Saludos amiga, amigo oyente. Soy David Araya dándole la más cordial bienvenida al estudio bíblico de hoy. Seguimos estudiando el Evangelio según Mateo, en la serie titulada: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca de lo funesto que fue para la nación de Israel haber rechazado a Jesús como el Cristo, o el Mesías de Israel.
Gracias David y gracias a usted, amable oyente por su gentil sintonía. En nuestro estudio bíblico, vimos como Jesús demostró que los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo de Israel no tenían autoridad para examinarle. Sin embargo, por ser Dios en forma humana, Jesús tenía toda la autoridad para confrontar a los líderes de Israel por su pecado de haberle rechazado como el Cristo o el Mesías de Israel, a pesar de todas las evidencias que tenían para reconocerlo como tal. En el pasaje bíblico que tenemos para nuestro estudio bíblico de hoy, Jesús va a demostrar a los líderes de Israel que el rechazo a Jesús es equivalente a rechazar al Padre celestial y equivalente a rechazar a su Hijo unigénito. Con esto en mente, si tiene una Biblia, ábrala en Mateo 21:28-46. Se trata de dos parábolas. En la primera de ellas, Jesús demuestra que al haber sido rechazado por los líderes de Israel como el Cristo o el Mesías de Israel, los líderes de Israel habían rechazado al Padre celestial. Veamos como Jesús maneja la primera parábola. Se encuentra en Mateo 21:28-32. La Biblia dice: Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, vé hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.
La viña representa a la nación de Israel. Así se la representa por ejemplo en Isaías 5. El Padre celestial es el dueño de ella. Los dos hijos representan a los dos tipos de personas en la nación de Israel, los religiosos que se creían justos, y los publicanos y pecadores. Cuando vino Juan el Bautista predicando que era necesario arrepentirse porque el reino de los cielos se había acercado, la multitud religiosa mostró interés en el mensaje de Juan el Bautista, pero lamentablemente no se arrepintió ni se humilló para recibir el bautismo de Juan el Bautista, pero la multitud no religiosa, reconoció su pecado, se humilló a si mismo y fue bautizada por Juan el Bautista. Los líderes de Israel cometieron dos pecados. No creyeron en el mensaje de Juan el Bautista y no se arrepintieron de sus pecados. Los líderes de Israel sinceramente pensaban que no tenían nada de que arrepentirse. Pero cuando vieron los efectos que produjo el arrepentimiento en los publicanos y pecadores, pudieron perfectamente convencerse de que el mensaje de Juan el Bautista era verdadero y que la salvación era real. Una y otra vez los líderes religiosos de Israel rechazaron la clara evidencia que el Padre celestial les proveyó. El rechazo a Juan el Bautista fue en realidad un rechazo al Padre celestial quien le envió. El rechazo a Jesús también fue en realidad un rechazo al Padre celestial quien le envió. Esto abre la puerta para la segunda parábola. Se encuentra en Mateo 21:33-46. La Biblia dice: Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos. Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon. Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron. Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo. Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos? Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos. Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por profeta.
La parábola también tiene que ver con la viña. Esta parábola se basa en Isaías 5:1-7, en el cual se muestra lo que Dios en su gracia y misericordia hizo con Israel como nación. Dios les libró de la opresión egipcia y los plantó en una tierra que fluye leche y miel. Allí Dios les colmó de bendiciones materiales y espirituales y lo único que demandó es que produzcan fruto para su gloria. De vez en cuando, Dios envió a sus siervos, los profetas del Antiguo Testamento, para que cosechen aquel fruto, pero Israel como nación maltrató a los siervos de Dios, e inclusive mató a algunos de ellos. ¿Qué debería hacer el dueño de la viña ante esta situación? Lo que debió haber hecho es movilizar sus ejércitos para ir contra la nación de Israel y acabar con ella. Pero en lugar de eso, Dios envió a su propio Hijo. Se trata de Jesús, por supuesto, el Hijo de Dios. Él es el heredero. Hebreos 1:2, hablando del Hijo de Dios dice: a quien constituyó heredero de todo. Pero en lugar de recibirlo con honores de Hijo, la nación de Israel lo echó de la viña y lo mató. Jesús fue crucificado. Hebreos 13:12 dice que Jesús padeció fuera de la puerta. Qué ironía. El mismísimo Hijo de Dios, rechazado por la nación de Israel y crucificado fuera de la ciudad de Jerusalén. Los principales sacerdotes y los ancianos del templo se quedaron atrapados por lo vívido de la parábola, pero no se daban cuenta de que en la parábola, Jesús estaba hablando justamente de ellos. Jesús por tanto va a explicar cual fue su propósito para relatar la parábola. Para eso, cita el pasaje del Antiguo Testamento en Salmo 119:22-23, donde dice: La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. De parte de Jehová es esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos. Este pasaje bíblico demuestra que él es el Hijo de Dios, y la nación de Israel, representado por los principales sacerdotes y los ancianos del templo, son los labradores malvados. Inclusive el día anterior a este evento, la gente gritaba lo que aparece en Salmo 118:26: Bendito el que viene en el nombre de Jehová, y los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo, lo oyeron, pero su duro corazón saturado de incredulidad no permitía que reconozcan a Jesús como el Cristo, como el Mesías de Israel. Muy a menudo, en el Antiguo Testamento se representa a Dios como una piedra o una roca. Hablando de Dios, Deuteronomio 32:4 dice: Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto. Piedra es también uno de los títulos mesiánicos. Para Israel, Jesús fue una piedra de tropiezo. El apóstol Pablo lo afirma en Romanos 9:32-33. La Biblia dice: ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo como está escrito:
He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
Israel rechazó a Jesús como el Cristo, o el Mesías, pero por su muerte y resurrección, él fundó la iglesia. Para la iglesia, Jesús es la principal piedra del ángulo. Efesios 2:19-22 dice: Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
En la consumación de los tiempos, Jesús será la piedra cortada no con mano que derribará los poderes gentiles y establecerá su propio reino glorioso. Daniel 2:34 dice: Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
Así que Jesús es la piedra. Piedra de tropiezo para la nación de Israel que le rechazó, principal piedra del ángulo para la iglesia, y piedra cortada no con mano, para desmenuzar el poder gentil y establecer su reino glorioso. Ahora los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo lo veían claro. Ellos eran los edificadores que estaban rechazando la piedra que es Jesús. Hechos 4:11 dice: Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. ¿a dónde conducía todo esto? Pues por un lado, a que el reino de Dios será quitado de Israel y dado a gente que produzca los frutos que Dios espera, es decir a la iglesia. 1 Pedro 2:9 dice: Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
Por otro lado, los que se atreven a oponerse a Jesús como la piedra, serán quebrantados y desmenuzados. Los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo estaban tan indignados por lo que les acababa de decir Jesús, que ya querían matarlo, pero más podían sus mezquinos intereses, porque sabían que si hacían algo contra Jesús en ese momento, se ganarían la oposición de la gente, por cuanto la gente tenía a Jesús por profeta. Que por la gracia de Dios, usted reconozca a Jesús como el Cristo, como el Mesías de Israel, como su Salvador, porque de otra manera, de algún modo él le desmenuzará.
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