Con mucho gusto le damos la bienvenida, amiga, amigo oyente. Es grato tenerle en el estudio bíblico de hoy. Prosiguiendo con el estudio de la primera epístola de Pablo a los Corintios, en esta ocasión, David Logacho nos hablará de la responsabilidad de los casados y de los no casados en relación con la pureza sexual. Este estudio bíblico se inscribe dentro de la serie que lleva por título: Un Mensaje Oportuno para una Iglesia en Crisis.
Estableciendo el modelo bíblico para el correcto uso del sexo, el apóstol Pablo dijo que el marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido.
El deber conyugal se refiere a la relación sexual entre los esposos. El único marco legítimo para el correcto uso del sexo es el matrimonio. Sexo dentro del matrimonio es puro y limpio, sexo fuera del matrimonio es todo lo contrario.
Este es el contexto del pasaje bíblico que nos corresponde estudiar en esta ocasión. Abramos pues nuestras Biblias en 1 Corintios 7:4-9. En este pasaje bíblico encontramos instrucciones para los casados e instrucciones para los no casados.
La primera parte, entre los versículos 4-5 comprende las instrucciones para los casados.
La segunda parte, entre los versículos 6-9 comprende las instrucciones para los no casados.
Vayamos pues a la primera parte. Instrucciones para los casados. En esta parte tenemos el fundamento del mandato y la formulación del mandato.
Sobre el fundamento del mandato, 1 Corintios 7:4 dice: «La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo sino la mujer.»
El matrimonio entre un hombre y una mujer es más que la mera expresión de un deseo por vivir juntos. Es en realidad un pacto entre los dos ante Dios. Parte de ese pacto tiene que ver con un ceder mutuo de derechos. Hasta antes de casarse, el esposo tenía todo el derecho sobre su propio cuerpo, pero con el matrimonio, hace un pacto con su esposa otorgando a ella el derecho sobre su cuerpo.
Por su parte, hasta antes de casarse, la esposa tenía todo el derecho sobre su propio cuerpo, pero con el matrimonio ante Dios hace un pacto con su esposo otorgando a él el derecho sobre su cuerpo. Por eso es que Pablo dice textualmente: La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido, ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo sino la mujer.
En la práctica esto significa que el cuerpo del esposo debe estar a disposición de la esposa en la relación matrimonial y de igual manera, el cuerpo de la esposa debe estar a disposición del esposo en la relación matrimonial. La intimidad en el matrimonio funciona bien única y exclusivamente cuando los cónyuges entienden bien este principio y lo aplican a su relación, pero cuando no lo entienden bien, y en consecuencia no lo aplican a su relación, uno de los dos tendrá que padecer lo indecible en el área de intimidad matrimonial.
En estas condiciones uno de los dos se sentirá objeto del abuso del otro. En la mayoría de los casos, es la esposa quien se siente utilizada por el esposo. Por eso es que las esposas se quejan de que lo único que hacen los esposos es aprovechar de ellas. ¡Qué triste! Porque la idea de Dios siempre ha sido que el esposo haga todo lo posible para satisfacer a su esposa y la esposa haga todo lo posible para satisfacer a su esposo.
El esposo no debe pensar en él en la relación sexual, sino en ella. La esposa no debe pensar en ella en la relación sexual sino en él. Solamente así habrá una entrega total y una satisfacción total en la intimidad matrimonial. Esto es lo que está enseñando el apóstol Pablo.
Cuidado amiga oyente con usar el sexo como un arma para manipular a su esposo y también cuidado amigo oyente con usar el sexo como un arma para manipular a su esposa. No olvide que desde que se casó su cuerpo ya no le pertenece, sino a su cónyuge.
Siendo así, entonces Pablo prosigue con la formulación del mandato. 1 Corintios 7:5 dice: «No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.»
Pablo está hablando de las relaciones sexuales en el matrimonio. No os neguéis el uno al otro, dice. Interesante que en la iglesia de Corinto, los creyentes estaban negándose el uno al otro, tal vez pensando que así van a demostrar que son más espirituales. La Biblia dice lo contrario. Negarse el uno al otro en la intimidad sexual es una manifestación de inmadurez espiritual.
Pero hay una salvedad. Es cuando los dos se ponen de acuerdo para dedicarse sosegadamente a la oración. El adverbio sosegadamente tiene su raíz en un verbo que significa estar libre o tener tiempo o tener oportunidad. Es decir que no es que las relaciones sexuales entre esposos sean incompatibles con la oración. Lo que pasa es que si se ocupa en lo uno no se puede hacer lo otro.
A veces se puede, por mutuo consentimiento, dejar de lado la intimidad en la pareja para dedicarse a la oración. Pero aún en casos así, el consejo de Pablo es que esto sea solo por algún tiempo. Esto denota un tiempo corto. Luego, dice Pablo, volved a juntaros en uno, es decir: Vuelvan a tener sus relaciones sexuales normales, porque de otra manera estarán bajo excesiva presión por el deseo sexual insatisfecho, lo cual puede ser aprovechado por Satanás para arrastrarlos al pecado de fornicación, por cuanto al casarse demostraron que no tienen el poder para refrenar el deseo sexual.
Pablo llama a esto la incontinencia. Incontinencia, en este contexto, significa simplemente la falta de poder o capacidad para refrenar el deseo sexual. Otras traducciones de la Biblia lo ponen de esta manera: Falta de dominio propio.
Prosigamos ahora a la segunda parte. Instrucciones para los no casados. Los no casados pueden ser los solteros o los viudos o los que por alguna otra causa, no tienen a su lado la ayuda idónea. Pablo comienza su discurso para ellos haciendo notar que va a hablar por vía de concesión. 1 Corintios 7:6 dice: «Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento»
Lo que estas palabras significan es simplemente que Pablo no va a hablar con fuerza de ley acerca del asunto que viene a continuación, sino como una concesión. La palabra que se ha traducido como concesión proviene de una palabra griega que significa una opinión, o una mente o entendimiento común o un sentimiento de simpatía.
Muy bien, ¿Qué es entonces lo que Pablo va a decir por vía de concesión a los no casados? 1 Corintios 7:7 dice: «Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro.»
Note como Pablo no está dando órdenes sino, pues, hablando por vía de concesión. Su deseo es que todos los no casados no se casen, sino que sean como él. Entre paréntesis, de esto que dice Pablo, no se puede concluir que él nunca se casó, porque bien puede ser que era viudo. En todo caso, es obvio que en el momento que él escribió la primera carta a los Corintios, no tenía a una mujer a su lado como su esposa.
Inmediatamente, Pablo reconoce que no todos tienen la capacidad o el poder para vivir sin casarse. Por eso dice: Pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro.
Interesante, que es Dios quien de forma soberana capacita a algunos para vivir sin tener que casarse, pero no a todos. Los que han sido capacitados por Dios para poder vivir sin casarse es mejor que no se casen, pero los que no han sido capacitados por Dios para poder vivir sin casarse, es mejor que se casen, porque de otra manera corren el riesgo de ceder a la tentación a la fornicación.
Acorde con esto, note lo que dice Pablo. Leo en 1 Corintios 7:8-9 «Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando.»
Quedarse como Pablo es equivalente a no estar casado. Como ya lo dijo antes, Pablo reitera su deseo, por vía de concesión, que los solteros y las viudas no se casen. Bueno les fuera, dice Pablo, quedarse como yo.
Sin embargo, Pablo habla de una condición sin la cual es imposible que alguien pueda vivir soltero toda la vida. La condición es tener el don de continencia. El don de continencia es una capacidad o poder dado por Dios a determinados creyentes, no a todos, por el cual estos creyentes pueden vivir sin tener que casarse.
El don de continencia es indispensable para vivir sin casarse. Tener el don de continencia no significa que el creyente no tiene deseos sexuales. Recuerde que Dios nos ha creado a todos con deseos sexuales. El don de continencia es una capacidad sobrenatural para refrenar estos deseos sexuales, de modo que se pueda vivir sin casarse. El consejo de Pablo para todos los creyentes que no tienen el don de continencia es que se casen, porque solamente así podrán crear el marco apropiado para la correcta expresión de la sexualidad.
Es muy llamativa la manera como Pablo aconseja a los solteros que no tienen el don de continencia. Dice: Cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando. ¿Sabe una cosa amigo oyente? Si usted es soltero y no tiene el don de continencia y ya está en edad de casarse, el deseo por compartir su vida con una compañera llegará a ser tan intenso que es comparable a un fuego que quema.
Para no seguir quemándose es mejor apagar ese fuego por medio del matrimonio. Que Dios en su gracia nos guíe tanto a casados como a no casados a obedecer estos principios de su palabra.
Apocalipsis 2:6 y 15 hablan de la doctrina de los Nicolaítas. ¿Existe esta doctrina en estos tiempos? Visite nuestra página Web y en la sección PREGUNTA DEL DÍA encontrara la respuesta a esta interrogante y además podrá hacernos llegar sus inquietudes acerca de algún tema de la palabra de Dios, nuestra dirección es labibliadice.org Ha sido un placer estar junto a usted y le esperamos en nuestra próxima edición.
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