Damos gracias a Dios por el privilegio que nos brinda al contar con su sintonía, amiga, amigo oyente. Sea bienvenida, bienvenido a este último programa de la serie que lleva por título: Malaquías, un llamado a vivir piadosamente en medio de un mundo de impiedad. En instantes más nos acompañará David Logacho para hablarnos acerca de la pronta venida de Jesucristo.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en el libro de Malaquías. Hoy nos toca estudiar la última sección de este hermoso libro. Coincidencialmente, se trata de todo un capítulo, bastante corto, apenas seis versículos.
Este capítulo es muy importante en la Biblia, cronológicamente hablando, es el último capítulo del Antiguo Testamento, y allí encontramos información que demuestra que son ilegítimos una cantidad de escritos supuestamente inspirados que aparecieron en el período intertestamentario, es decir durante el período de tiempo entre que se escribió Malaquías en el Antiguo Testamento y Mateo en el Nuevo Testamento.
Para entender esta porción bíblica en Malaquías es necesario partir del pasaje bíblico que fue materia de nuestro estudio bíblico anterior. Allí encontramos un fuerte reclamo de Dios por cuanto los judíos de la época de Malaquías estaban hablando de que no vale la pena servir o adorar a Dios.
Los judíos del tiempo de Malaquías llegaron a esta conclusión porque vieron la prosperidad de los impíos y decían el uno al otro: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon.
Dios habló de que los que se arrepentían de esta forma de hablar mal de Dios tendrían la capacidad de discernir la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.
La preocupación por la prosperidad de los impíos se desvanece cuando se mira esa prosperidad a la luz de lo eterno.
Es en este punto donde entra el capítulo cuatro de Malaquías. Dios no sólo se ofende por las malas obras de los impíos, sino que está esperando el momento para darles su castigo merecido. Malaquías 4:1 dice: “Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.”
Este día es todavía futuro. Será un día cuando el calor de la ira de Dios elevará de tal manera la temperatura en este mundo, que se convertirá como un horno ardiente, en el cual se encenderán como estopa todos los soberbios y todos los que hacen maldad. La destrucción de los impíos será de tal magnitud que no quedará nada de ellos. A esto se refiere aquella frase que no les dejará ni raíz ni rama. Esto no significa que los impíos se extinguirán, lo que significa es que recibirán castigo eterno en fuego.
En cambio, el destino de los justos es totalmente lo opuesto. Malaquías 4:2-3 dice: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
El mismo día que para los impíos signifique su ruina total en fuego, para los piadosos, o para los que tienen temor de Dios será un día de salvación, un día de gozo y un día de victoria.
Pero algo muy notable en este par de versículos es que dice que aquel día nacerá el Sol de justicia y en sus alas traerá salvación. Esta es una referencia a Cristo Jesús. Él es el sol de justicia. Hablando de él, Jeremías 23:5-6 dice: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová justicia nuestra.”
En los instantes previos a la venida de Jesucristo, el mundo estará en las más densas tinieblas, pero esas tinieblas comenzarán a disiparse cuando el Sol de Justicia, Jesucristo, comience a arrojar sus rayos de luz y abrigo. Esos rayos de luz traerán salvación. Jesucristo es la única manera de obtener salvación. Aparte de él no puede haber salvación. Esos rayos de luz traerán gozo. Dice el texto que los piadosos saldrán y saltarán de felicidad como becerros de la manada. Esos rayos de luz traerán victoria. Los impíos serán como ceniza bajo la planta de los pies de los piadosos.
¡Qué hermoso! Es lo que espera a todos los que temen el nombre de Dios, o a todos los que han recibido a Cristo como su Salvador. Mientras llegue este día, la responsabilidad del pueblo de Israel era acordarse de la ley de Moisés. Malaquías 4:4 dice: “Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel”
De todo esto podemos sacar enseñanza muy provechosa para nuestras vidas. La vida cristiana no es fácil. Es una lucha constante contra un enemigo muy poderoso, el mundo, la carne y el diablo. En esta lucha se pueden presentar derrotas y ciertamente victorias. La vida cristiana también no está libre de pruebas, a veces muy difíciles. Dios jamás ha prometido a los suyos que van a estar libres de las pruebas. Las pruebas son necesarias en la vida cristiana.
Pero todo esto vale la pena. Jamás piense que no vale la pena ser un hijo de Dios. Cierto que los impíos parece que siempre se salen con las suyas, pero a la larga, Dios hará justicia. Llegará el día cuando Dios dé el pago debido a los impíos. De modo que no se desespere porque la gente impía lleva la delantera. El éxito es aparente y sobre todo temporal. Lo que les espera es encontrarse cara a cara con aquel a quien han ofendido con sus palabras y con sus hechos. Para ellos no habrá misericordia. Les espera castigo eterno.
Regresando al libro de Malaquías, encontramos que el día que Jehová derrame su ira sobre los impíos será precedido por el ministerio profético de Elías. Malaquías 4:5-6 dice: “He aquí, yo os envío al profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.”
Estos son los dos últimos versículos del libro de Malaquías y los dos últimos versículos del Antiguo Testamento. El día de Jehová, grande y terrible es una referencia al tiempo cuando Dios derramará su ira sobre los impíos tal cual como ha sido profetizado no sólo por Malaquías sino por varios otros profetas.
Pero antes que llegue este tiempo vendrá el profeta Elías, quien será enviado por Jehová con un propósito claramente establecido. La venida del profeta Elías antes del día de Jehová grande y terrible ha sido fuente de mucha conjetura. Son varias las cosas que se deben tomar en cuenta para una correcta interpretación.
Por un lado, lo que Dios dijo por medio de Malaquías, en el sentido que enviará al profeta Elías antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.
Por otro lado, es necesario tomar en cuenta el ministerio de Juan el Bautista quien preparó el camino de Jesucristo en su primera venida. El mensaje de Juan el Bautista tenía mucho que ver con lo que profetizó Malaquías, porque decía: Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado. Pero cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? Juan el Bautista confesó: Yo no soy el Cristo. Los judíos siguieron preguntando: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Juan el Bautista respondió: No soy. Si el Nuevo Testamento dijera solamente esto de Elías y Juan el Bautista, sería suficiente evidencia para determinar que Juan el Bautista no era Elías, pero el problema surge por al menos un par de ocasiones donde el mismo Jesucristo declara que Juan el Bautista era Elías que había de venir.
Según Mateo, hablando de Juan el Bautista, Jesús dijo: “Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.”
En otra ocasión, los discípulos de Jesús hicieron una pregunta muy directa a Jesús: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? La respuesta de Jesús aparece en Mateo 17:11-13 donde dice: “Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.”
Allí lo tiene. ¿Cómo reconciliar esto? Parece que lo mejor es mirar a la profecía de Malaquías como una referencia al ministerio de Juan el Bautista mas no a un retorno literal del profeta Elías. No sólo el ángel anunció que Juan el Bautista irá delante de Jesús con el espíritu y el poder de Elías, según Lucas 1:17, sino que el mismo Juan el Bautista dijo que no era Elías, según Juan 1:21. De modo que Juan el Bautista fue un tipo de Elías, no el mismo Elías.
A esto debe haberse referido Jesús cuando dijo que Juan el Bautista era Elías. Si los judíos hubieran recibido a Jesús como su Mesías, entonces Juan el Bautista hubiera sido el Elías de quien habló Malaquías, pero como los judíos rechazaron a Jesús como su Mesías, entonces está todavía por venir un profeta tipo Elías en el futuro, antes de la segunda venida de Cristo.
Regresando a Malaquías, el propósito de la venida de Elías antes que venga el día de Jehová, grande y terrible, es hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que Dios castigue el país destruyéndolo por completo.
Juan el Bautista predicó exactamente este mensaje y tristemente la nación de Israel no escuchó el mensaje y rechazó a Jesús como su Mesías. Por el año 70 DC las huestes romanas arrasaron el país y prácticamente Israel dejó de existir por siglos. Se cumplió la profecía de Malaquías.
Dios es justo amable oyente. Si Usted todavía no ha arreglado su problema de pecado con él, está en serio peligro de ser castigado en el día de Jehová, grande y terrible. No corra riesgos. Hoy mismo reciba a Cristo como su Salvador. Malaquías es un llamado a vivir piadosamente en medio de un mundo de impiedad. ¿Responderá Usted a este llamado?
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