Estamos muy agradecidos al Señor por oportunidad que nos brinda de compartir este tiempo junto a usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio durante las últimas semanas ha sido la primera epístola de Pablo a los Corintios, en la serie que lleva por título: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis. La palabra del Señor dice que el conocimiento envanece, pero el amor edifica. Esto debe ser tomado muy en cuenta cuando estamos decidiendo qué es lo que podemos o no podemos hacer en la libertad que tenemos en Cristo. Sobre esto nos hablará David Logacho en el estudio bíblico de hoy.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en el capítulo 8 de 1 Corintios. El tema general de este capítulo, tiene que ver con que si era correcto o no para los creyentes de Corinto el comer carne de un animal que había sacrificado a los ídolos.
El razonamiento de Pablo sobre este asunto, tuvo su punto de partida en una advertencia a no permitir que nuestro conocimiento, sea poco o sea mucho, nos envanezca al punto de mirar solamente nuestro propio interés y no tomar en cuenta el interés de los demás.
Pablo fue claro cuando dijo que el conocimiento envanece, pero el amor edifica. El conocimiento que nos ha dado Dios sobre determinado asunto nos da luz verde para actuar, pero también necesitamos otra luz verde. Esta luz verde nos da el amor al prójimo. El conocimiento que hace falta, en el caso de la carne sacrificada a los ídolos, tiene que ver con que un ídolo nada es en el mundo y que no hay más que un Dios.
Efectivamente, el hombre se fabrica sus dioses con d minúscula, y sus señores con s minúscula, pero la verdad es que sólo hay un Dios, con D mayúscula, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y del cual somos nosotros, y sólo hay un Señor, con S mayúscula, el Señor Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y por medio del cual vivimos.
Siendo así, no tiene ningún efecto sobre la carne el hecho que el animal del cual procede esa carne, haya sido sacrificado a algún ídolo. Pero este conocimiento no debe empujar al creyente a ir con prisa a la carnicería donde se vendía carne de animales sacrificados a los ídolos, porque hace falta tomar en cuenta el principio del amor al hermano.
Esto nos pone justamente en el pasaje que tenemos para nuestro estudio bíblico de hoy. 1 Corintios 8:7-13. El conocimiento sobre determinados asuntos no es el mismo en todos los creyentes. Unos tienen más, otros tienen menos. La primera parte del versículo 7 dice: «Pero no en todos hay este conocimiento»
Se refiere al conocimiento de que los ídolos nada son en el mundo y que por tanto, la carne de los animales que se sacrifican en honor de ellos, no está contaminada ni habitada de demonios.
Acto seguido, Pablo va a mostrar en quienes no hay este conocimiento. La segunda parte del versículo 7 dice: «porque algunos habituados hasta aquí a los ídolos»
Se trata entonces de creyentes tiernos, creyentes recién convertidos. Creyentes que hasta hace poco, antes de recibir a Cristo como Salvador, estaban totalmente vendidos a la adoración a los ídolos y tenían por costumbre ofrecer animales en sacrificio a esos ídolos y comer parte del animal sacrificado.
Este tipo de creyentes todavía no había madurado lo suficiente como para saber que los ídolos nada son en el mundo. Cuando un creyente en estas condiciones, ve a otro creyente maduro comiendo carne que ha sido sacrificada a los ídolos, se produce en él un conflicto. Lo que resta del versículo 7 hablando de los creyentes tiernos dice «comen como sacrificado a los ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina»
El creyente tierno razonará y dirá: Si él, que es más maduro que yo, come carne sacrificada a los ídolos, ¿por qué no yo? Y va y come carne sacrificada a los ídolos, pero algo dentro de él, su conciencia, está diciendo que no lo haga, que eso es malo. Al hacer algo en contra de lo que estaba diciendo su conciencia, este creyente ha contaminado su débil conciencia.
Pablo lo explica más a fondo en los versículos 8-11 donde dice: «Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió.»
Recuerde que Pablo está hablando de los alimentos ofrecidos a los ídolos, dentro de ello, a la carne. Comer este tipo de alimentos o no comer este tipo de alimentos no nos hace más aceptos ante Dios. Lo que pasa es que por haber confiado en Cristo como Salvador, todo creyente ya es acepto por Dios y por tanto ningún creyente puede ser ni más acepto ni menos acepto por lo que haga o deje de hacer. Dios nos acepta no por nuestras obras sino por lo que Cristo Jesús hizo en la cruz cuando murió por nosotros o en lugar de nosotros.
Pablo tiene por tanto sobrada razón cuando dice: Ni porque comamos seremos más ni porque no comamos, seremos menos.
En definitiva, a Dios le da igual que un creyente coma carne sacrificada a los ídolos o que no coma carne sacrificada a los ídolos. El creyente está en libertad de hacerlo o de no hacerlo. Esto no produce ningún efecto, ni en bien ni en mal, sobre la posición espiritual del creyente delante de Dios.
Pero esto no significa que un creyente puede inmediatamente ir y comer todo lo que se le antoje de alimentos sacrificados a los ídolos. Pablo dice: Mirad. Esto significa dar atención a algo importante. Mirad ¿qué? Pues que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Aquí está el importante equilibrio que resulta del amor al prójimo.
Efectivamente, el creyente está en libertad de comer o no comer alimentos sacrificados a los ídolos, pero antes de hacerlo, debe tomar en cuenta a los creyentes que tienen una conciencia débil sobre este asunto de comer alimentos sacrificados a los ídolos. Es decir, a los hermanos que piensan que un creyente no debería comer alimentos sacrificados a los ídolos. Si se ignora a los creyentes de conciencia débil y se hace algo que les ofende, aun cuando sea algo legítimo en la libertad que tenemos en Cristo, se estará llegando a ser tropezadero para los débiles.
La palabra tropezadero es la traducción de una palabra griega que significa un obstáculo contra el que uno puede dar con el pie. El creyente con conocimiento que ignora al creyente de débil conciencia, puede perfectamente constituirse en un obstáculo contra el cual tropieza y cae el creyente de conciencia débil. Pablo lo pone muy en claro cuando dice: Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió.
Cuando habla de perderse, no está hablando de perder la salvación, sino de echar a perder el bienestar espiritual de un creyente mientras está en este mundo. Esto es muy grave, porque Cristo murió en la cruz del Calvario para que los creyentes tengamos vida en abundancia, pero por nuestra jactancia al ignorar a los hermanos de débil conciencia, podemos estar dificultando, por decir lo menos, lo que Dios quiere hacer en los creyentes.
Mire lo trascendental que es para Pablo este asunto. 1 Corintios 8:12 dice: «De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis»
Esto sí que es muy serio. El ser tropezadero para los hermanos de débil conciencia, es un triple mal.
Número uno, es un pecado contra los hermanos.
Número dos, produce heridas a la conciencia débil de los hermanos.
Número tres, en el fondo y lo más serio, es un pecado contra Cristo.
Lo que pasa es que el creyente está tan férreamente unido a Cristo, que todo lo que hacemos en contra de cualquier creyente, en el fondo es en contra de Cristo mismo. Esto nos debe llevar a una seria meditación de nuestra conducta en relación con la libertad que tenemos en Cristo.
En el caso de Pablo, mire a la conclusión a la cual llegó: 1 Corintios 8:13 dice: «Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.»
Ante lo terrible que es ignorar al hermano de conciencia débil, Pablo está totalmente dispuesto a ceder su derecho, en la libertad que tiene en Cristo, de comer carne sacrificada a los ídolos. Si comer carne sacrificada a los ídolos va a ser motivo para que un hermano caiga, yo no voy a comer esta carne jamás, dice Pablo.
De ninguna manera quiere ser motivo de tropiezo a sus hermanos. Este el ejemplo a seguir amable oyente. Para muchos creyentes, esto es inadmisible. ¿Por qué debo permitir que mi conducta sea manejada por lo que otros piensan? Pues la madurez espiritual así lo requiere. El mirar sólo por el propio interés no es señal de madurez espiritual. El ignorar el efecto que pueden tener nuestras acciones sobre los demás creyentes, en la libertad que tenemos en Cristo, no es una señal de madurez espiritual.
Si estoy haciendo algo que tengo todo el derecho de hacerlo, en la libertad que tengo en Cristo, pero llego a conocer que eso puede ser causa de tropiezo para un hermano débil, por amor a ese hermano débil debo estar dispuesto a ceder mi derecho de hacerlo. Esta es la verdadera madurez espiritual en este asunto.
En Lucas 24:40 dice que Jesús resucitado mostró a sus discípulos las manos y los pies, pero Juan 20:20 dice que Jesús resucitado mostró a sus discípulos las manos y el costado. ¿Por qué la diferencia? Visite nuestra página Web y en la sección PREGUNTA DEL DÍA encontrara la respuesta a esta interrogante y además podrá hacernos llegar sus inquietudes acerca de algún tema de la palabra de Dios, nuestra dirección es labibliadice.org Ha sido un placer estar junto a usted y le esperamos en nuestra próxima edición.
Leave a comment