Es motivo de gran gozo saludarle amable oyente. Soy David Logacho, dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Lucas. En nuestro último estudio bíblico, vimos que al final de la tribulación tendrá lugar la segunda venida del Señor Jesús. En su primera venida, el Señor Jesús vino rodeado de humildad, nació en un pesebre, creció en una ciudad sin renombre, sus amigos fueron gente del vulgo, su hogar fueron los polvorientos caminos, el altar donde él mismo se ofreció como sacrificio por el pecado fue una cruz, una vez muerto fue sepultado en una tumba prestada. Pero en su segunda venida será todo lo contrario, porque según lo que dice Lucas vendrá en una nube con poder y gran gloria. En su segunda venida el Señor Jesús vendrá con vara de hierro en su mano para herir y desmenuzar a todos sus adversarios. Este es el evento glorioso con el cual culmina esos terribles siete años conocidos como la tribulación. Los judíos estaban interesados en saber cuáles serían las señales que indiquen que la segunda venida del Señor Jesús estaba cerca. Los judíos tenían verdadera pasión por ver señales para todo. Pues, el Señor Jesús les va a complacer y va a mostrar las señales de su segunda venida.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 21:29-38. Este pasaje bíblico se pude dividir en dos partes. En la primera, entre los versículos 29 a 33, el Señor Jesús va a hablar sobre la señal de su segunda venida. En los versículos 34-38, el Señor Jesús va a exhortar a los creyentes de todos los tiempos a estar siempre alerta de su segunda venida. Con esto en mente vayamos a lo primero. Se encuentra en Lucas 21:29-33. La Biblia dice: También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.
Luk 21:30 Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.
Luk 21:31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
Luk 21:32 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
Luk 21:33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Los judíos piden señales. El Señor Jesús les va a dar una señal. Lo hace a través de una parábola. Una parábola es una historia real o ficticia, bien conocida por los oyentes, que arroja luz sobre una verdad espiritual para poder comprenderla. El Señor Jesús dijo: Mirad la higuera y todos los árboles. Los judíos sabían que la higuera simboliza a la nación de Israel en el Antiguo Testamento. Los árboles simbolizan a las demás naciones del mundo. El Señor Jesús dijo más directamente: Cuando la higuera y los otros árboles comienzan a brotar, ustedes saben que el verano está cerca. Esto era un hecho ampliamente conocido por los que oían al Señor Jesús. El Señor Jesús entonces aplica la parábola para cumplir con su propósito de usar esto como señal de su segunda venida. Dice: Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. La gran pregunta es: ¿A qué se refirió el Señor Jesús, cuando mencionó “estas cosas? Para algunos es el reconocimiento de Israel como nación, lo cual ocurrió en Mayo de 1948. Ciertamente esto es un paso significativo hacia el cumplimiento de todo lo que Dios ha anunciado que acontecerá en el futuro, pero Lucas menciona no sólo la higuera sino también los otros árboles, lo cual tiene que ver con las naciones. Por este motivo parece que “estas cosas” se refiere más bien a todos los eventos sobrenaturales que acontecerán durante la tribulación, eventos que recoge Mateo, Marcos y Lucas en sus evangelios y ciertamente Juan en el libro de Apocalipsis. Cuando todas estas cosas se manifiesten, los judíos que estén vivos en ese tiempo podrán estar seguros que es inminente la venida del Señor Jesús por segunda vez, para establecer su reino en este mundo en el cual Él es el Rey. De esta manera tiene sentido lo que dijo el Señor Jesús a continuación: De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. Esta generación se refiere a los judíos que estén vivos en la tribulación. Esa es la generación que no pasará hasta que vean con sus propios ojos al Señor Jesús viniendo en las nubes con poder y gran gloria. Esta parte de este pasaje bíblico termina con palabras llenas de significado no sólo para los que estén vivos durante la tribulación, sino para todos aquellos que confiamos en Dios y en su palabra. Son palabras preciosas. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. La Biblia habla de que todo lo que nos parece tan estable como el universo entero un día va a ser destruido, y de esa manera quedará en evidencia que no ha sido tan estable como parecía. Pero no así, la palabra del Señor Jesús, absolutamente todo lo que Él ha dicho se va a cumplir con absoluta precisión. Esto ha sido fuente de consuelo y seguridad para todos los que hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador a lo largo de la historia. Inmediatamente después el Señor Jesús hace una exhortación, no sólo a los judíos que le estaban escuchando sino a todos los creyentes. Es una exhortación a vivir siempre alerta de la segunda venida del Señor Jesús. Note lo que dice Lucas 21: 34-36. Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
Luk 21:35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.
Luk 21:36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
Es un fuerte llamado de atención a todo creyente. El mundo en el que vivimos se presenta tan deslumbrante. Ofrece tanta satisfacción, tanto placer, tanto poder, y la triste realidad es que muchos creyentes se dejan arrastrar por lo que el mundo ofrece. Cuanta razón que tiene el Señor Jesús cuando dice: Tengan cuidado, no permitan que su corazón se sature de glotonería, el afán desmedido por llenar sus estómagos con más de lo que necesitan. No permitan que su corazón se sature de embriaguez, un estado alterado que distorsiona todo lo que nos rodea, igual a lo que experimenta una persona ebria. No permitan que su corazón se sature de los afanes de la vida. Esto sucede cuando ponemos cualquier cosa como lo más importante de la vida. Creyentes que se olvidan de su relación con Dios con tal de ganar lo suficiente para comprar un auto nuevo, o una casa nueva, o ropa nueva, o lo que sea. Cuando no tenemos cuidado de estas cosas, nos ponemos en serio riesgo de no estar preparados para el momento sublime de nuestro encuentro personal con el Señor Jesús, bien sea mediante la muerte física, o el arrebatamiento, en el caso de los creyentes, o la venida física del Señor Jesús en el caso de los que estén vivos durante la tribulación. Qué triste será por ejemplo que cuando el Señor Jesús venga a llevar a la iglesia nos encuentre entregados por entero a cualquier cosa que no sea la persona y obra del Señor Jesús. ¿Qué haría hoy de diferente, si supiera que mañana viene el Señor Jesús a buscarle? Pues eso es justamente lo que tiene que hacer para no ser sorprendido cuando venga el Señor Jesús a buscarle. Si no está preparado, la venida del Señor Jesús le sorprenderá como un lazo, como cuando alguien cae en una trampa. Todo lo que le ha costado tanto obtener, de pronto quedará en nada, y se encontrará con las manos vacías para su encuentro con aquel que dio la vida por usted. La orden del Señor Jesús es por tanto: Velad, pues, en todo tiempo orando. Esto no significa que tenemos que pasar la vida con los ojos cerrados porque estamos orando. La idea es vivir de tal manera que en cualquier momento que venga el Señor Jesús, me encuentre haciendo su voluntad. La oración es parte vital de este estilo de vida. Al orar hablamos con Dios, al leer su palabra, Dios habla a nosotros. Estar alerta nos hará dignos de escapar de todas las cosas que vendrán sobre este mundo y nos permitirá estar en pie delante del Hijo del Hombre. Esto no significa que la salvación es por obras. Lo que significa es que si no velamos, o si no estamos alerta, perderemos todas las recompensas que podríamos haber obtenido en el tribunal de Cristo. Lucas termina esta parte con un dato biográfico sobre la vida del Señor Jesús a estas alturas de su presencia en este mundo. Lucas 21: 37-38 dice: Y enseñaba de día en el templo;(E) y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos.
Luk 21:38 Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el templo.
Era la semana en la cual se celebraba la fiesta judía de la Pascua. En cuestión de días, el Señor Jesús iba a ser crucificado. Los judíos de todos los lugares hacían peregrinación a Jerusalén para estar presentes en esta fiesta. El templo era el lugar de reunión para todos ellos. El gentío debe haber sido como abejas en un panal. El Señor Jesús aprovechaba de esto para enseñar a al gente. Al caer la noche, salía del templo y se retiraba a Betania para pasar la noche. Betania quedaba en el monte de los Olivos. Al siguiente día, la gente le esperaba en el templo para seguir oyéndolo. Así es amable oyente. ¿Está alerta para cuando llegue el momento de salir de este mundo? La única manera es recibiendo a Cristo como su Salvador. ¿Lo ha hecho ya?
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