Gracias por estar nuevamente con nosotros, es un privilegio contar con su sintonía, hoy continuaremos con el interesante tema que está desarrollando nuestro hermano David Logacho, DINERO Y POSESIONES A LA LUZ DE LO ETERNO, tenga su Biblia a mano y acompáñenos a conocer que es lo que Dios nos quiere decir acerca de esto.
I. Introducción. Dinero y posesiones a la luz de lo eterno. Este es el último estudio sobre este asunto. Ha sido una bendición para mí y espero que para Usted también. Las personas se endeudan y también, lamentablemente, las iglesias se endeudan. Sobre esto último vamos a tratar en esta oportunidad.
II. En las Escrituras encontramos tres proyectos de construcción.
- El primero fue la construcción del tabernáculo. Dios por medio de Moisés ordenó tomar una ofrenda para el proyecto. Éxodo 35:4-9 dice: Y habló Moisés a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que Jehová ha mandado: Tomad de entre vosotros ofrenda para Jehová; todo generoso de corazón la traerá a Jehová; oro, plata, bronce, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, y piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y para el pectoral.
La respuesta del pueblo fue maravillosa. Éxodo 35:21 dice: Y vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad, con ofrenda a Jehová para la obra del tabernáculo de reunión y para toda su obra, y para las sagradas vestiduras.
Lo que dieron fue tanto, que Moisés tuvo que pedir que ya no den más. Éxodo 36:5-7 dice: y hablaron a Moisés, diciendo: El pueblo trae mucho más de lo que se necesita para la obra que Jehová ha mandado que se haga. Entonces Moisés mandó pregonar por el campamento, diciendo: Ningún hombre ni mujer haga más para la ofrenda del santuario. Así se le impidió al pueblo ofrecer más; pues tenían material abundante para hacer toda la obra, y sobraba.
Una vez que se tenía los materiales se comenzó a edificar la obra.
- Segundo, cuando se construyó el templo. Voy a leer los versículos 6,9 y 17 de 1 Crónicas 29. Entonces los jefes de familia, y los príncipes de las tribus de Israel, jefes de millares y de centenas, con los administradores de la hacienda del rey, ofrecieron voluntariamente.
Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente.
Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente.
- Tercero, cuando cientos de años después cuando fue necesario reedificar el templo. Esdras 1:5-6 dice: Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén. Y todos los que estaban en sus alrededores les ayudaron con plata y oro, con bienes y ganado, y con cosas preciosas, además de todo lo que se ofreció voluntariamente.
En cada uno de estos casos las obras no comenzaron sino cuando se tuvo todo el dinero o el material para la construcción. No existen casos de construcción en el Nuevo Testamento por cuanto en el primer siglo las iglesias locales se reunían en casas. En todo caso, Jesús habló de no comenzar algo que no se puede terminar. Lucas 14:28-30 dice: Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.
De todo esto aprendemos que no fue necesario endeudarse para edificar algo para la obra de Dios. La falta de dinero para financiar la construcción tiene sus raíces en la falta de compromiso de los creyentes. Hacer un préstamo para buscar un atajo a este asunto primordial es un craso error. Cuando esto pasa, la iglesia sufre. Si se recurre a un préstamo, la congregación nunca aprenderá a confiar en Dios, sino a confiar en un banco. Las obras hechas así no traen gloria a Dios sino al banco.
III. Cuando una iglesia entra a un endeudamiento corre los siguientes riesgos:
- 1. Se vuelve esclava de la entidad que presta el dinero
- 2. Se vuelve esclava de los donantes mayores
- 3. Se vuelve atrapada en las presiones financieras
- 4. Se sumerge en un ciclo interminable de endeudamiento
- 5. Pierde flexibilidad para atender las oportunidades del ministerio.
IV. Es mejor confiar en Dios y dejar que él provea antes o a medida que se va construyendo la obra, evitando incurrir en préstamos.
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