Reciba saludos cordiales amigo oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos dedicados a estudiar los eventos futuros conforme han sido profetizados en la Biblia, la palabra de Dios. Específicamente estamos estudiando la segunda venida de Cristo. En nuestro estudio bíblico último, vimos que la segunda venida de Cristo no debe ser confundida con el arrebatamiento. Son dos eventos muy distintos. Además vimos que la segunda venida de Cristo ha sido profetizada en el Antiguo Testamento por medio de varios profetas, de entre los cuales tomamos a Zacarías como caso de estudio. Hoy, seguiremos con el tema de la segunda venida de Cristo, pero visto desde otra óptica.
La segunda venida de Cristo ha sido profetizada en el Antiguo Testamento, pero además de ello, ha sido prometida en el Nuevo Testamento.
Para confirmar lo dicho, vayamos al libro de los Hechos, capitulo 1 versículos 6 a 11. La Biblia dice: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir a cielo”
Jesús resucitado caminaba con sus discípulos por Betania, la aldea que se Encuentra en la ladera sudeste del Monte de los Olivos. Los discípulos entonces hacen una pregunta crucial al Cristo resucitado. La pregunta tenia que ver con el reino que Dios habla prometido a Israel y del cual Jesucristo es el rey. Le dicen: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?
Ciertamente que había gran expectación entre los discípulos en cuanto a qué es lo que acontecería en el futuro cercano. Habían visto a Jesús morir, y ahora lo veían con vida y además con un cuerpo glorificado, capaz de hacer cosas imposibles para cualquier cuerpo humano. Era lógico pensar que a lo mejor había llegado el tiempo cuando se iba a restaurar el reino a Israel. Esto significaba derrocar al imperio romano que estaba oprimiendo a la nación y establecer un reino de paz y prosperidad gobernado por Jesucristo.
Todo israelita esperaba este momento. El rey ya estaba, los discípulos estaban seguros que Jesucristo es el Mesías, el rey de Israel, solo faltaba saber el cuándo del establecimiento del reino. La respuesta de Jesús fue: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad.
En otras palabras, Uds. No tienen por qué saber el tiempo cuando se restaure el reino a Israel. Eso es una potestad del Padre.
¿Por qué esta respuesta un tanto como esquiva? Bueno, el hecho es que antes que se restaure el reino a Israel, deben ocurrir una cantidad de cosas, entre ellas, la más importante, el surgimiento de la iglesia. Por eso es que acto seguido, el Señor Jesús comunica a sus discípulos lo que nosotros lo conocemos como la gran comisión.
Los discípulos iban a recibir el poder del Espíritu Santo para ser testigos en Jerusalén, Judea, Samaría, y hasta lo último de la tierra. Estas fueron las últimas palabras del Cristo resucitado. Ni bien terminó de decir esas palabras, mientras todos los discípulos le estaban viendo, su cuerpo se levantó del suelo y continuo elevándose, hasta que le recibió una nube que le ocultó de los ojos de sus discípulos.
Ellos deben haber quedado totalmente asombrados. Quizá con sus bocas abiertas no quitaban su mirada del cielo donde estaba esa nube que lo recibió y le ocultó. A lo mejor ni se dieron cuenta que junto a ellos se pusieron dos varones con vestiduras blancas. Estos varones estaban allí no para mirar el espectáculo sino para entregar un mensaje importante. Probablemente cuando los discípulos estaban volviendo a la realidad luego de tan extraordinaria experiencia, los varones con vestiduras blancas dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo?
Inmediatamente comunicaron la promesa de la segunda venida de Cristo. Dijeron textualmente: Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. En la promesa encontramos algunos elementos claves que debemos considerarlos cuidadosamente.
Primeramente, el Jesús que vendrá por segunda vez es el mismo Jesús que los discípulos tenían ante sus ojos allí en el Monte de los Olivos. La misma estatura, la misma forma de la cara, el mismo tipo de cabello, aun las mismas heridas en sus manos y en sus pies. Así vendrá el Señor Jesucristo en su segunda venida. Algunas sectas falsas enseñan que la segunda venida de Cristo es espiritual, es decir pretenden hacernos creer que Jesús no vendrá con un cuerpo tal cual como tuvo cuando se fue. Pero los ángeles allí, sobre el Monte de los Olivos dijeron: Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto.
En segundo lugar, todos podrán apreciar con sus ojos la gloriosa segunda venida de Cristo. Los ángeles dijeron: así vendrá como le habéis visto ir al cielo. Los discípulos sobre el monte de los Olivos estaban viendo con sus ojos a Jesús mientras ascendía. De igual manera, los que estén vivos cuando Jesús venga por segunda vez lo podrán ver con sus ojos. Apocalipsis 1:7 dice: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Si, amén”
Todos lo verán y harán lamento por él. ¿Por qué el lamento? Porque todos reconocerán que el que está viniendo por segunda vez es el mismo que vino por primera vez, quien fue vejado, humillado crucificado y objeto del desprecio hasta ese momento. Pero para ellos será tarde, porque el Señor Jesucristo ya no vendrá manso y humilde como en su primera venida sino con una espada aguda que sale de su boca para herir a las naciones y vara de hierro en su mano para desmenuzarlas como un alfarero desmenuza las vasijas de barro que no sirven.
En tercer lugar, Jesús pisará el monte de los Olivos en su segunda venida, porque fue desde ese lugar desde donde fue tomado al cielo. Esto concuerda con la profecía de Zacarías, cuando en capítulo 14 versículo 4 dice: “Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al Oriente, y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur”
Todo esto es lo que se prometió sobre la segunda venida de Cristo en el Nuevo Testamento amigo oyente.
A manera de conclusión y aplicación, diremos que si Cristo mora en nosotros, nosotros no contemplaremos desde la tierra la segunda venida de Cristo, porque vendremos con el, pero si Cristo no mora en nosotros, es muy posible que estemos entre la multitud que desde la tierra contemple con sus ojos a Jesús viniendo en su gloria y hagamos lamento por él, pero será demasiado tarde.
Habremos, dejado pasar la oportunidad de ser salvos. Solo restará recibir su castigo. ¿En qué grupo se encuentra Ud. amigo oyente? Si Ud. reconoce que está entre los que todavía no tienen a Cristo en su vida, no pierda más tiempo, venga a Cristo hoy mismo y recíbalo como Salvador. Él le esta esperando con los brazos abiertos.
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