Reciba cordiales saludos y la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Proseguimos con el estudio de la primera carta de Pedro. El tema central de esta carta tiene que ver con la verdadera gracia de Dios. El apóstol Pedro, quien es el autor de la carta, se presenta como un experto joyero, que con paciencia nos muestra cada una de las caras de un precioso diamante llamado gracia de Dios. La verdadera gracia de Dios no nos trae solamente la salvación, sino también una esperanza viva, una capacidad para experimentar gozo en medio de la aflicción y lo último que vimos, el glorioso mensaje del evangelio, que es tan precioso que según el apóstol Pedro, lo que encierra este mensaje son cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles. En el estudio bíblico de hoy, David Logacho nos hablará de otro elemento que también nos viene con la verdadera gracia de Dios.
Qué frustrante es cuando a uno le piden hacer algo para lo cual no está capacitado, ¿verdad? Eso me pasó años atrás, cuando estaba procurando ingresar a la universidad. Como requisito previo, tenía que presentarme a rendir exámenes de evaluación de conocimientos en Física, Química, Algebra, Geometría y Trigonometría. Allí me encontraba yo, con la hoja llena de problemas para resolver, y sin saber ni por donde empezar. Qué sensación tan horrible. Qué frustración. Claro, no era mi culpa. Lo que pasaba es que no tenía el conocimiento necesario para resolver esos problemas matemáticos. En otras palabras no estaba capacitado para hacer lo que se me pedía y eso indicaba que tenía que ir al nivel más básico de enseñanza en esa universidad para comenzar desde cero mi aprendizaje. Lo que quiero ilustrar es lo mal que nos sentimos cuando nos piden hacer algo para lo cual no está capacitados. Si esto sucediera en el plano espiritual estaríamos condenados a vivir en permanente frustración, pero gracias a Dios que él jamás nos va a pedir hacer algo para lo cual él nunca nos ha capacitado. ¿Y sabe una cosa? Esto también es parte de la verdadera gracia de Dios. En el estudio bíblico de hoy, vamos a ver que la verdadera gracia de Dios nos trae el poder para vivir en santidad. Para ello, abramos nuestras Biblias en 1ª Pedro 1:13-16. Lo medular de este pasaje bíblico está en el versículo 15 donde dice: «sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir» Lo que aquí tenemos es un mandato de Dios para todos los que somos creyentes. Dios dice: Así como yo soy santo, Uds. también deben se santos en todos sus asuntos. Bueno, este es un mandato difícil de cumplir. Pero recuerde lo que dijimos antes, Dios nunca nos va a pedir hacer algo para lo cual él no nos ha capacitado previamente. Si Dios nos pide ser santos en toda nuestra manera de vivir, eso significa que él nos ha dado el poder para cumplir con este mandato. Veamos pues lo que el pasaje bíblico nos dice sobre este poder para vivir en santidad, que es parte de la verdadera gracia de Dios. Lo que encontramos en primer lugar es que este poder para vivir en santidad, descansa en la esperanza de lo que va a suceder cuando Jesucristo sea manifestado. 1ª Pedro 1:13 dice: «Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado» La frase «por tanto» con la que comienza este versículo nos lleva a lo último que Pedro ha acabado de decir. Y si indagamos un poco reconoceremos que Pedro estaba hablando del contenido del mensaje del Evangelio, que es tan precioso que los ángeles lo miran con deleite. Ante esto, Pedro dice: «ceñid los lomos de vuestro entendimiento» Esto es una expresión idiomática que significa, manténgase mentalmente alerta. La expresión viene de la costumbre oriental de recoger la túnica y atarla con una correa a la cintura para permitir libertad de movimiento cuando se iba a correr o a estar listo para algo. Por eso Pedro continúa diciendo «sed sobrios» esto significa, no viva confundido en el vaivén de las cosas que pasan en este mundo. En lugar de ello, fije su mente totalmente en la gracia que se le traerá cuando Jesucristo sea manifestado. Es decir, ponga su mirada no en las cosas que pasan ahora, sino en lo que va a pasar cuando nos encontremos con Jesucristo. En esto descansa el poder que nos trae la verdadera gracia de Dios para vivir en santidad. En segundo lugar notamos que el poder para vivir en santidad resulta en un cambio de estilo de vida y ese cambio de estilo de vida tiene dos aspectos. Por un lado significa dejar de hacer ciertas cosas impropias que antes nos parecían muy normales. 1ª Pedro 1:14 dice «como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia» Al recibir el beneficio de la salvación, también recibimos el beneficio de llegar a ser hijos de Dios. Siendo así, nuestra responsabilidad es obedecer a nuestro Padre celestial. Por eso Pedro dice: como hijos obedientes. ¿Qué es lo que tenemos que hacer? Pues, no conformarnos o no amoldarnos a los deseos que teníamos antes de conocer a Cristo como Salvador, deseos que partían de nuestra ignorancia sobre las cosas espirituales. Si Ud. era mentiroso antes de ser salvo, se espera que ahora que es salvo no siga siendo mentiroso. Si Ud. era borracho antes de ser salvo, se espera que ahora que es salvo deje de ser borracho. Si Ud. atentaba contra su propio cuerpo fumando antes de ser salvo, se espera que ahora que es salvo deje de fumar. Así por el estilo, amigo oyente, Pedro dice: No se conforme o no se amolde a lo que era su vida vieja. Si Ud. es creyente, mire como está su vida. Recuerde que la verdadera gracia de Dios nos trae el poder para vivir vidas santas, y este poder se manifiesta en dejar de hacer las cosas impropias que nos parecían normales cuando todavía no éramos salvos. Por otro lado, cambiar el estilo de vida, significa comenzar a hacer cosas que no estábamos haciendo antes de ser salvos. Aquí es donde entra 1ª Pedro 1:15-16 donde dice «sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo» No es suficiente dejar de hacer lo malo, es necesario comenzar a hacer lo bueno. Eso es lo que tenemos aquí. Pedro dice: Así como Dios quien les ha llamado es santo, Uds. también deben ser santos. Muy interesante lo que tenemos aquí. Los creyentes somos llamados de Dios. Fue Dios quien nos ha llamado del mundo y nos ha puesto aparte para que, aunque todavía estando por un poco de tiempo en el mundo, sin embargo, vivamos vidas santas, vidas que no se conforman al estilo de vida del mundo. Además, Pedro dice: que nuestra santidad debe ser evidente en toda nuestra manera de vivir. No sé si Ud. ha notado que muchos creyentes tienen la tendencia a vivir lo que se llama una doble vida. Una vida los domingos por la mañana cuando están en el templo y otra vida el resto de la semana cuando están fuera del templo. Mientras están dentro del templo, lucen tan espirituales, cantan como si fueran ángeles, oran con verdadera unción, pero tan pronto atraviesan la puerta del templo se transforman en otra persona, piensan, hablan y hacen todo lo que el mundo hace, sin excepción. Estas personas no son santas en toda su manera de vivir. La santidad amigo oyente, no es solo para dentro del templo, la santidad es para todo momento y toda ocasión. Esto me trae a la mente un caso que llegué a conocer. Se trata de un próspero industrial quien además de ser creyente, formaba parte del cuerpo de líderes de la iglesia. Lamentablemente este industrial llevaba esta doble vida que hemos hablado. Dentro del templo parecía un angelito, pero fuera del templo, en su negocio era deshonesto y sobre todo injusto en los salarios que pagaba a sus empleados. Un buen día un empleado de él que también era creyente y estaba consciente de lo que estaba pasando decidió confrontar la falta de ética cristiana de este industrial. Le dijo: ¿Por qué Ud. no practica en la fábrica lo que predica en la iglesia? Rojo de la ira el industrial respondió: Lo que hago fuera de la iglesia es asunto mío y de nadie más. Pedro confronta actitudes y conductas así, por eso dice: Sed también vosotros santos, en toda vuestra manera de vivir, no solo en la vida de iglesia, sino en la calle, en el hogar, en el trabajo, en el deporte, en la universidad, etc. Este mandato no es nuevo, porque a lo largo de toda la Biblia se encuentra vez tras vez el mandato de Dios a los suyos: «Sed santos porque yo soy santo» La verdadera gracia de Dios nos trae el poder para vivir vidas santas, el cual descansa en la esperanza que se nos traerá cuando Jesucristo sea manifestado y resulta en un cambio del estilo de vida del creyente.
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