Cordiales saludos amable oyente y la bienvenida al estudio bíblico de hoy. A partir de este día, vamos a comenzar el estudio del libro de Efesios, en la serie titulada: Las Maravillas de la Gracia de Dios. A manera de introducción, permítame compartir con usted esta breve historia que alguna vez cayó en mis manos. Una vez, un hombre que vivía en un pequeño pueblo decidió viajar a una ciudad muy distante en busca de oportunidades para trabajar. Ya en la ciudad, por más esfuerzo que hizo no pudo encontrar ningún trabajo. Cuando se dio cuenta que se le estaba acabando el poco dinero que había llevado, decidió comprar un boleto de tren y embarcarse de regreso a su casa con las manos vacías. Al menos, pensaba él, en su casa no le faltará un bocado de comida. Luego de pagar por el boleto de tren le quedó un pequeño fondo que lo guardó celosamente para utilizarlo sólo en caso de alguna emergencia durante el largo viaje. Aun cuando el viaje en tren le tomaría un par de días, decidió no usar ese dinero en comida. Cuando el tren estaba ya por llegar a su pueblo y por tanto estaba seguro que no se iba a presentar nada imprevisto que requiera de algún gasto, agobiado por el hambre, decidió ir al restaurante del tren para comprar algo para comer. Escogió el menú más barato que había. La persona que le atendió le preguntó si se había embarcado en el tren hace poco, porque no le había visto antes en el restaurante. El hombre respondió que no, sino que francamente, como no tenía suficiente dinero no había ido al restaurante a comer. El empleado del restaurante le miró sorprendido y le dijo: ¿Acaso no sabía que el boleto de tren que usted compró incluye tres comidas diarias en este restaurante? Ya se imaginará lo que este pobre hambriento hombre sintió al oír esas palabras. Tenía todos los recursos a su disposición para comer bien, pero sin embargo, por ignorancia, estaba muriéndose de hambre. Algo semejante nos puede pasar en el plano espiritual. Por no saber la cuantiosa fortuna espiritual que tenemos en Cristo, nos estamos muriendo de hambre espiritual. El libro de Efesios ha sido escrito para que sepamos cuan ricos somos espiritualmente en Cristo y para que vivamos conforme a la fortuna espiritual que ya tenemos.
Abramos nuestras Biblias en el libro de Efesios. En esta oportunidad vamos a estudiar los dos primeros versículos del capítulo 1. Aquí encontramos la identidad del autor, la identificación de los destinatarios y las implicaciones del saludo. En primer lugar, miremos la identidad del autor. Efesios 1:1 en su primera parte dice: Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios,
En esta declaración encontramos la identidad del autor. Se trata de Pablo. Su nombre original fue Saulo, natural de Tarso. Como devoto rabí, Saulo llegó a ser líder del movimiento anti-cristiano en Jerusalén. A pesar de ello, Saulo tuvo su encuentro personal con el Señor Jesús resucitado y lo recibió como su único y personal Salvador. Poco tiempo después Saulo de Tarso llegó a ser Pablo. El libro de Hechos relata su conversión y sus hechos posteriores. Pablo realizó tres viajes misioneros en la región dominada por el imperio Romano. En el año 53 DC llegó a Efeso, pero no se quedó mucho tiempo allí. Dos años más tarde, durante su tercer viaje misionero, Pablo llegó a Efeso y se quedó allí por al menos dos años. Durante este tiempo fundó una iglesia local bastante fuerte y contribuyó en su crecimiento. Más o menos diez años más tarde, Pablo les escribe la carta que estamos estudiando, desde una prisión en la ciudad de Roma. De modo que, Pablo es el autor humano de esta carta, pero como todo escrito bíblico es inspirado, o soplado por Dios, podemos concluir que el autor de esta carta también es Dios por medio del Espíritu Santo. Luego, dice el texto que Pablo es apóstol de Jesucristo. En esto, podemos ver su autoridad. Apóstol significa uno que es enviado o comisionado. Los apóstoles de Jesucristo son los doce, incluido Matías quien fue nombrado en reemplazo de Judas Iscariote, y a ellos se añade Pablo, quien fue enviado personalmente por Cristo resucitado. El oficio de ser apóstol de Jesucristo se extinguió cuando murió el último apóstol. Hoy en día no existe apóstoles de Jesucristo y quien se atribuya este oficio para sí, es un impostor. Pablo fue enviado o comisionado directa y personalmente por el Señor Jesucristo. En Hechos 9:15 se nos relata este episodio. La Biblia Dice: El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;
Pablo fue escogido por Dios y enviado por Dios. A esto se refiere la segunda parte de Efesios 1:1 donde dice: Por la voluntad de Dios. En segundo lugar notemos la identificación de los destinatarios. La última parte de Efesios 1:1 dice: a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso:
Pablo hace una doble descripción de los destinatarios. Primeramente les dice “santos” Esta es una palabra muy mal entendida por muchas personas. Para muchos, un santo es una persona que ha muerto y quien, por sus buenas obras y milagros realizados mientras estaba vivo, es canonizado o declarado santo. Pero los santos de los cuales habla Pablo somos todos aquellos que hemos recibido por la fe al Señor Jesucristo como nuestro Salvador, no importa si estamos vivos o muertos. Santo significa uno que ha sido apartado de este mundo para ser del Señor. En segundo lugar, Pablo les dice: Fieles en Cristo Jesús. Esto indica la manera como alguien llegó a ser santo. Es por medio de ser fiel o por medio de creer en Cristo Jesús. Si usted, amiga, amigo oyente, cree y recibe a Cristo Jesús como Salvador es fiel en Cristo Jesús y por tanto santo, apartado del mundo para Dios. Luego Pablo menciona el lugar donde están esos santos y fieles en Cristo Jesús. Están en Efeso. Algunos manuscritos del Nuevo Testamento no incluyen la palabra Efeso, dando a entender que Pablo escribió este libro como una carta circular, no sólo para los creyentes que estaban en Efeso, sino para los creyentes en todo el mundo. En tercer y último lugar tenemos las implicaciones del saludo. Efesios 1:2 dice: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Pablo expresa frases con un contenido doble en su saludo. Primero gracia, esto tiene que ver con un favor no merecido y luego paz, esto es lo que resulta de ese favor no merecido. El orden es importante. Sin gracia no puede haber paz. Interesante que la paz se consigue como un regalo inmerecido, y esto tiene que ser así por cuanto el hombre en su estado natural está enemistado con Dios, de modo que necesita ser reconciliado con Dios. El hombre no puede reconciliarse con Dios por sí mismo y por eso es necesario ese favor inmerecido de Dios llamado gracia, la única manera para que el hombre pueda hallar paz con Dios. Como complemento a todo esto tenemos la fuente de la gracia y la paz. De Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Otra vez vemos un doble contenido en esta frase. El favor no merecido, la gracia, y su resultado, la paz, provienen de nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Notemos que Dios es nuestro Padre. Juan 1:12 dice: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
Tenemos que recibir a Cristo como nuestro Salvador para llegar a ser hijos de Dios y que Él sea nuestro Padre. Es evidente también el mismo plano en el que están tanto Dios el Padre como Dios el Hijo, el Señor Jesucristo. Esto claramente demuestra la deidad de Jesucristo. Él es Dios así como el Padre es Dios y de los dos recibimos la gracia y la paz que necesitamos para vivir. Hemos visto entonces la identidad del autor, la identificación de los destinatarios y las implicaciones del saludo. Si usted ha recibido ya a Cristo como único personal Salvador, la carta a los Efesios es para usted, pero si no lo ha hecho todavía la oferta de salvación que Dios hace está todavía de pie. ¿Por qué no lo recibe este mismo instante? ¿Por qué no recibe ese maravilloso regalo de salvación que Dios ofrece en Cristo?. No tarde más. Mientras espera puede ser que llegue el final de su vida y usted tendrá que salir de este mundo sin el perdón de sus pecados, para recibir el castigo que como pecador merece. No desprecie la gracia de Dios, ese favor inmerecido que le garantiza perdón de pecados, y paz con Dios. No vale la pena vivir en un estado de enemistad con Dios. Hoy mismo reconcíliese con Dios para disfrutar de una maravillosa comunión con Él. Dios es santo y odia el pecado, pero ama al pecador y por ese amor dio a su Hijo unigénito para que muera en la cruz del Calvario. Si persiste en su rechazo al Señor Jesús le espera una eternidad de condenación, pero si recibe al Señor Jesús como su Salvador, le espera vida eterna, para disfrutarla mientras goza de vida en este mundo y mucho más una vez que salga de este mundo y entre a las moradas celestiales para estar en la presencia inmediata de Dios para siempre. Que el Señor le guíe a tomar esta decisión importante.
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