Que Dios le bendiga amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Durante esta semana estamos estudiando las frases que dijo Jesús desde la cruz. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de lo que Jesús dijo a un ladrón arrepentido: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
I. Introducción. Saludos y agradecimiento. En el día más negro de la historia humana, tres personas ascendían la pronunciada pendiente del monte calvario. Sobre esto, Lucas 23:32-33 dice: “Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.” Luego que Jesús oró a su Padre pidiendo perdón para los que le estaban crucificando, Lucas relata el siguiente episodio según Lucas 23:35-43 “Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernadores se burlaban de él, diciendo: sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aún temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” En este relato encontramos algunos hechos admirables.
II. Jesús muriendo en medio de dos ladrones. 1. Era el cumplimiento de una profecía. Isaías 53:12 dice: “Y fue contado con los pecadores” 2. Para que los dos ladrones oigan lo que Jesús tenía que decir y lean el título que Pilato puso sobre Jesús.
III. Un ladrón arrepintiéndose justo antes de morir. 1. Tenía temor de Dios. 2. Admitió su culpa. 3 Admitió que merecía un castigo. 4. Admitió que Jesús era inocente. Admitió que hay vida después de la muerte.
IV. Jesús otorgando salvación al ladrón arrepentido. De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. 1 La salvación es por gracia. Estamos en la misma condenación. Recibimos lo que merecieron nuestros hechos. 2. La salvación es segura. De cierto. 3. La salvación es personal. Te digo. 4. La salvación es inmediata. Hoy. 5. La salvación depende de Jesús. Estarás conmigo. 6. La salvación es gloriosa. En el paraíso.
V. Aplicación. Invitar a recibir a Cristo. Ilustración. Hace algún tiempo un notable pintor estaba buscando a una persona que pudiera servirle de modelo para pintar un cuadro que representara la escena del hijo pródigo descrito en el evangelio de Lucas. Al pasar por cierta calle encontró a un mendigo tan sucio y feo, que pensó sería ideal para su propósito. Los dos se pusieron de acuerdo en el pago que el pintor haría al mendigo y en el día y la hora en que el mendigo se presentaría en el estudio del pintor. Llegó al fin el día prefijado. El mendigo se presentó en el estudio del pintor pero totalmente transformado. Se había bañado, se había cortado el cabello, se había afeitado y se había puesto una ropa decente. Hasta se había perfumado. Al verlo así, como es natural, el pintor le desconoció. ¿No se acuerda que quedamos en que me presentara hoy en su casa? Dijo el mendigo. No señor… No recuerdo, dijo el pintor. Ni aún creo haberle visto antes de ahora, añadió el artista. Está en un error, replicó el mendigo. Me vio antes y me pidió que me presentara aquí con el objeto de servirle de modelo. ¡Usted! ¿Es usted el mendigo? Sí, señor. ¿Pero quién habría de reconocerlo así transformado? Verá usted. He creído conveniente arreglarme un poco antes de presentarme. ¿Si? Pues de este modo ya no sirve usted para el caso. Ya puede retirarse. El mendigo no tuvo más que salir, triste por haber perdido la posibilidad de ganar un poco de dinero. Algo así suele suceder con el pecador que se niega a reconocer su condición espiritual y trata por su propio esfuerzo de estar bien presentable. Preséntese tal como está. Así como el ladrón arrepentido.
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