Es muy grato para mí saludarle amiga, amigo oyente. Soy David Logacho, dándole además la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Juan. En esta oportunidad vamos a examinar la sepultura del Señor Jesús.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Juan 19:38-42. Para tomar en cuenta el contexto, recordemos que a la hora novena, a las tres de la tarde, el Señor Jesús inclinó su cabeza y entregó su espíritu. Esto ocurrió a la misma hora que los judíos sacrificaban el cordero pascual, para luego comerlo asado con panes sin levadura y yerbas amargas, conforme a lo que la ley que Dios dio a Moisés establecía. Los líderes judíos acababan de cometer el peor crimen de la historia de la humanidad, atentando contra la vida de un inocente, pero aún así, querían mantener su fachada de falsa piedad, quitando de en medio todo aquello que podría quitar lustre a la famosa celebración de la pascua. Por esto pidieron a Pilato que acelere la muerte de los tres que estaban crucificados, el Señor Jesús y los dos malhechores, para que sean quitados de la cruz y arrojados al lugar donde se arrojaba la basura y los animales muertos. Pilato ordenó por tanto a sus soldados que se trituren las piernas a los crucificados para que mueran más rápido. Los soldados hicieron justamente eso con los dos malhechores, pero cuando vieron que el Señor Jesús ya estaba muerto, no le tocaron, sin embargo, uno de los soldados clavó su lanza en el costado del Señor Jesús, y de allí brotó sangre y agua. Juan fue testigo presencial de este hecho inaudito. Su testimonio es absolutamente verídico. Con lo que acababan de hacer, sin saberlo por parte de ellos, los soldados cumplieron con dos profecías importantes. Por un lado, no se debía romper un solo hueso de los corderos que se sacrificaban en la fiesta de la pascua. Los soldados cumplieron con esto, sin saberlo, y no trituraron las piernas del Señor Jesús, como lo hicieron con los otros dos malhechores. Por otro lado, el profeta Zacarías, anunció siglos antes que la gente miraría a su Mesías o a su Cristo traspasado. El soldado que clavó con su lanza en el costado del Señor Jesús, cumplió, sin saberlo, con esta profecía. Todo esto es evidencia de que todo lo que sucedió con el Señor Jesús, fue determinado de antemano por el Padre soberano. El día de la preparación de la pascua estaba por terminar, apenas había menos de tres horas para que comience el primer día de los panes sin levadura, un día de absoluto reposo, en el cual no se podía hacer obra alguna. Esto significa que la sepultura del Señor Jesús tenía que hacerse lo más aprisa posible, para no atentar contra la ley sobre el día de reposo. El plazo terminaba a las 6 de la tarde de aquel día. Es en estas circunstancias en la que se inscribe el pasaje bíblico que estamos estudiando el día de hoy. En la escena, además del cuerpo inerte del bendito Salvador, aparecen también dos personajes. El primero de ellos es José de Arimatea. Note lo que dice Juan 19:38 dice: Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús.
Cuando Juan utiliza la frase: Después de todo esto, se está refiriendo a todo lo que sucedió con la persona del Señor Jesús y que concluyó con su muerte en la cruz. Después de todo esto, entró en acción un personaje que se llamaba José. Como este nombre era muy popular entre los judíos de aquel tiempo, Juan afirma que José era oriundo de Arimatea, la tierra de donde también fue el profeta Samuel. Arimatea es la forma griega de Ramá. José de Arimatea era discípulo del Señor Jesús, pero no lo confesaba abiertamente, por temor de lo que los líderes judíos podrían hacer contra él. Según el relato de Mateo, José de Arimatea era un hombre rico. Además, según el relato de Marcos, José de Arimatea era miembro noble del Sanedrín, o el concilio judío que bajo la supervisión de Roma gobernaba a Israel. Se trata entonces de un hombre noble, rico e importante de la sociedad judía. De alguna manera, José de Arimatea llegó a ser discípulo del Señor Jesús. En Marcos leemos que esperaba el reino de Dios. Tristemente, hasta el momento de la crucifixión del Señor Jesús, José de Arimatea era una especie de agente secreto, pero esta debilidad de carácter en la vida de José de Arimatea llegó a su fin cuando vio morir al Señor Jesús en la cruz. El Señor no quiere que sus discípulos seamos agentes secretos, sino que nos identifiquemos ante el mundo como seguidores del Señor Jesús. Juan relata que aprovechando sus contactos, José de Arimatea se presentó ante Pilato y pidió que le permita llevarse el cuerpo inerte del Señor Jesús. Pilato concedió el pedido y con la prisa del caso, José de Arimatea fue al monte Calvario y se llevó el cuerpo del Señor Jesús. Es en este punto donde interviene el segundo personaje. Se trata de Nicodemo. Juan 19:39 dice: También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche,(E) vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.
Nicodemo también era uno de los miembros del Sanedrín. Fue Nicodemo quien buscó al Señor Jesús de noche reconociendo que debe haber venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer las señales que hacía el Señor Jesús, si no está Dios con él. Muy probablemente Nicodemo también era un seguidor secreto del Señor Jesús por miedo a los líderes judíos. Pero al igual que José de Arimatea, Nicodemo también se identificó públicamente con el Señor Jesús, a raíz de su muerte en la cruz. Se debe asumir que José de Arimatea y Nicodemo deben haber planificado con la anticipación del caso lo que debían hacer para dar una sepultura decente al cuerpo del Señor Jesús. A José de Arimatea le correspondió obtener la autorización de Pilato, a Nicodemo le correspondió obtener como cien libras de un compuesto de mirra y de áloes. Ahora que hemos identificado a los dos personajes, veamos qué es lo que hicieron. Juan 19:40 dice: Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos.
Entre los dos, José de Arimatea y Nicodemo, bajaron el cuerpo del Señor Jesús de la cruz y conforme a la costumbre de sepultar entre los judíos de aquel tiempo, envolvieron el cuerpo inerte en lienzos con especias aromáticas. Las especias aromáticas fueron lo que trajo Nicodemo, es decir mirra y áloes. Esta acción se la llevó a cabo con toda prisa, porque estaba por comenzar el día de reposo de gran solemnidad, el primer día de los panes sin levadura. Tanto es así que tres días más tarde, es decir el primer día de la semana, vinieron al sepulcro algunas mujeres trayendo especias aromáticas, para concluir con lo que por la prisa, José de Arimatea y Nicodemo no pudieron terminar. Ahora venía el problema de encontrar un sepulcro para depositar el cuerpo del Señor Jesús. Note lo que dice Juan 19:41-42. Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno.
Joh 19:42 Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
José de Arimatea y Nicodemo lo tenían todo calculado. Sucede que en lugar donde el Señor Jesús fue crucificado, había un huerto. En el huerto, había un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. Note como lo relata Mateo. Leo en Mateo 27:57-60. La Biblia dice: Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús.
Mat 27:58 Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo.
Mat 27:59 Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia,
Mat 27:60 y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue.
Mat 27:61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
Por lo que dice este relato, sabemos que el sepulcro en el cual fue puesto el cuerpo del Señor Jesús, además de ser un sepulcro nuevo, el sepulcro era de propiedad de José de Arimatea. Era un sepulcro labrado en la peña. Una vez que José de Arimatea y Nicodemo pusieron el cuerpo en el sepulcro, hicieron rodar una gran piedra para sellar la entrada al sepulcro. No fue un accidente que el Señor Jesús fuera sepultado en un sepulcro nuevo de propiedad de un hombre rico. Esto fue el cumplimiento de la profecía en Isaías 53:9 donde dice: Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.(H
Testigos presenciales de todo esto fueron varias mujeres: María Magdalena y la otra María. Sentadas delante del sepulcro tal vez derramaban lágrimas de dolor por su maestro. Estas mujeres tuvieron parte importante en confirmar la resurrección del Señor Jesús. Volviendo al relato según Juan, dice que por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús. El tiempo para sepultar al Señor Jesús se estaba terminando rápidamente. Felizmente el sepulcro en el cual pusieron al Señor Jesús estaba cerca de donde fue crucificado, de modo que no debe haber tomado mucho tiempo para cumplir con esta obra. De modo que, el Señor Jesús fue sepultado seguramente minutos antes de que comience el día de reposo de gran solemnidad, el primer día de los panes sin levadura. En este día no se podía hacer trabajo alguno. El siguiente día fue el séptimo de la semana, también día de reposo en el cual no se podía hacer trabajo alguno. El primer día que se podía hacer trabajo alguno era el primer día de la semana, justamente el día cuando las mujeres fueron al sepulcro y encontraron la piedra removida, porque el Señor Jesús había resucitado. Esto será el tema de nuestro próximo estudio bíblico. Espero su sintonía.
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