Qué grato es estar junto a usted, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la primera carta a los Corintios en la serie que lleva por título: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis. Al introducir esta carta, el apóstol Pablo recuerda a sus lectores la elevada posición espiritual que tienen en Cristo, para hacer notar lo absurdo de estar viviendo en una forma totalmente inconsecuente con esa elevada posición espiritual. Sobre esto nos hablará David Logacho en el estudio bíblico de hoy.
Antes de confrontar los graves problemas doctrinales y morales que había en la iglesia en Corinto, Pablo cree conveniente hacer énfasis en la inmejorable posición espiritual que los creyentes corintios tenían por el hecho de estar en Cristo.
De esta manera Pablo esperaba que los creyentes corintios reconozcan por ellos mismos lo absurdo que era que estén viviendo como mendigos a pesar de ser inmensamente ricos.
En la primera sección de la primera carta a los corintios encontramos el autor de la carta, los destinatarios de la carta y el saludo de la carta.
Vayamos a lo primero: El autor de la carta. 1 Corintios 1:1 dice: «Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes»
Como habrá notado en este versículo, aparecen dos personajes, Pablo y Sóstenes. Pero eso no significa que los dos sean los autores de la carta. Hay sólo un autor y ese es Pablo, eso lo sabemos por los pronombres personales que profusamente aparecen a lo largo de la carta.
Los motivos de Pablo para incluir a Sóstenes, pueden ser muy diversos, tal vez Sóstenes fue el secretario de Pablo, o tal vez fue como un incentivo para Sóstenes, porque muy probablemente este Sóstenes, fue aquel principal de la sinagoga judía en Corinto quien sufrió una brutal agresión por causa de Cristo.
Hechos 18:17 dice: «Entonces todos los griegos, apoderándose de Sóstenes, principal de la sinagoga, le golpeaban delante del tribunal; pero a Galión nada se le daba de ello»
Suficiente en cuanto a Sóstenes. Con respecto a Pablo, el texto dice que fue llamado a ser apóstol por la voluntad de Dios. Esto es para establecer la autoridad que Pablo tenía para confrontar los problemas que había en la iglesia en Corinto.
Un apóstol es uno que es enviado con la autoridad del que le envía. Pablo es apóstol de Jesucristo porque quien le envió fue Jesucristo resucitado y glorificado. Cuando Pablo hablaba lo hacía con la autoridad de Cristo. Que Pablo sea apóstol de Jesucristo no fue por la voluntad de él mismo. Pablo dice que fue por la voluntad de Dios. Esto añade peso a la autoridad de Pablo como apóstol de Jesucristo. Resistir a lo que dice Pablo es equivalente a resistir a lo que dice Jesucristo y como si eso no fuera suficiente, es equivalente a resistir a los que dice Dios.
Ahora consideremos a los destinatarios de la carta. 1 Corintios 1:2 dice: «a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro.»
Los destinatarios de la carta, en primer lugar, son los creyentes que se reunían en el nombre de Cristo en la ciudad de Corinto, pero además de ellos, en segundo lugar, son los creyentes que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Esto significa que la primera carta a los Corintios se aplica a todo creyente, en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento del tiempo.
Esto es importante recalcar porque con demasiada frecuencia se encuentra personas que rechazan partes de la primera carta a los corintios aduciendo que eso aplicaba solamente para la iglesia en Corinto y en el primer siglo, cuando se escribió la carta. Pero hay más, teniendo en mente a los creyentes que se reunían en el nombre de Cristo en la ciudad de Corinto, Pablo nos provee de cuatro características importantes.
Primero, ellos constituían la iglesia de Dios. No eran la iglesia del pastor tal o cual, o del anciano tal o cual, peor de la denominación tal o cual. Nada de esto. Eran la iglesia de Dios. Pertenece a Dios. Fue Dios en su gracia quien dio a su Hijo el Señor Jesucristo para que muriendo en la cruz del calvario haga posible que el pecador sea salvo y forme parte de la iglesia de Cristo. Cuidado con hablar en términos de «mi iglesia» cuando el Nuevo Testamento declara que la iglesia es de Dios.
La segunda característica es que la iglesia está formada por los santificados en Cristo Jesús. Esto tiene que ver con la posición espiritual del creyente delante de Dios como resultado de haber recibido a Cristo como Salvador. Los creyentes hemos sido puestos aparte del mundo para Dios. El mundo en este caso se refiere al sistema de valores que impera en la humanidad, el cual está bajo el control de Satanás y en contra de Cristo. Para que un creyente sea sacado del mundo y puesto aparte para Dios fue necesario que Cristo Jesús muera en la cruz del calvario. Si la iglesia ha sido puesta aparte del mundo para Dios, mal hace al dejar entrar al mundo en ella. La iglesia debe estar en el mundo, pero el mundo no debe estar en la iglesia.
La tercera característica es que la iglesia está formada por los llamados a ser santos. Esto tiene que ver con la práctica del creyente mientras está en el mundo. El llamamiento tiene que ver con el propósito. Cuando Pablo dice que los creyentes hemos sido llamados a ser santos se está refiriendo a que el propósito de Dios al salvarnos en Cristo es que vivamos en santidad. 1 Pedro 1:15 dice: «sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.»
Un creyente es posicionalmente santo, porque ha sido santificado en Cristo Jesús, pero también debe ser prácticamente santo, porque ha sido llamado a ser santo.
Los creyentes en la iglesia en Corinto distaban mucho de ser perfectos, pero aún así, Pablo dice que han sido santificados en Cristo Jesús y que son llamados a ser santos.
La cuarta característica es que la iglesia reconoce a Jesucristo como su Señor. Pablo dice que los creyentes en todo lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, quien es el Señor de todos los creyentes. Cuando Pablo habla de Jesucristo como Señor, se está refiriendo a que él es el Amo, el Dueño, el Soberano, el que tiene la última palabra en todo. El creyente debe reconocer esta supremacía de Jesucristo y debe vivir en voluntaria sumisión a él. El creyente no pertenece a sí mismo como para hacer de su vida lo que a él le plazca. El creyente pertenece al Señor Jesucristo y por tanto debe hacer solamente la voluntad de él. No hay nada mejor para el creyente que hacer la voluntad de Dios.
Jim Elliot fue uno de los cinco misioneros que fueron traspasados por las lanzas de los temibles Aucas en la selva del Ecuador. A él se le atribuye este dicho lleno de significado: No es un necio quien entrega lo que no se puede guardar para recibir lo que no se puede perder.
Así es amable oyente, la vida adquiere significado solamente cuando se la somete totalmente al señorío de Cristo. El creyente debe reconocer a Jesucristo como su Señor.
Hemos considerado al autor de la carta y a los destinatarios de la carta.
En último término consideremos el saludo de la carta. 1 Corintios 1:3 dice: «Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.»
Al saludar a la iglesia de Dios en Corinto, Pablo utiliza el saludo que es típico de él en todas sus cartas. Gracia se refiere al favor inmerecido de Dios hacia el pecador al otorgarle perdón de pecados por la sola fe en la obra de Cristo en la cruz del calvario. Esta gracia garantiza que el pecador perdonado tenga paz con Dios. De otra manera, el pecador seguiría siendo un enconado enemigo de Dios.
Los que por la gracia de Dios hemos recibido la salvación, estamos en paz con Dios. Todo esto proviene del Padre, quien nos escogió antes de la fundación del mundo y también de su Hijo, el Señor Jesucristo, quien como Cordero de Dios fue inmolado en la cruz del calvario para hacer posible que seamos el objeto de la gracia de Dios. Sin gracia de parte de Dios el pecador no tiene la más mínima esperanza de estar en paz con Dios. El saludo de Pablo enfatiza esta verdad irrefutable.
De modo que, amable oyente, antes de enfrentar los problemas que había en la iglesia en Corinto, Pablo toma su tiempo para enfatizar la inmejorable posición espiritual que tiene todo creyente ante Dios por el sólo hecho de estar en Cristo. El creyente ha sido santificado en Cristo Jesús, el creyente pertenece a Dios, el creyente ha sido llamado a ser santo, el creyente debe reconocer a Jesucristo como su Señor.
Siendo este el caso, es de esperarse que la conducta del creyente esté acorde con su elevada posición espiritual. En la iglesia en Corinto no estaba sucediendo así y Pablo se va a encargar de enfrentar este asunto.
Sabiendo la elevada posición espiritual que tiene ante Dios por estar en Cristo, ¿está viviendo de acuerdo con ello, amable oyente? De otra manera será como un rico que a pesar de su inmensa fortuna está viviendo como un mendigo.
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