la nación de Israel. Se usaban para convocar la congregación, y para hacer mover los campamentos. Se usaban como orden de batalla en una guerra y se usaban para solemnizar los días festivos del pueblo de Israel. La trompeta hizo oír su voz cuando Moisés recibió la ley en el monte Sinaí. Hizo oír su voz cuando Salomón fue ungido y entronado como rey. Hizo oír su voz cuando la ciudad de Jericó cayó en manos de Israel. Si ponemos junto todo esto, bien podríamos decir que el sonido de las siete trompetas que los siete ángeles se disponen a tocar, tiene que ver con una declaración de guerra, así como también con el hecho que el Rey de reyes está por ser coronado y entronado y que ha llegado el momento para juzgar a sus enemigos. Así como en el pasado, el sonido de trompetas significó la destrucción de Jericó, el sonido de las trompetas de los siete ángeles significará en lo futuro la destrucción del sistema mundial incrédulo y opuesto a nuestro glorioso Cristo. Joel 2:1 dice a este respecto: “Tocad trompeta en Sión, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano.” Tenemos entonces que se ha desatado el séptimo sello del libro, se ha hecho silencio en el cielo como por media hora, los siete ángeles están esperando la orden para hacer sonar sus trompetas. Pero antes de ello, es necesario algo sumamente importante. Para entenderlo hace falta recordar parte del ritual que llevaban a cabo los sacerdotes en el tabernáculo y posteriormente en el templo. Cada día, sin faltar ni uno solo, tanto a la mañana como a la tarde, los sacerdotes ponían incienso en el altar de oro que estaba ubicado en el lugar santo, frente al velo que dividía el lugar santo del lugar santísimo, utilizando un incensario de oro. En un día específico del año, llamado el día de Expiación, o el Yom Kippur, el Sumo Sacerdote atravesaba el velo y entraba al lugar santísimo, llevando un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático molido. Luego ponía el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume saturaba con su fragancia todo el lugar santísimo donde se manifestaba Jehová a su pueblo. Esto era un hermoso símbolo del sumo sacerdote ofreciendo a Dios las oraciones de su pueblo. Con esto en mente leamos Apocalipsis 8:3-4 donde dice: “Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.” ¿Cómo encaja este episodio en el recuento de los eventos que están por acontecer tan pronto los ángeles hagan sonar las trompetas? Para ello, es necesario regresar un poquito a Apocalipsis 6:10 cuando los mártires de la tribulación oraban a Dios diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? Es la oración no-solo de los mártires sino de todos los creyentes en la tribulación. ¿Quién es el que ofrecía estas oraciones a Jehová, bajo el simbolismo del fragante olor que despedía el incienso del incensario al quemarse en las brasas del altar de incienso? Eran los sacerdotes en general y el sumo sacerdote en particular. Pues eso justamente es lo que tenemos en el pasaje bíblico de Apocalipsis. El ángel de quien se habla no puede ser otro que el gran sumo sacerdote, el Señor Jesucristo, en su oficio de ofrecer las oraciones de los santos. Uno de los nombres de Jesucristo es justamente el Ángel de Jehová. El texto lo dice con claridad. “Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos” En este caso, las oraciones de los santos tenían que ver con que Dios ejecute venganza en contra de la humanidad impía que durante la tribulación utilizará toda su fuerza para perseguir y asesinar a los creyentes. Esta oración es llevada al trono de Dios por intermedio de su Hijo, el Cordero, Jesucristo. Dios lo recibe como un olor fragante, simbolizado por el fragante humo del incienso. ¿Qué es lo que hará Dios ante esto? No puede ser otra cosa sino contestar esas oraciones. Toda oración que se haga en la voluntad de Dios y en el nombre de su Hijo, tiene que ser contestada afirmativamente por Dios. Eso es lo que tenemos en Apocalipsis 8:5 donde dice: “Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó de fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto” Aquí tenemos al ángel haciendo algo inusual. Está tomando el incensario, lo está llenando de fuego del altar de oro o del altar de incienso, y en lugar de quemar en ese fuego el incienso cuyo perfume sature el trono de Dios, está arrojando el fuego a la tierra. Es una manera simbólica de indicar que ha llegado el momento de atender las oraciones de los santos en el sentido de derramar juicio o fuego de Dios sobre la tierra. Tan pronto el ángel volcó el fuego del incensario sobre el planeta tierra, la tierra toda se sacudió en convulsión frenética. La atmósfera manifestó su terror ante lo que estaba por suceder. Dejó oír truenos y voces y los relámpagos serpenteaban como en la peor de las tormentas. La tierra se conmovió también con violencia. El terremoto fue una especie de quejido de dolor que emanaba de la tierra. Qué interesante, las oraciones que elevaron a Dios los santos de la tribulación, están regresando a la tierra como truenos, voces y un terremoto. La oración tiene poder, mi querido amigo. La violencia en la atmósfera y en la superficie del planeta solo son el anticipo de lo que viene tan pronto los ángeles hagan sonar sus trompetas. Finalmente encontramos a los siete ángeles llevando las trompetas a la boca para hacer oír su sonido. Apocalipsis 8:6 dice: “Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.” Todo estaba preparado para que se vaya descorriendo el telón y tengan lugar los juicios que vienen después del sonido de cada trompeta. Pero esto será motivo de nuestro próximo estudio bíblico. Espero que nos honre con su compañía, amable oyente.
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