Cordiales saludos amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es la Epístola de Pablo a Filemón, en la serie titulada: Amor Cristiano en Acción. En esta ocasión vamos a tratar en detalle lo que Pablo pidió a Filemón en su carta.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Filemón versículos 11 y 12. En este par de versículos encontramos el pedido de Pablo a Filemón en cuanto a Onésimo. Permítame leer este pasaje bíblico. La Biblia dice: el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil,
Phm 1:12 el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo.
Como antecedente, recordemos que a pesar de que podía ordenar con la autoridad apostólica que tenía, Pablo prefirió rogar por amor a Filemón en cuanto a Onésimo, el esclavo de Filemón, quien robó bienes de su amo y huyó a Roma, en donde recibió a Cristo como su Salvador y su vida fue totalmente transformada. Pablo escribió a Filemón diciendo: Te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones. Onésimo era un hijo espiritual de Pablo por cuanto fue Pablo quien le guió a recibir a Cristo como Salvador. El nacimiento espiritual de Onésimo ocurrió en una época en la cual Pablo estaba como prisionero por la causa de Cristo en Roma. Esta es la razón por la cual Pablo dijo que engendró a Onésimo en sus prisiones. En el pasaje bíblico que tenemos para nuestro estudio de hoy, Pablo se va enfocar en lo que esperaba que haga Filemón en cuanto a Onésimo. Lo que primero notamos es el cambio extraordinario que experimentó Onésimo a raíz que recibió a Cristo como su Salvador mientras era un fugitivo en Roma. Pensando en esto, Pablo escribió a Filemón lo siguiente: El cual, es decir, Onésimo, en otro tiempo te fue inútil, pero ahora, a ti y a mí nos es útil. Pablo está usando un interesante juego de palabras en este versículo. En el idioma que se escribió el Nuevo Testamento, el nombre Onésimo significa útil o provechoso, y las palabras inútil y útil tienen la misma raíz. Lo que Pablo está diciendo es algo como esto: Provechoso te fue antes inútil, pero ahora, Provechoso te es más útil que nunca. Esto describe en esencia la experiencia de Onésimo a raíz que recibió a Cristo como su Salvador. Cuando Onésimo estaba en casa de Filemón, no solamente era esclavo de Filemón, sino que también era esclavo de algo muchísimo peor. Onésimo era esclavo del pecado. Siempre vivió acosado por ese insistente deseo de robar y de escapar de la autoridad de su amo Filemón. Así fue como llegó el día cuando se presentó la oportunidad que tanto había anhelado. Hurtó algunos bienes de su amo y huyó tan lejos como pudo con el botín a cuestas. En su huída, Onésimo llegó a Roma. Nunca antes había tenido dinero y nunca antes había vivido en libertad de modo que seguramente en Roma probó todo lo que este mundo puede ofrecer para satisfacer las pasiones desordenadas del ser humano. Por un tiempo se sintió libre, pero muy pronto, tal vez cuando se le acabó el dinero robado, se encontró sumido en el profundo abismo de la desesperación y reconoció que en lugar de ser libre, era más esclavo que nunca. Onésimo estaba en una situación de absoluta postración en todo sentido. Esta es la razón por la cual Pablo afirma que Onésimo en otro tiempo fue inútil a Filemón. Sin embargo, cuando Onésimo tocó fondo, Dios tuvo compasión de él y en su misericordia permitió que se encuentre con Pablo quien le compartió las Buenas Nuevas de salvación en Cristo. Onésimo reconoció su bancarrota espiritual y supo que estaba en peligro de recibir condenación eterna a causa de su pecado. Onésimo también reconoció que a pesar de su pecado, Dios le amaba tanto que envió a Su Hijo unigénito a este mundo, para morir en lugar del pecador. Sabiendo esto, Onésimo depositó su fe en la persona y obra del Señor Jesús y en consecuencia recibió perdón de pecado y vida eterna. Pero a diferencia de muchos creyentes, Onésimo también entendió que Dios le había salvado no solamente para evitar que reciba el castigo eterno en el infierno sino para que Onésimo sea un fiel discípulo de Jesucristo. Tal vez Pablo hizo énfasis en lo que él mismo escribió en 2 Corintios 5:17 donde dice: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Onésimo hizo un corte total con su forma antigua de vivir y adoptó una nueva forma de vivir. Una vida dedicada a seguir y a servir a Cristo mediante el servicio a Pablo y a los hermanos. Quien no vive para servir, no sirve para vivir. De esta manera, alguien que era inútil, en su antigua forma de vivir, llegó a ser útil en su nueva forma de vivir. Qué hermoso ejemplo de lo que Dios quiere para todos los que somos creyentes, amable oyente. Es tan triste ver a creyentes, que a pesar que dicen ser creyentes, su estilo de vida nunca ha cambiado. Si usted dice que es creyente, ¿Puede ver un cambio en su manera de vivir cuando compara lo que era antes de ser creyente y lo que es después de ser creyente? No nos engañemos amable oyente. Si no se ve un cambio, a lo mejor está auto-engañado pensando que es creyente, cuando en realidad nunca ha nacido de nuevo. La verdadera fe se manifiesta en un cambio de manera de vivir en un esfuerzo constante y consciente por agradar a Dios por la manera de vivir. Bien por Onésimo, quien en otro tiempo fue inútil a Filemón, pero a raíz que recibió a Cristo como su Salvador llegó a ser útil tanto a Filemón como a Pablo. En segundo lugar notamos el pedido que hace Pablo a Filemón en cuanto a Onésimo. En su carta, Pablo escribió a Filemón: El cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo. Una vez que por la gracia de Dios, Onésimo experimentó un cambio de 180 grados en su forma de vivir, Pablo consideró necesario enviarlo de regreso a Colosas para que arregle sus cuentas con su amo Filemón. Esta acción de Pablo no se debía a que Pablo defendía esa institución llamada esclavitud y por tanto obligó a Onésimo a que vuelva a la esclavitud bajo Filemón. Esta acción de Pablo tampoco se debía a que Pablo estaba cansado de tener a Onésimo a su lado y por tanto quería deshacerse de él. Esta acción de Pablo se explica a la luz de un principio importante en la vida cristiana. Es el principio de la restitución. En aquellos tiempos, en los cuales la institución llamada esclavitud con todos sus horrendos vicios, estaba en vigor, Onésimo pertenecía legítimamente a Filemón. Onésimo se rebeló contra Filemón y escapó de su casa. Ahora que Onésimo era un hombre nuevo, era necesario que deshaga lo que hizo mal mientras era incrédulo. Por eso es que Pablo le envió de regreso a Colosas para que se ponga a las órdenes de Filemón. Además, no olvidemos que Onésimo no escapó con las manos vacías de la casa de Filemón, sino que se sustrajo algunos bienes de su amo, tal vez dinero. Ahora que Onésimo había sido transformado por la gracia de Dios era necesario devolver lo robado. Tal vez Onésimo no tenía como pagar lo que se había sustraído, pero eso no le liberaba de la responsabilidad de restituir lo robado. A lo mejor Onésimo podía trabajar para devolver lo robado, o a lo mejor podía solicitar a Filemón que perdone la deuda. Lo que no podía hacer Onésimo es hacerse el loco, como dicen los jóvenes, y actuar como si nada hubiera pasado. Cuando un pecador se arrepiente de su vida de pecado y halla en Cristo el perdón de sus pecados, debe procurar enmendar, hasta donde sea posible, los errores que cometió siendo incrédulo. Un caso típico es el de un hombre que abandonó a su esposa y a sus hijos y se fue a vivir en adulterio con su amante. En algún momento, este hombre recibió a Cristo como su Salvador. Casi inmediatamente se separó de su amante y dio los pasos necesarios para rehacer la relación matrimonial con su legítima esposa. No fue nada fácil. El pecado siempre complica todo, pero gracias a Dios, luego de una larga temporada de consejería matrimonial, la esposa perdonó a su esposo, y se restauró el matrimonio. Yo sé que no siempre es posible hacer restitución, pero hasta donde sea posible es necesario hacerlo. Pablo añade algo importante en su pedido a Filemón. Le dice: Tú, pues, recíbele como a mí mismo. Pablo estaba tan identificado con Onésimo, que lo que era Pablo era Onésimo y lo que era Onésimo era Pablo. Si Filemón recibía a Onésimo es como si estuviera recibiendo al mismo Pablo. Si Filemón rechazaba a Onésimo era como si estuviera rechazando al mismo Pablo. ¿Cómo podía Filemón ir en contra de algo como esto? Es el principio de sustitución. Pablo es el sustituto de Onésimo. Filemón tenía que tratar a Onésimo como si fuera el mismo Pablo. Esto es lo que sucede en el plano espiritual entre nosotros pecadores y Cristo Jesús, nuestro Salvador. Cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, Cristo Jesús es nuestro sustituto. Como nuestro sustituto, Cristo Jesús recibió el castigo que nosotros pecadores merecíamos. De esta manera, Dios nos recibe como si nosotros fuéramos su propio Hijo. Qué maravilla. Si todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, hágalo ahora mismo. Así él será su sustituto y usted será recibido con los brazos abiertos por el Padre celestial.
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