Saludos amable oyente. Soy David Araya dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. El tema de estudio es el Evangelio según Mateo, en la serie que lleva por título: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. Uno de los pecados que más se manifiesta en la humanidad es la preocupación. Sobre esto trata el estudio bíblico de hoy con David Logacho.
Una madre estaba pasando por una crisis en todo sentido. Cuando le visitó el pastor de la iglesia la encontró muy deprimida. Su pequeño hijo estaba inquieto y lloroso, su marido se había ido a buscar trabajo a pesar de no encontrarse bien de salud. Su hija estaba hospitalizada. Entre sollozos, esta atribulada madre dijo: Todo está mal, pastor. Parece que el Señor me ha abandonado. Mirando al pequeño hijo, el pastor dijo a la madre. Parece que el problema del bebé es que le están saliendo los dientes. Por esto está molesto y llorando. Qué tal si hacemos algo para acabar con ese problema. Yo voy a abrir la ventana y usted arroja al niño a la calle. La madre se quedó con la boca abierta. ¿Qué? ¿Acaso se ha vuelto loco, pastor? Yo no haría eso por nada del mundo. ¿No lo haría? Replicó en todo de pregunta el pastor. Usted sabe que no lo haría, dijo la madre enjugándose las lágrimas de los ojos. Entonces continuó el pastor ¿ Usted cree que ama más a uno de sus hijos que lo que Dios ama a uno de los suyos? Por supuesto que no, respondió la madre. Entonces ¿por qué piensa que Dios le ha abandonado? Al ver el asunto con claridad, la madre dibujó una sonrisa en el rostro y se sintió animada. Así es amable oyente, muchas veces la ansiedad, la preocupación, el afán por cosas de la vida obscurecen verdades tan importantes como el cuidado que Dios tiene por nosotros. Jesús estaba consciente de este problema y en el Sermón del Monte nos deja una maravillosa enseñanza al respecto. Jesús deja un mandato, hace algunas ilustraciones y presenta una aplicación. Veamos en qué consiste el mandato. Voy a leer el pasaje bíblico en Mateo 6:25. La Biblia dice: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Jesús había enseñado en cuanto a la imposibilidad de servir a dos amos a la vez, a Dios y a las riquezas. Partiendo de esto, Jesús pasa a confrontar el grave problema de la ansiedad, o la preocupación o el afán. Lo hace por medio de establecer un mandato. No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber, ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. El verbo afanarse es la traducción de un verbo griego que literalmente significa ser atraído en diferentes direcciones. El afán es sinónimo de ansiedad o preocupación. Cuando estamos en ansiedad o preocupados nuestra mente se ocupa en cantidad de pensamientos, uno más descabellado que otro, que lo único que logran es desequilibrarnos espiritualmente, emocionalmente y físicamente. Jesús específicamente está cuestionando el afán o la ansiedad en dos áreas concretas. En lo que tiene que ver con la vida y en lo que tiene que ver con el cuerpo. El afán en lo relacionado con la vida se enfoca sobre la comida y la bebida. El afán en lo relacionado con el cuerpo se enfoca en el vestido. Comida y bebida son elementos indispensables para sostener la vida y por eso justamente pueden llegar a ser fuente de gran ansiedad para muchas personas, especialmente cuando no existen recursos presentes que garanticen la provisión para el futuro. Por otro lado, el vestido es indispensable para el bienestar del cuerpo y por esa razón también es fuente de gran ansiedad para mucha gente. Luego de ordenar que no debemos vivir en ansiedad por cualquiera de las cosas señaladas, Jesús llama a la reflexión haciendo una pregunta retórica: ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? La respuesta obvia es: Por supuesto. Parece que Jesús está diciendo: Dios les dio vida y les dio un cuerpo. Si así Él lo hizo, ¿Piensan que Dios descuidará de proveer lo que es básico para la vida como la comida y la bebida, y lo que es básico para el cuerpo como el alimento? Por supuesto que no. Entonces no hay razón para afanarse o preocuparse por la comida y la bebida y por el vestido. Eso es algo de lo cual Dios se ocupa. Para mostrar que es así, Jesús presenta tres hermosas ilustraciones. La primera es acerca de las aves. Muestra lo absurdo de preocuparse por la comida y la bebida. Note lo que tenemos en Mateo 6:26. La Biblia dice: Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
Las aves de los cielos no labran la tierra para sembrar. Tampoco se dan el trabajo de cosechar y guardar la cosecha en graneros. ¿Por qué? Pues porque el Padre celestial que les dio la vida se ocupa de alimentarlas. Si Dios trata así a las aves, ¿Acaso dará un trato inferior a las personas quienes valemos mucho más que las aves? Por supuesto que no. Entonces no tiene sentido vivir en ansiedad por la comida y la bebida para sustentar la vida. De eso se ocupa Dios. La segunda ilustración es acerca de la estatura. Note lo que tenemos en Mateo 6:27. La Biblia dice: ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
Esta ilustración muestra lo absurdo e inútil de vivir en ansiedad. Admiro la franqueza y objetividad de Jesús. Si ese fuera su caso, Usted podría preocuparse todo lo que quiera por su corta estatura, pero por más que se preocupe no lograría crecer ni una fracción de milímetro, peor un codo, es decir unos 46 centímetros. Es absolutamente inútil vivir en ansiedad o en preocupación. No se puede sacar nada de bueno, pero sí, mucho de malo como problemas espirituales, problemas emocionales y hasta problemas físicos. La tercera ilustración muestra lo absurdo de preocuparse por el vestido para el cuerpo. Note lo que tenemos en Mateo 6:28-30. La Biblia dice: Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
No hay razón válida para preocuparse por el vestido. Tal vez diría Jesús, miren estos hermosos y radiantes lirios en el campo, como crecen de preciosos. Pero su apariencia no se debe a que ellos hacen algo para lucir así. Los lirios del campo no trabajan ni hilan. Sin embargo, ni siquiera Salomón, con todo lo que él tenía a su disposición, podía lucir tan hermoso como los lirios del campo. Pero en esencia, los lirios del campo no son sino hierba del campo, algo tan pasajero que hoy está y tal vez mañana se lo corta y se lo quema en el horno. Ahora viene la aplicación de la ilustración. Si a algo tan insignificante como los lirios del campo, Dios los viste así, ¿Existe razón para que Dios deje desnudo el cuerpo de una persona que vale mucho más que un lirio del campo? Por supuesto que no. No tiene sentido entonces preocuparnos por el vestido para el cuerpo. Dios se va a ocupar de eso. Jesús muestra en esta ilustración que toda ansiedad, todo afán, toda preocupación se origina en la falta de fe. Son los hombres, y también las mujeres, de poca fe quienes se entregan a la ansiedad. Cuanto nos hace falta crecer en fe, amable oyente, para librarnos de vivir en ansiedad. Jesús concluye esta sección haciendo una aplicación. En Mateo 6:31-33 leo lo siguiente: No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Jesús dice: No se preocupen por la comida o la bebida o el vestido. Son los gentiles o los incrédulos quienes se preocupan por estas cosas porque ellos carecen del conocimiento que ustedes tienen en cuando a un Padre celestial que se ha comprometido a satisfacer las necesidades básicas para el bienestar de la vida y el cuerpo tales como la comida, la bebida y el vestido. En lugar de preocuparse por estas cosas, más bien den prioridad a buscar el reino de Dios y su justicia, y comprobarán que el Padre celestial se ocupará de proveerles lo necesario para comer, para beber y para vestir. Cuanta falta nos hace aplicar este principio a la vida amable oyente. Si todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, se concentra en edificar el reino de Dios, es decir en impulsar su obra en este mundo, veremos a un Dios proveedor satisfaciendo nuestras necesidades básicas, como comida, bebida y vestido, sin que tengamos que preocuparnos por ello. Entre paréntesis, este pasaje bíblico de ninguna manera está alentando la ociosidad. Jesús no está diciendo: No haga nada porque Dios le va a dar todo lo que necesita. La Biblia enseña que el que no trabaja tampoco coma. Lo que Jesús está enseñando es que cuando tenemos en orden las prioridades, poniendo el buscar el reino de Dios y su justicia como lo primero en nuestras vidas, entonces Dios se va a ocupar de proveernos comida, bebida y vestido sin que tengamos que preocuparnos o estar en ansiedad por esas cosas. En conclusión, Jesús dijo: Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. Consejo excelente amigo oyente. Tenemos que vivir un día a la vez. Cada día tiene su propia dosis de obstáculos, inconvenientes, y desafíos. No tiene sentido preocuparme hoy, por algo que tal vez no llegue a darse mañana. Cuando Peter Marshal era capellán del Senado de los Estados Unidos, un día dejó boquiabiertos a los miembros con su oración de apertura de la sesión. Oró así: Dios, ayúdanos a hacer lo mejor que podamos en este día, y a estar contentos a pesar de las tribulaciones del día, sin que pidamos prestadas las tribulaciones de mañana. No nos dejes caer en el pecado de la preocupación, porque entonces las úlceras de estómago llegarán a ser el sello de nuestra falta de fe. Amén.
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