Reciba cordiales saludos amable oyente. Muchas gracias por escuchar este programa. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Lucas. Cada vez que oímos de alguna tragedia que termina con la vida de mucha gente en alguna parte del mundo, mucha gente se apresura a concluir que lo sucedido fue el castigo de Dios por la maldad de las víctimas. En el estudio bíblico de hoy vamos a examinar lo que el Señor Jesús dijo sobre este razonamiento.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 13 del 1 al 7. Lo primero que vamos a notar es el relato de la tragedia. Lucas 13:1 En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos.
El Señor Jesús y sus discípulos, acompañados de una multitud, estaban camino hacia Jerusalén, en donde, en cuestión de días iba a ser crucificado. En esas circunstancias, se acercaron al Señor Jesús algunos de la multitud para contarle sobre una terrible tragedia que había ocurrido en Jerusalén. El autor intelectual de lo que había sucedido era el infame procurador romano de Judea cuyo nombre completo era Poncio Pilato. El historiado judío Flavio Josefo hace mención de los hechos con los cuales Pilato hirió a propósito el sentimiento religioso del pueblo judío. Sin tener en cuenta el horror que sentían los judíos por las imágenes, Pilato hizo desfilar por Jerusalén soldados romanos con los estandartes imperiales, los cuales llevaban estampado la imagen del emperador romano y los colocó a la vista de todos en el antiguo palacio de Herodes. Los judíos hicieron una protesta pacífica y esto movió a Pilato a retirar estos estandartes. Los judíos se irritaron también mucho cuando Pilato se apropió del cofre donde se depositaban las ofrendas en el templo, con el pretexto de que iba a usar ese dinero para construir un acueducto para Jerusalén. Como consecuencia se reunió una multitud de judíos para protestar por este atropello. Para contrarrestar la protesta, Pilato introdujo a soldados romanos armados pero vestidos de civil entre la multitud, quienes asesinaron a inocentes y desarmados judíos provenientes de la región de Galilea, los cuales estaban en Jerusalén para ofrecer sus sacrificios. Por cosas así, Pilato era odiado por los judíos, y Pilato lo sabía muy bien y se cuidaba muy bien. Este fue el incidente que la gente relató al Señor Jesús, tal vez esperando algún pronunciamiento a favor o en contra de Pilato. El Señor Jesús, en su sabiduría, evitó por completo meterse en la política y por eso ni condenó ni aprobó la conducta de Pilato. El Señor Jesús sabía que si condenaba lo que hizo Pilato iba a ser acusado que está en contra del procurador romano y si aprobaba lo que hizo Pilato iba a ser acusado que está en contra de los judíos. De todas maneras hubiera salido perdiendo. En lugar de meterse en la política, el Señor se enfocó sobre la condición espiritual de todo ser humano sin importar si es o no judío. Note lo que dice Lucas 13:2-3 Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?
Luk 13:3 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
Los judíos estaban pensando que los judíos galileos que fueron asesinados por órdenes de Pilato deben haber sido tan malos que lo que les pasó fue el castigo de Dios debido a su maldad. Pero ponga mucha atención al veredicto del Señor Jesús sobre esta forma de pensar. Os digo: No. Las tragedias que suceden en el mundo no son el castigo de Dios por la maldad de los que mueren en esas tragedias. Lo que el Señor Jesús está haciendo es confrontar la falsa idea que muchos tienen en cuanto a que unos son malos y otros son buenos y sólo a los malos les ocurren tragedias. No es así. A los ojos de Dios, todos somos pecadores y todos necesitamos arrepentirnos delante de Dios. Si no lo hacemos, pereceremos y terminaremos en castigo eterno en el infierno. Para enfatizar su enseñanza, el Señor Jesús cita otro incidente trágico que también aconteció en Jerusalén. Lucas 13:4-5 dice: O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén?
Luk 13:5 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
Siloé es el nombre de un canal subterráneo, excavado en la roca, en la parte sur de la colina de Sión, que conducía las aguas de la fuente de Gihón al estanque que también se llamaba Siloé. El túnel tiene unos 500 metros de largo, alrededor de medio metro de ancho y de metro y medio a cuatro metros y medio de alto, construido en el tiempo del rey Ezequías. En cuanto a la torre de Siloé, posiblemente se trataba de una torre unida a la muralla de la ciudad de Jerusalén, contigua al estanque de Siloé, la cual se derrumbó por el agrietamiento y la acción del tiempo. Las circunstancias de este desastre deben haber sido muy conocidas por el Señor Jesús y sus oyentes. Algo interesante para mencionar es que en 1914 unos arqueólogos descubrieron los cimientos de una torre que muy probablemente fue la torre de Siloé de la cual habló el Señor Jesús. De esta tragedia, algunos judíos habían llegado a la conclusión que las dieciocho víctimas habían sido objeto de juicio divino por su vida pecaminosa, pero como lo hizo anteriormente, el Señor Jesús rechazó esta conclusión y enfatizó que todos somos pecadores necesitados de arrepentirnos delante de Dios. Si no lo hacemos, pereceremos y terminaremos en castigo eterno en el infierno. Algo que es necesario mencionar es que muchos judíos que escucharon estas palabras del Señor Jesús, jamás se arrepintieron de sus pecados, y tal vez unos 37 años más tarde, perecieron, cuando en el año 70DC los romanos atacaron la ciudad de Jerusalén, mataron a miles, destruyeron la ciudad y el templo, y enviaron al exilio a los sobrevivientes. De esta manera se cumplió la palabra del Señor Jesús cuando dijo: Antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. Después de tratar este asunto, el Señor Jesús relató una parábola sobre el peligro de la falta de fruto. Se encuentra en Lucas 13:6-9. La Biblia dice: Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.
Luk 13:7 Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?
Luk 13:8 El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone.
Luk 13:9 Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.
Se trata de un hombre que plantó una higuera en su campo. Según lo que prescribe la ley que Dios dio a Israel por medio de Moisés, no se podía comer el fruto de un árbol durante los tres primeros años de producción y el fruto del cuarto año de producción debía ser dedicado a Jehová. El fruto que se podía comer debía ser del quinto año de producción. El dueño del campo, vino a su higuera a buscar fruto y no encontró nada. Tal vez preocupado habló con el encargado del campo y le dijo: Este es el tercer año que busco fruto en esta higuera y no encuentro nada. En otras palabras, había esperado por siete años comer el fruto de su higuera y no había encontrado nada. Tenía razón para pedir al encargado del campo que corte la higuera porque no produce fruto y en consecuencia está desperdiciando la tierra. Pero el encargado del campo intercedió a favor de la higuera y respetuosamente dijo al dueño del campo: Señor, espera un año más. En este año, yo voy a dedicarme a esta higuera, voy a cavar alrededor de ella para mejorar la irrigación y la voy a abonar. Veamos qué pasa al final del año. Yo espero que dé fruto, pero si no, la cortaré. Aquí terminó la parábola. El Señor se abstuvo de mencionar lo que pasó al final del año. ¿Por qué? Pues porque la higuera simboliza a la nación de Israel. En esa etapa de su existencia, Israel era como una higuera sin fruto, estaba llena de ritos religiosos, pero vacía de frutos de justicia. La falta de fruto le hacía merecedora de ser cortada. Pero vino el Señor Jesús y trajo un mensaje de esperanza invitando a los judíos a arrepentirse y estar listos para el establecimiento del reino de Dios. Era como cuando el encargado del campo pidió al dueño del campo que espere un año más antes de cortar la higuera. El Señor Jesús murió por el pecado, resucitó de entre los muertos y fue ascendido a la gloria de su padre, era como cuando el encargado del campo cavó alrededor de la vid y la abonó. Israel debió haber reconocido su terrible error de haber rechazado al Señor Jesús como su Mesías, pero no lo hizo. Tristemente llegó el año 70DC cuando los romanos arrasaron con Jerusalén, destruyeron la ciudad y el templo y mataron a miles y enviaron al exilio a los sobrevivientes. Terminó el plazo que Israel tuvo para mostrar fruto de justicia, pero como no lo hizo, Dios lo cortó. La higuera fue cortada. Con Dios no se puede jugar, amable oyente. Si usted es un hijo de Dios por haber recibido a Cristo como su Salvador, su vida debe estar manifestando frutos de justicia, una vida de santidad, si esto no está pasando, usted está en peligro de ser cortado. No estoy hablando de perder su salvación, sino de perder las recompensas que el Señor Jesús dará a sus redimidos por sus buenas obras en el tribunal de Cristo. Mucho cuidado amable oyente.
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