Saludos cordiales amigo oyente. Es un gozo compartir con Ud. este tiempo de estudio bíblico.
Según un reporte algo antiguo, porque corresponde a 1976, los norteamericanos gastaron ese año unos 200 millones de dólares en consultas a los astrólogos. Según una encuesta de la misma época, esta suma fue pagada por nada mas y nada menos que 32 millones de personas.
Otra encuesta, de la misma época, señala que un 22% de la población cree ciegamente en la astrología y un 24% de la población lee el horóscopo que aparece en unos 1500 diarios en todo el país. Termina el reporte con un comentario interesante. Dice así: Las revistas sobre astrología que en otras épocas estaban destinadas a recolectar polvo en las estanterías, hoy se están vendiendo por millones.
Todo esto amigo oyente, para ilustrar ese inusitado despertar del interes por lo que depara el futuro. Se sabe de personas que no pueden iniciar su día de trabajo sin antes haberse cerciorado de lo que predice su horóscopo. El presidente de una nación tiene a un astrólogo como su principal asesor, según sus íntimos allegados.
A medida que transcurre el tiempo, el ser humano como que presiente que las cosas están encaminándose a un fin y se entrega a la astrología, la adivinación, la brujería, etc.
Una vez una persona quiso indagar sobre la veracidad de los adivinos y partió de una sencilla premisa. Dijo: Si los adivinos son genuinos todos deberían estar de acuerdo al menos en lo general sobre mi futuro. Armado de este pensamiento consultó a unos diez adivinos que anunciaban sus servicios en las paginas amarillas de la guía telefónica.
Para su sorpresa, obtuvo diez diferentes predicciones, todas ellas contradictorias. Hubo uno que le dijo que iba a vivir por muchos años y otro que le dijo que goce de la vida lo más que pueda porque no iba a vivir mucho tiempo. Quedó tan desilusionado con la adivinación que no volvió a consultar a un adivino.
En otra ocasión una mujer fue a un adivino. El adivino cobro los 25 dólares que solía cobrar y se sentó ante la bola de cristal. Inmediatamente, dijo: Esto le alcanza para que me haga dos preguntas, madam. La mujer respondió. ¿No le parece que 25 dólares por solo dos preguntas es demasiado dinero? El adivino, con voz grave replicó: Si madam, así es. Y ahora, ¿cual es su segunda pregunta?
Bueno, es te adivino al menos acertó la primera. Estamos hablando sobre conocer el futuro, porque a partir de esta fecha, el hermano David Logacho comenzara una serie sobre los eventos futuros. Iremos a la única fuente confiable de información sobre el futuro, la Biblia para conocer que es lo que Dios tiene preparado para el futuro.
Al pensar en los eventos futuros, viene a nuestra mente una pregunta que en el estudio bíblico de hoy trataremos de encausarla correctamente. La pregunta es: ¿Cuál es la razón para ocuparse de los eventos futuros?
Esta es una pregunta valida, porque si nuestras vidas están seguras en las manos de Dios y el futuro es de Dios, entonces ¿por qué preocuparse de los eventos futuros? ¿El dirigir la mirada al futuro, no es acaso síntoma de desconfianza en Dios?
No, amigo oyente, porque en primer lugar la naturaleza humana lo requiere. Por supuesto que para nosotros, los creyentes, lo que depara el futuro no es fuente de aflicción o de ansiedad, porque estamos seguros en Dios, pero aun así, en cada uno de nosotros existe un deseo innato por saber lo que vendrá en el futuro. No hay nada de malo en tratar de conocer el futuro.
Lo cuestionable y condenable es pretender conocer el futuro dependiendo de cualquier otro medio que no sea la Biblia, como la astrología, la adivinación, el espiritismo, etc. Dios sabe que como humanos tenemos un deseo por saber lo que vendrá en el futuro y por ello el mismo se ha encargado de revelar los eventos más importantes que van a acontecer.
Ciertamente que la Biblia no responderá a preguntas intrascendentes como que pasara conmigo mañana, o cuando me voy a morir, porque la Biblia habla a personas que confían en Dios y la Biblia ya ha dicho que Dios jamás nos va a abandonar y que la muerte para el creyente es liberación no derrota.
Si confiamos en Dios descansemos en el hecho que él es fiel a lo que ha prometido y por tanto no debemos estar ansiosos por el mañana. Así que, estudiamos los eventos futuros por que la naturaleza humana lo requiere, pero no solamente por eso, en segundo lugar, porque la Biblia califica como oí en aventurado o súper feliz a aquel que lee y guarda en su corazón la profecía.
En la introducción al libro profético del Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis leemos estas palabras: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en el ella escritas; por que el tiempo está cerca”.
Que interesante que la Biblia nos muestra como podemos llegar a ser bienaventurados o dichosos o extremadamente felices. Una de las maneras es leyendo, oyendo y guardando las profecías o el relato verídico de lo que va a suceder en el futuro.
No es muy complicado averiguar la razón para ello, porque ciertamente que conocer el futuro revelado por Dios por un lado trae gozo y seguridad al corazón al saber que a los que amamos a Dios nos espera dicha y felicidad y por otro lado nos ayuda a apreciar en mayor grado lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo.
El estudio de los eventos futuros es necesario porque la naturaleza humana lo requiere, y porque somos bienaventurados al hacerlo.
En tercer lugar, porque nuestra esperanza halla fundamento. La esperanza es la seguridad de que lo que se ha prometido se va a cumplir. Lo que se ha prometido está justamente en las profecías y necesitamos saberlo para que nuestra esperanza tenga un fundamento sólido. 1ª Tesalonicenses 4:13 dice: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que nos os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”
Pablo quería que los creyentes supieran a ciencia cierta lo que depara el futuro, después de la muerte, para que miren a la muerte no como el fin de la vida y el comienzo de la nada sino más bien como el cumplimiento de todo una carga de promesas que Dios nos ha hecho en su palabra.
¿Por que estudiar los eventos futuros? Pues porque nuestra naturaleza humana lo requiere, porque somos bienaventurados al hacerlo y porque nuestra esperanza halla fundamento. Como Ud. podrá notar existen buenas razones para emprender un estudio minucioso de los eventos futuros y por eso a partir del próximo estudio bíblico vamos a compartir con Ud. lo que Dios ha revelado para nosotros en su palabra la Biblia.
Esperamos que Ud. nos acompañe para que juntos podamos introducirnos en las hermosas verdades en cuanto a lo que nos espera a los que somos sus hijos, y también lo que espera a los que no son del Señor y en general a todo lo que el Señor ha creado.
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